Son bellos los paisajes, pero más el paisanaje (y memoria personal de Calleja y Zumeta)
La Agenda Portátil ·
Un paseo por la Concha provoca estos días un Stendhalazo: del vídeo sentimental del Ayuntamiento al voladizo de los actores de Woody / Pura vida de un periodista, los colores de un pintorMitxel Ezquiaga
Sábado, 25 de abril 2020, 08:58
El jueves una misión informativa me permitió recorrer a pie el Paseo de la Concha, rumbo al centro, más de cuarenta días después de ... la última vez. Fue una sensación agridulce: triste por un paisaje vacío, apenas poblado por algunos trabajadores que iban o venían, pero impresionante en la belleza de un espacio que, deshabitado, parece más salvaje y menos domesticado de lo habitual. Caminaba con mi cuaderno y mi bolígrafo hacia mi cita periodística y me atacaba una especie de síndrome de Stendhal a lo bestia.
Solo un rato después descubría el vídeo divulgado por el Ayuntamiento donostiarra que recorre la ciudad vacía, habitada solo por los ecos grabados de sus habitantes. Es un vídeo sentimental («ñoñostiarrismo en estado puro», escribió algún crítico en las redes), pero es lo que pide el cuerpo en estos días raros y amargos. Los paisajes brillan en esa minipelícula, pero sus paseos y calles desérticas nos recuerdan sobre todo que más importante que el paisaje es el paisanaje. Nos gusta más la gente que la postal. Donostia, más que la bahía, son los donostiarras.
Calat, el artista que suele dibujar sus enormes obras sobre el lienzo libre de la arena, es el autor de ese «eskerrik asko» que ilustra el vídeo y con el que el Ayuntamiento agradece su tarea a quienes consiguen estos días que la sociedad funcione y a quienes ayudamos simplemente quedándonos en casa. Los talentos de Morgancrea, con Asun Lasarte y Carlos Rodríguez a la cabeza, ponen imagen y sonido.
Algún día volveremos a pisar la ciudad y nos bañaremos en la catarsis de la bahía. Mientras tanto las mejores noticias se asocian a ese ombligo de Donostia. Esta semana hemos visto las primeras imágenes de 'Rifkin's Festival', la comedia que Woody Allen rodó en San Sebastián el pasado verano. El primer fotograma publicado de esa película muestra a la estupenda Gina Gershon y al eficaz Louis Garrel por el voladizo de La Concha. Para quienes espiamos esa mañana cómo Woody rodaba en la playa es hasta emocionante ver el resultado. Apuesto a que si en septiembre hay Zinemaldia (es lo que queremos y soñamos) el filme se estrenará aquí. Con Woody o sin él.
Calleja, ese volcán
Resistió a los terribles virus de nuestra guerra, pero ese otro virus maldito que nos castiga estos días ha podido con él. José Mari Calleja era una volcán de energía y vitalidad, y por eso a quienes le tratamos de cerca nos cuesta tanto asimilar su muerte. Cuando con 19 años llegué de prácticas a la redacción de La Voz de Euskadi, en verano de 1983, hubo tres periodistas bien distintos que apostaron para que me quedara ahí: Iñigo Gurruchaga, que luego se hizo londinense y estupendo corresponsal; Pepe Rei, que terminó en otro periodismo de combate, y Calleja, luchador cuya biografía refleja tan crudamente los peores años del terror.
Era pura vida, como hubiese dicho su amigo José Mari Mendiluce, y más allá de su condición de periodista o tertuliano, la última vez que nos encontramos por la orilla de La Concha me confesó que unas sus vivencias más felices había sido al fin la docencia en la Universidad Carlos III de Madrid. Impresiona leer su última columna, ya víctima del virus. Ese puto virus tan cruel.
El penúltimo de una generación
Esta página, como la actualidad, pasea por la vida y la muerte. Con el pintor José Luis Zumeta se va uno de los grandes. Permítanme la frivolidad, pero para la cultura vasca el grupo artístico Gaur bien podría ser como la mítica alineación de la Real de 1981, esa que va de Arconada a López Ufarte. En Gaur estaban Chillida, Oteiza, Mendiburu, Basterretxea, Ruiz Balerdi, Amable Arias, el propio Zumeta... Y Sistiaga, que queda como el último superviviente de aquella generación rompedora y valiente.
Zumeta pintó la vida en colores, a diferencia de sus compañeros, y se hizo popular con sus carteles o sus colaboraciones con Mikel Laboa. Hace tres años me enseñó su estudio abierto en Usurbil, una especie de Zumeta Leku, cargado de proyectos.
mezquiaga@diariovasco.com
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