El fin de la creatividad

Frente la singularidad histórica de las propuestas ferranianas, lo que vino después con una fuerza descomunal no tenía un origen ni ADN único e indiscutible. El manifiesto de la Nueva Cocina Nórdica lo conceptualizó teóricamente, pero el origen y las raíces de aquel viaje de vuelta, con su defensa de la raíz y el producto, del retorno a técnicas arcaicas como el fuego vivo y las fermentaciones, era múltiple y geográficamente muy diverso: frente a la creatividad pura que había conseguido llevar la cocina a los museos, la reconexión de lo culinario con el sector primario, con el territorio y la identidad.

Según mi opinión, el empuje de las ideas en la cocina continuaba vivo, solo que había mutado y se había vuelto plural. Por eso, cuando he escuchado a varios de los participantes en el documental de Martínez sostener que no se ha creado nada nuevo en los últimos años me he sentido empujado a escribir este artículo. Creo que la aportación de Ferrán Adrià es la aportación de España a nivel internacional más influyente de las últimas décadas en cualquier disciplina y que es difícil que pueda volver a darse, pero de ahí a decir que ahora no se crea nada nuevo o que la creatividad ha dejado de fluir desde las cocinas a los platos va un trecho.

Si Ortega y Gasset anduviera ahora entre nosotros acabaría explicando la situación que vivimos con su teoría de las generaciones, la que afirma, simplificando mucho, dos cosas: el hombre se ancla al valor y a la aportación de su tiempo y su mundo para darle sentido a su vida y la siguiente generación adopta siempre una actitud respecto a la anterior, alternando una de ruptura y otra de continuismo. Todo padre cree que sus tiempos fueron más heroicos. Todo aficionado cree que la música de su generación fue más auténtica y creativa.