Las aguas del litoral de Gipuzkoa aprueban el examen ambiental, salvo el puerto de Pasaia
Los estuarios de los ríos y la costa cumplen los baremos ecológicos que marca la UE excepto la desembocadura del Oiartzun en el recinto portuario
Las aguas litorales de Gipuzkoa, tanto las de los estuarios de los ríos como las que miran a mar abierto en la costa, gozan de ... buena salud. Casi todas aprueban los estándares de calidad europeos en lo que se refiere a su estado biológico y de presencia de elementos químicos y contaminantes. En realidad, llevan años aprobando todas menos una, el puerto de Pasaia, que constituye el estuario del río Oiartzun. El año pasado tampoco aprobó la desembocadura del Bidasoa, que había sacado nota en cuatro de los cinco años anteriores, aunque los expertos avanzan que en este caso no es una situación preocupante.
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Así lo pone de manifiesto el último informe de resultados de la 'Red de seguimiento del estado ecológico de las aguas de transición y costeras de la Comunidad Autónoma Vasca', que el centro de investigación marina y alimentaria Azti elabora para la Agencia vasca del Agua (URA), encargada de implantar las medidas correctoras en caso de que sean necesarias.
El análisis divide estos entornos en 18 enclaves en Euskadi. Son 14 estuarios o aguas de transición, y cuatro masas costeras. De ellos, en Gipuzkoa se localizan seis estuarios –Deba, Urola, Oria, Urumea, Oiartzun y Bidasoa– y tres aguas costeras: Matxitxako-Getaria, Getaria-Higuer y Mompás-Pasaia. Todas las aguas en mar abierto reciben una calificación de 'buen estado' en sus variables químicas, biológicas y microbiológicas. También las desembocaduras de los cuatro ríos más occidentales del territorio. En todos estos casos la buena nota es constante desde 2019 menos en el Urola, que aquel año presentaba un estado ecológico «moderado» que mejoró ya en 2020.
Las pinturas del Bidasoa
La nota discordante la pone la unión del Oiartzun con el mar Cantábrico a través del puerto de Pasaia, que no ha aprobado ninguna de las evaluaciones y, en menor medida, el Bidasoa, que en 2022 y 2024 no alcanzó el aprobado al detectarse en su desembocadura presencia de tributilo de estaño (TBT), una sustancia química que en el pasado se utilizaba en las pinturas que revestían los barcos por sus cualidades antiincrustantes para algas, moluscos y otras especies, y que fue prohibida a comienzos de siglo por sus efectos contaminantes.
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El investigador de Azti Ángel Borja, uno de los encargados de la vigilancia del estado de las aguas vascas, explica que la aparición de esta sustancia en el río fronterizo «puede deberse a que quedó acumulada en los sedimentos del estuario y podría haber aflorado a la columna de agua si ha habido algún removimiento». En todo caso, resta dramatismo a esta situación por los niveles de TBT encontrados y porque , respecto a la evaluación general, remarca que «la directiva marco del agua en Europa es muy restrictiva, y basta con no cumplir con uno de los valores para que la nota final no sea buena. Es como si a un estudiante le hacen repetir curso porque ha suspendido una asignatura con un 4,5, aunque en el resto haya sacado buena nota».
Hace 30 años ninguna de las zonas cumplía los baremos ecológicos; hoy lo hace la amplia mayoría
Es lo que, asegura, sucede en el Bidasoa. La existencia de TBTle hace tener un estado químico «peor que bueno» que compromete la valoración final a pesar de que su físicoquímica general es «muy buena» y su estado ecológico «bueno».
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Aguas semicerradas en Pasaia
El reto que queda en Gipuzkoa es el puerto de Pasaia, que se ve condicionado por tratarse de un entorno de aguas semicerradas que históricamente ha estado muy contaminado por la existencia de vertidos, la actividad industrial anexa al río Oiartzun (papelera, minería...) y la propia actividad portuaria.
Borja recuerda que el estuario del Oiartzun estaba «tremendamente degradado» hace unos 25-30 años. Recuerda que «hacia 1994», cuando se empezaron a hacer estos controles y a tomar medidas correctoras, «no había nada de vida. La mejora en sus condiciones es muy ostensible, sobre todo a raíz de que a partir de 1995-1996 los vertidos que desembocaban en el puerto se recondujeron a la estación depuradora de Loiola».
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Hoy hay vida vegetal y animal, aunque la situación dista de ser óptima. «Aún existe alguna regata por la que aún entran vertidos humanos o naturales, y sería conveniente eliminar todos los vertidos, así como aumentar el oxígeno en esas aguas para favorecer que esos vertidos se consuman».
El científico de Azti Ángel Borja pide eliminar todas las regatas que vierten al puerto e inyectar oxígeno
Apunta el científico que hay «un desequilibrio entre la presencia de oxígeno y de fitoplancton, favorecido por la propia morfología del puerto, un entorno de aguas semicerradas». Explica que el fitoplancton es necesario, pero cuando hay en exceso supone un problema , porque consume el oxígeno existente en el agua y causa mortalidad». La cuestión es que el fitoplancton se alimenta de nutrientes, como los que caen al puerto por las regatas que aún existen, que ahondan en ese desequilibrio». Otra posibilidad es «inyectar oxígeno en el agua para acelerar el consumo de esos nutrientes que a su vez alimentan al fitoplancton».
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De las tres áreas en que se divide el puerto (La Herrera, parte interna pegada a Lezo, y parte media y externa desde San Pedro y San Juan hacia el mar), la que peores condiciones presenta es la zona del muelle del Hospitalillo.
A pesar de ello, Borja subraya la «gran mejora» experimentada en las aguas de transición de Gipuzkoa en las últimas dos o tres décadas. «Hace 30 años no aprobaba ninguna y hoy lo hacen la amplísima mayoría, tanto en Gipuzkoa como en Bizkaia», remata.
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