«Estamos acostumbrados a que no haya tiendas físicas, nos apañamos»
Manu y Aitziber Urruzola han crecido y han apostado por vivir en un pueblo pequeño aunque no cuenten con todos los servicios a mano
Manu y Aitziber Urruzola llevan toda su vida en Alkiza y saben cuáles son las ventajas y desventajas de vivir en un pueblo pequeño. ... Los hermanos llegaron con seis y dos años desde Andoain a la pequeña localidad de menos de 400 habitantes de Tolosaldea. «Nuestros padres habían nacido y crecido aquí y, por cuestiones de trabajo, se trasladaron hasta Andoain, pero siendo unos críos construyeron una casa en Alkiza y desde entonces aquí estamos». De eso hace ya unas cuantas décadas y los hermanos Urruzola Aranzabe apostaron por seguir viviendo en su pueblo a pesar de la falta de servicios. «Nosotros hemos conocido Alkiza con tiendas y hasta tres bares», asegura Aitziber. «Después de trabajar, la gente solía quedar para tomar un trago todos los días. Era habitual encontrarse a diario con tus amigos y estar un rato charlando».
«Solicitar la compra online es más fácil, sobre todo para la gente mayor, porque ir a comprar es complicado para ellos»
Manu Urruzola
Vecino de Alkiza
De eso ya hace un tiempo, ya que el estanco y un bar desaparecieron y solo queda el ostatu municipal abierto. «Funciona muy bien y da vida al pueblo. Es normal que la gente acuda a misa y después a tomar algo cada domingo. Para muchos es el único momento en el que pueden socializar con el resto de los vecinos», reconoce la alkizarra. «Creo que es el lado más duro de vivir en un pueblo pequeño, la falta de acceso al casco urbano de la gente mayor que vive más alejada, que permanece horas sola en sus casas porque no tienen a nadie que les pueda acercar hasta el pueblo. Son los que más pueden sentir la soledad porque muchos, a diario, el único contacto que tienen es la llegada del panadero con el que hablan un rato».
«Creo que el lado más duro de vivir en un pueblo pequeño, es la falta de acceso de la gente mayor que vive más alejada»
Aitziber Urruzola
Vecina de Alkiza
Es el lado más duro de la vida en un pueblo pequeño, pero en la mayoría de los casos son conscientes de ello y eligen vivir sus últimos años en su casa. La otra cara de la moneda de la vida en municipios pequeños la generan las eskola txikiak. «Alkiza es un pueblo privilegiado. Tener la escuela en el pueblo es un gran lujo y, aunque tuvimos que luchar mucho para que no cerraran el centro escolar donde estudiamos nosotros, mereció la pena. Ganamos todos en calidad de vida», reconoce Manu Urruzola. Junto a su hermana trabaja en el negocio familiar que creó su padre. «Aunque sea difícil de creer para algunos, tener nuestro taller en un pueblo tan pequeño no supone ningún problema. Los suministradores o clientes cada vez tiene menos problemas para acercarse hasta aquí y muchos envidian el poder trabajar en un lugar como este, por su ubicación, fácil acceso desde Anoeta...».
Esa buena ubicación les permite contar con algunos servicios de los que no disponen en Alkiza. «Todos los días viene el panadero. Hay un pescadero que se acerca hasta aquí y le puedes hacer el pedido por whatsapp. Hay supermercados que te traen la compra hasta casa y la puedes pedir online... Estamos acostumbrados a que no haya tiendas físicas en nuestro pueblo y nos apañamos, sin ningún problema».
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