Aniversario del Martín Berasategui: 30 años, cientos de bodas y lluvia de estrellas
El restaurante Martín Berasategui de Lasarte-Oria abrió un día como hoy hace tres décadas. El chef revela el viaje desde el sótano del Alejandro al cielo de la cocina
Está reconocido como uno de los grandes templos de la cocina, pero su historia combina el olimpo de las tres estrellas Michelin con un largo ... historial de banquetes: cientos de novios, especialmente guipuzcoanos, salieron 'bendecidos' de Martín Berasategui. La trayectoria del restaurante de Lasarte, que hoy 1 de mayo cumple exactamente treinta años, es singular: durante un tiempo supo compaginar la excelencia gastronómica con las bodas y las celebraciones necesarias para subsistir en un proyecto millonario.
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«Nuestro éxito fue saber bien qué hacíamos, ser siempre meticulosos y no defraudar a nadie», explica Berasategui, que el jueves cumplió 63 años. «Se me acumulan las celebraciones», bromea el chef, con doce estrellas Michelin en sus diferentes restaurantes y cargado otra vez de nuevos proyectos.
«Este es el sueño de un cocinero chiflado, de su familia y de un equipazo», resume Berasategui al posar con su esposa, Oneka Arregi, su hija Ane, su yerno José Manuel Borrella, jefe de sala, y buena parte del amplio equipo, en la foto de la celebración para El Diario Vasco. Hace treinta años se quiso inaugurar el 27 de abril, día del cumpleaños del cocinero, «pero unas mesas no llegaron a tiempo y hubo que esperar hasta el 1 de mayo».
«Para la obra de Lasarte, Kutxa nos dio el mayor préstamo que había dado en hostelería: gracias a eso arrancamos»
Porque los comienzos no fueron fáciles. «Yo crecí en el bodegón Alejandro, en un sótano, donde aprendí todo de mis padres y de mi tía. A los 15 años decidí que quería ser cocinero y empecé a trabajar como un mulo mientras me formaba. Ya años más tarde me puse al frente del bodegón con Oneka, recibimos la primera estrella Michelin y vimos que había que seguir creciendo en un sitio mayor. Ya había sido un milagro recibir una estrella en un sótano». A la vez, Martín Berasategui era ya reclamado por el exterior: «Son los años en que un día a la semana me levantaba a las cinco de la mañana para ir a asesorar El Amparo de Madrid y volvía».
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El apoyo de la alcaldesa
Empezaron a buscar ubicaciones para el restaurante. «Yo era muy tímido pero ambicioso: quería ser un referente en el mundo. Miramos un restaurante en Igeldo, la casa del Conde de Romanones en Oiartzun... Hasta que un día, hablando con la entonces alcaldesa de Lasarte, Ana Urchueguía, nos dimos cuenta de que teníamos la solución a mano: el propio caserío donde nació mi mujer Oneka. La alcaldesa nos ayudó muchísimo en los trámites».
Hubo otra ayuda fundamental. «Era un proyecto carísimo y no teníamos dinero. Kutxa apostó por nosotros y nos dio el mayor crédito que había habido en Gipuzkoa para un negocio hostelero que no fuera hotel».
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Así arrancó Martín Berasategui. «El edificio tenía posibilidades y al principio combinamos las bodas con el restaurante de excelencia gastronómica. A cada uno le dábamos lo que quería. En el caso de las bodas, yo decía a los novios que fijaran el precio que podían pagar y les hacía el menú a medida. El resultado es que cientos de guipuzcoanos se casaron en casa, nunca he hecho la cuenta. Y estoy orgulloso de formar parte de sus vidas».
«Acabamos de tomar el timón del Club Allard de Madrid y abrimos en Dubai 'Jara', proyecto que tendrá el nombre de mi nieta»
Berasategui crecía. La primera estrella llegó a los seis meses de la inauguración, la segunda tres años después y, al fin, en 2002, «el momentazo de la tercera, aquel tocar el cielo, aquella noche que paseé durante horas sin rumbo por Donostia paladeando la felicidad». Y una decisión: en Lasarte ya no se darían más bodas.
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El 'centro de operaciones'
Comenzó otro cambio de vida para Berasategui. Mientras afianzaba con su equipo la 'casa' de Lasarte como punto de peregrinación de gourmets de todo el mundo le llegaban propuestas de asesoramiento de numerosos lugares. Implantó así el 'método Martín': la formación de equipos en lo que él llama «casa madre» de Lasarte y la dirección de negocios en el exterior desde ese 'centro de operaciones'. Así ha logrado hasta doce estrellas Michelin en una red que sigue creciendo y en la que siempre anuncia novedades. Acaba de tomar las riendas del Club Allard en Madrid, con José María Goñi al frente de la cocina, y arranca también en la capital la taberna Madrí Madre. «Espero inaugurar en septiembre Jara, que es el nombre de mi nieta, en el hotel The Lana en Dubai. Seré el primer cocinero vasco en ese lugar y será ambicioso. El año que viene habrá más cosas en Marbella y probablemente en Fuengirola».
«En estos treinta años he perdido frescura pero he ganado sabiduría: hay que disfrutar cuando se tiene melena y cuando se cae el pelo», resume Berasategui como reflexión. Y se emociona hasta entrecortar la voz cuando dice que «espero que un día, cuando mis nietos vean todo lo que sus abuelos construyeron aquí, vean que teníamos fuerza. O sea, garrote». No podía terminar de otra forma.
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La firma del padre, «que no pudo ver todo esto»
Recuerda el cocinero que también fue hace 30 años, en el arranque de Lasarte, cuando decidió que la firma de su padre sería la marca de Berasategui. «Yo la sabía hacer bien... porque a veces falsifiqué las notas», confiesa con sonrisa. «Es mi homenaje: llevar esa firma por el mundo en su memoria, porque me apena que él no pudiera ver todo esto, desde el Berasategui de Lasarte a las estrellas Michelin».
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