Plaza de Gipuzkoa

Buffet

Guille Viglione

San Sebastián

Sábado, 9 de agosto 2025, 09:17

Pasamos los días guiados por normas explícitas y códigos sutiles. Cumplimos horarios, nos abrochamos el cinturón, hacemos cola, reciclamos y nos guiamos por cierto autocontrol ... pero, de vez en cuando, la comunidad abre una veda, un paréntesis cultural en el que las reglas se relajan. Un directivo del Ibex-35 y un fontanero de Manchester, en el hotel Ritz o en un todoincluido de Cullera, sucumben a las pulsiones más procaces ante un desayuno buffet. El Montañista vuelve a la mesa con un Everest formado por salchichas, huevos revueltos, quesos, bizcocho, embutidos, croissants y tostadas con tomate. El estratega hace un reconocimiento previo del salón para estudiar la disposición e identificar prioridades. El masterchef nunca mezcla sabores y lleva un plato para lo frío y otro para lo caliente. El agarrado calcula cuántas gambas debe comerse para amortizar el hotel. Por si acaso, la abuela esconde en el bolso panecillos, frutas, mantequilla y jamón york. El libertario mezcla tortitas, nutella y frutas con kétchup mientras el inspector prueba un bocado de cada plato y hace fotos para dejar una reseña.

Publicidad

Un desayuno buffet en un hotel de verano es un escenario simbólico sobre el que escapamos del comportamiento racional y domesticado y retornamos a un mundo primitivo, sin leyes, en el que el querer le gana la mano al deber. Y aunque lo vivimos como si fuera auténtico sabemos que sólo es una fantasía, una recompensa efímera que forma parte del contrato vacacional.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad