«Mis casas tienen humedad, pero no exploté a nadie: solo les ayudé a acceder a una vivienda»
El acusado de alojar «en condiciones insalubres» en cuatro viviendas de Eibar a 49 personas migrantes niega los hechos y asegura que alquilaba «un lugar» donde empadronarse y aspirar a «una vida mejor»
«Es verdad que los pisos están viejos, que hay humedad, que no hay calefacción central, y que yo alquilaba habitaciones a personas solas y ... familias que se empadronaban en ellos. Yo mismo iba a darles de alta y de baja en el padrón, y lo único que he tratado era de ayudar, como me hubiera gustado que me ayudaran a mí cuando vine de Marruecos en patera en el año 2000», afirma N.M.J., la persona que fue detenida por la Policía Nacional acusada de alojar «en condiciones insalubres» en cuatro viviendas de Eibar a 49 personas migrantes, prácticamente en su totalidad marroquíes. A algunas, presuntamente, las explotaba en su empresa de reformas. Él niega a este periódico los delitos que se le atribuyen. «Ni he traficado con personas ni tampoco he explotado laboralmente a nadie».
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En torno a un café frente al ayuntamiento de Eibar, este hombre de 38 años afincado en Bilbao como su familia y sin antecedentes, tal como aclaró la Policía, asegura que no tiene «una empresa de reformas. Soy autónomo y me dedico a la compraventa de palés con mi furgoneta, con ese dinero pude comprar los pisos, que tenían precios muy bajos por ser viejos. No tengo local de trabajo, ni empleo a gente. Tengo título de fontanería y he hecho alguna chapuza como poner un termo, pero no obras. Estoy dado de alta en todos los sitios».
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«Fue el único piso que mi mujer y yo pudimos alquilar sin papeles»
Respecto a los empadronamientos, el Ayuntamiento precisó que no se dieron a la vez, sino que en el área municipal de estadística se percataron de que en un plazo de seis meses «muchas» personas se venían empadronando «una tras otra» en un portal del polígono de Matxaria. La Policía Local comprobó las continuas «entradas y salidas» de gente, y avisó a Extranjería, momento en el el que el caso pasó a manos de la Policía Nacional, que fue telefoneando a los inquilinos.
El acusado da a entender que incluso pudieron ser más de 49 las personas alquiladas, ya que solo por los tres pisos de Matxaria –uno de ellos a nombre de su cuñado– pasaron seis familias con entre uno y tres hijos, y en el de Urtzaile kalea reside ahora otra. «Cuando alguien viene sin papeles se encuentra que necesita tres años para regularizar la situación, pero para acceder a una vivienda te piden nóminas o contratos laborales, y para acceder a un empleo te piden un empadronamiento. Y yo lo único que quise fue ayudar a esta gente a acceder a una vivienda. Puse un anuncio en 'milanuncios', y me llamaban personas a las que ningúna agencia inmobiliaria les daba un piso. Podían estar un mes, dos, tres, y cuando encontraban algo mejor, se iban. ¿Quién alquila su casa a alguien sin papeles?».
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«Me quiere arruinar la vida»
También hay pregunta para él: ¿De dónde salen las acusaciones de explotación laboral? Y da el nombre de un compatriota que la víspera le envió por WhatsApp el reportaje publicado por este periódico con un mensaje en árabe: «Se ve quién es más fuerte». Según el acusado, que está en libertad a la espera del juicio en el que deberá rendir cuentas, «en su día tuve una discusión con él, porque le recriminé que estaba empadronado aquí pero se iba demasiado tiempo a trabajar a Francia, y eso no podía ser. Me dejó de pagar dos meses, y le eché. Me dijo que me iba a arruinar la vida. Y se ha inventado lo del trabajo. Pero es imposible que tenga prueba alguna porque nunca lo he hecho».
¿Y las condiciones insalubres? «Las casas son viejas, pero la única suciedad podía ser en alguna habitación, pero porque el inquilino, el único 'latino' al que alquilé –con el que ayer habló este periódico–, no limpiaba y a veces olía; de hecho, tuvo algún problema de convivencia por ello. La foto del colchón que sacó la Policía era el suyo, porque prefería domir con el colchón y quitó el somier y lo puso contra la pared». Tras su arresto el 30 de diciembre, ha variado su estrategia: ya no alquila habitaciones a entre 250 y 450 euros, sino el piso entero por 1.000 euros. «No quiero problemas».
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