El alquiler de habitaciones se dispara hasta los 500 euros de media en Donostia
La carestía de la vivienda, la escasa oferta y los sueldos empujan a muchos jóvenes a tener que compartir piso
Patricia Rodríguez, Izania Ollo y Beatriz Campuzano
Domingo, 5 de marzo 2023, 07:11
500 euros al mes por vivir en Donostia. ¿Un chollo? La oferta, en realidad, no es para una vivienda sino para una habitación en alquiler ... en un piso compartido con otras cuatro personas, una fórmula cada vez más demandada.
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El aumento de los precios parece no tocar techo y la imposibilidad de afrontar el alquiler íntegro de una vivienda en solitario está empujando a muchos jóvenes a tener que compartir piso entre varios desconocidos. DV comprueba 'in situ' varias ofertas de habitaciones en alquiler en Donostia y se enfrenta a los castings de los caseros que buscan el candidato ideal.
Habitación en un piso sin salón
500 euros
Tocamos el timbre para visitar un piso situado en el barrio de Gros, por el que piden 500 euros al mes por habitación. Nos atiende directamente el propietario, que, según nos comenta, acaba de terminar de pintar la habitación –el fuerte olor a pintura no deja lugar a dudas– pero nos asegura que para mañana estará seca en caso de que nos interese. La habitación es amplia y exterior, pero el mobiliario deja mucho que desear: un somier apoyado contra la pared, «iría con colchón», nos aclara; un pequeño armario de dos puertas (sin empotrar) y un aparador antiguo. Un cable corto cuelga de la pared. Según nos informa, «es la toma de internet». El resto de la casa se completa con otras cuatro habitaciones (están todas cerradas) que ocupan dos chicos y dos chicas; trabajan en el sector de la hostelería. Pasamos a la cocina, es sencilla, interior, con una ventana a patio, y dos baños también interiores, uno de ellos con bañera. Los sanitarios son viejos, al igual que los azulejos. Nos falta una estancia. ¡El salón! No hay.
Nos despedimos. No nos convence, el precio es desorbitado para lo que se ofrece y seguimos intentándolo.
Mientras, echamos un vistazo al resto de ofertas en internet. Hay pocas que llamen la atención teniendo en cuenta la calidad/precio. La más barata es una «habitación pequeña e interior» (según la descripción del anuncio, por la que se pide 300 euros mensuales, más 30 euros de gastos, con fianza de un mes. Está en el barrio de Amara y cuenta con otras dos habitaciones. Como requisitos, no se permiten menores de edad ni parejas ni mascotas y tampoco está permitido fumar. El aspecto es desolador y no se salvan ni las cortinas. Hay que elevar el presupuesto hasta los 390 euros para encontrar algo decente, aunque tampoco prometen grandes lujos.
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Llama la atención la forma de contactar en la gran mayoría de estos anuncios: «solo por whatsapp» y en ninguno de ellos hay una inmobiliaria detrás, son particulares. Casi todos los anuncios destacan ser «LGTB friendly» y algunos piden una pequeña carta de presentación antes de concertar una visita. Hace no mucho eran los inquilinos quienes podían seleccionar el piso que mejor encajara en sus características; ahora es el casero quien, de la lista de candidatos, elige al más 'atractivo'. También se ha normalizado la petición de dos meses de fianza o establecer un límite de edad.
El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Gipuzkoa, José Luis Polo, califica de «salvajada» los precios de las habitaciones en alquiler. «Es una auténtica locura, es terrible. Yo soy muy crítico con el mercado y también con la administración porque veo que el mercado libre está totalmente desbocado. Que se estén pagando 700-800 euros por una vivienda (íntegra) de alquiler en Altza o Trinxerpe, que son barrios relativamente baratos o 1.200-1.500 en el Centro con los sueldos que se tienen... es todo una falta de coherencia tremenda. Me parece que algo estamos haciendo muy mal. Yo he visto pisos en estados deplorables, e incluso con candados en las habitaciones porque ahí vivían familias enteras. ¿Y 400-500 euros por una habitación? No es de recibo», critica el presidente del COAPI, que alerta de la «opacidad» en torno al mercado inmobiliario y «más en este tipo de alquileres de habitaciones. No tenemos estadísticas ni sabemos la magnitud de lo que estamos hablando, no pasa por ningún registro y está fuera de la Ley de Arrendamientos».
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Habitación en un piso antiguo en el centro
430 euros
Volvemos a la calle. La segunda cita es en un piso ubicado en el Centro de Donostia. El propietario –que no vive en la casa– pide 430 euros al mes por la habitación. En las fotos, el piso pinta bastante bien y tenemos esperanzas. Nos reciben dos de las inquilinas que derrochan simpatía y comienza la visita. Nada más entrar pasamos a la cocina, interior. Es bastante justa teniendo en cuenta que son cinco inquilinos. Nos comentan que cada uno se cocina su comida y tienen establecidos turnos para limpiar. Hay un bote de 4 euros para comprar los productos de limpieza.
Cruzamos un pasillo en penumbra y en mitad del paso nos sorprenden dos grandes tenderetes con ropa tendida. En un rincón hay apiladas dos bicicletas, una lámpara y un colchón. Las paredes están desconchadas (básicamente el papel pintado se cae a trozos) y el suelo de madera pide un acuchillado a gritos. Entramos en la habitación que se alquila. Es interior. «No es La Concha pero bueno...», bromea la inquilina al abrir la ventana que da a un patio. Nos conformamos con las vistas de un muro y un calcetín colgando al que le falta la pareja. A la pared del cuarto no le vendría mal una mano de pintura y a los armarios, un lavado de cara.
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«No podíamos afrontar un gasto inicial de 4.000 euros de fianza»
Accedemos al baño. Poco que objetar: un lavabo, una ducha con mampara y un retrete. Y por fin pasamos al salón. Parece que hay luz al final del túnel. Pero no. Un sofá, una mesa de centro y una tele esquinada componen la estancia. Al menos entra luz del exterior. Aquí es donde nos someteremos a la entrevista final para pasar 'el corte'.
Nos sentamos, unos enfrente de los otros, y comienza la charla, aunque por la formalidad, parece una entrevista de trabajo.
Tampoco nos convence y desechamos la oferta.
Más interés
Son algunos ejemplos del centenar de habitaciones en alquiler que se ofertan en la capital guipuzcoana. Según la plataforma de alquiler online, Spotahome, la demanda se ha disparado un 40% en los últimos meses y la tendencia se observa también en Gipuzkoa. Las inmobiliarias están notando cómo «cada vez más personas preguntan por el alquiler de habitaciones».
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No hay más que mirar en los portales inmobiliarios para comprobarlo, con precios que quitan el hipo. Desde 300 euros por la habitación más barata en el barrio donostiarra de Amara, aunque es de las pocas, hasta la friolera de los 1.300 euros por habitación en Miraconcha por un piso de dos habitaciones, de 85 m2, eso sí, «con garaje» y «vistas privilegiadas» como reza el anuncio.
El encarecimiento del precio de la vivienda ya sea en compra o en alquiler, la escasa oferta y los bajos sueldos han creado la tormenta perfecta y las opciones se reducen para muchos guipuzcoanos que desean independizarse –actualmente la edad media de emancipación juvenil en Euskadi se sitúa en los 30,2 años–.
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Tampoco anima a arriesgarse con una hipoteca, en caso de conseguir que nos la concedan, ni afrontar un alquiler íntegro en solitario, con precios que difícilmente bajan de los 700 euros, por lo que quienes abandonan el hogar familiar tienden a compartir vivienda; también quienes se han lanzado a comprar un piso pero no pueden hacer frente al pago de la hipoteca y necesitan aumentar sus ingresos.
El perfil de las personas que acaban en estos alquileres es amplio, aunque «la mayoría son estudiantes, trabajadores jóvenes de entre 35 y 40 años e incluso personas jubiladas con una pensión muy baja», según explica Simón Alustiza, director comercial de la inmobiliaria Arrigain, que ha recibido consultas de alquiler de habitaciones si bien aclara que «nosotros solo alquilamos pisos enteros. Pero sí hemos notado que cada vez hay más gente que demanda habitaciones ante la imposibilidad de alquilar un piso». ¿Y qué gana el propietario con esta fórmula? «Saca más rentabilidad alquilando por habitaciones que si alquila la casa entera».
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Pero, ¿a qué se debe el impulso de los pisos compartidos?¿Es una opción para socializar o una alternativa forzada para repartir gastos? La realidad habla por sí sola. Según el último informe del Observatorio Vasco de la Juventud sobre el coste de la emancipación residencial en Euskadi los jóvenes vascos deben dedicar más del 50% de su salario al pago del alquiler o la hipoteca de una vivienda en el mercado libre, casi el doble del porcentaje máximo recomendado por las entidades bancarias (30%).
Pero hay más. A esta desoladora coyuntura se suma la carrera de obstáculos que implica hoy en día alquilar un piso, que exige «hasta un desembolso de 4.000 o 5.000 euros entre las fianzas y los excesos que se comenten», expone José Luis Polo, presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Gipuzkoa.
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En este sentido, desde la inmobiliaria Areizaga destacan «la presión» que ejerce la demanda de alquiler tradicional sobre la «poca» oferta actual, por lo que «aunque no conocemos el mercado de alquiler de habitaciones, no nos sorprende que haya aumentado». Esa «poca» oferta se traduce en unas cifras de récord. «Actualmente la oferta de viviendas en alquiler de larga duración no supera las 300 unidades cuando hace 10 años existían más de 500 y el precio del alquiler en San Sebastián tocó techo en noviembre del año pasado, con 16,4€/m2, el máximo histórico en 12 años», señalan desde la inmobiliaria Areizaga.
Limitar el precio del alquiler es un debate que está enicma de la mesa, sin embargo «apretar a los compradores y propietarios no es la solución», expone Polo, «tal y como se ha visto en otros países europeos que han intentado poner un tope y no ha funcionado porque el mercado reacciona mal a las limitaciones». En cambio, propone otras medidas como establecer beneficios fiscales a comportamientos que favorezcan el acceso a la vivienda. «Además, el Colegio de Gipuzkoa ha hecho sus aportaciones y propuesto soluciones pero nadie de momento nos ha contestado. Y esto no puede seguir así». Recuerda cómo «en el periodo de carestía de los años 2000 a 2007, la alternativa de los pisos compartidos estaba en la agenda política», algo que considera un «error».
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