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Plaza de Gipuzkoa

Via Appia

Jueves, 17 de octubre 2024, 02:00

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Huir de Roma es una de las mejores experiencias que ofrece la ciudad. Tras el empacho de maravillas y muchedumbres, entre el tráfico que irrumpe ... como una invasión bárbara diaria, alquilamos unas bicis para tomar la primera escapatoria que trazaron los romanos: la Via Appia. Avanza rectísima por la campiña, enlosada, flanqueada por pinos, cipreses, tumbas, mausoleos, torres funerarias y bustos marmóreos de muertos que insisten en recordarnos que fueron gente importante. «Sin fama se disuelve...», dice una lápida fragmentada. Bajamos a las catacumbas, donde los ricos pagaban dinerales para que los enterraran junto a los papas y los mártires cristianos, entre frescos que representan a santos, profetas... y a dos obreros con sus picos: ellos también quisieron trascender. Subimos a la villa descomunal del emperador Majencio –palacio, circo y mausoleo–, que se exhibe como muestra de las glorias terrenales. La superan, en mi opinión, los canelones de ricotta y espinaca que sirven en un puestecito bajo los pinos.

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