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La sorpresa invisible y la mayoría silenciosa

Diario de campaña ·

Sánchez y el tándem Casado-Arrimadas cortejan al espacio moderado vasco por el que pugna también Urkullu en una encarnizada disputa con la abstención

Alberto Surio

San Sebastián

Lunes, 6 de julio 2020, 06:00

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La batalla del 12-J se libra contra la abstención. Es el principal rival. Todos lo saben desde el primer día y todos se empeñan en combatir este adversario invisible y peligroso. La pandemia no ha sido vencida. Afloran nuevos brotes y vuelven solo algunos hábitos de la normalidad. Y la política se ve diezmada por un virus que aún no ha encontrado ni vacuna ni tratamiento.

Mientras tanto, la campaña vasca sigue atascada en un cruce de llamamientos predecibles. La pelea se plantea, sobre todo, en el territorio del centroizquierda sociológico y de los indecisos más moderados de la mayoría silenciosa. Pedro Sánchez arropó ayer a Idoia Mendia en Bilbao, bajo un sol de justicia y junto a la Puerta de los Honorables, donde está la escultura de homenaje a Ramón Rubial. Un enclave de gran contenido simbólico con el que el PSE pretende movilizar al electorado del PSOE porque, como señalaron ayer, «votar a Idoia Mendia es votar a Pedro Sánchez». Las encuestas reflejan viento a favor del Partido Socialista que quiere, sobre todo, combatir la abstención y la idea de que está todo hecho. Con el porcentaje de apoyo que se detecta a la gestión de la crisis por parte del Gobierno central «hay margen de mejora», dicen con aplomo en el PSE.

Iñigo Urkullu se va a emplear a fondo en la idea de que no todo el pescado está vendido, que el mensaje de que su triunfo es seguro es muy arriesgado para ellos y puede relajar demasiado los músculos. El estado de ánimo es bueno, pero se muestran cautos y muy precavidos. La estrategia es sencilla, y fue ayer remarcada en una puesta en escena festiva y mendizale: Urkullu es seguridad, es solvencia y es confianza. El PNV quiere combatir a toda costa la idea de que su victoria está hecha y necesita polarizar y activar el voto dormido. En esa táctica de tensión buscarán en los próximos días el cuerpo a cuerpo con Euskal Herria Bildu porque creen que el voto moderado, sobre todo del espectro de centroderecha, está en caída libre en relación al Partido Popular y ese flanco les puede suponer hasta tres escaños más y superar los míticos 32 de la época de Garaikotxea. Casi la 'prehistoria' de 1986.

Pero, evidentemente, la coalición PP-Ciudadanos no quiere amilanarse ni quedarse en el fatalismo de los malos presagios. La visita de ayer de Pablo Casado e Inés Arrimadas a la Casa de Juntas de Gernika encierra una poderosa simbología conjunta. Se trata, en esencia, de un intento de reconquistar el centro liberal no nacionalista que se ha podido perder, al menos en parte, en los últimos años. Se trata de combatir el maleficio de unas encuestas que son desastrosas para la entente. En el entorno de Casado están convencidos que los resultados no van a ser tan catastróficos, ni mucho menos, porque creen que el centroderecha tiene un suelo firme en el País Vasco. Pero la procesión va por dentro. La llegada de Arrimadas a Gernika proyecta también una imagen poderosa. Si se tiene en cuenta que Ciudadanos nació en Cataluña con un sesgo profundamente antinacionalista, y que una de las señas de identidad de los naranjas es su aversión al Concierto y al hecho foral vasco, la fotografía de la Casa de Juntas, junto al árbol de los derechos históricos, constituye todo un punto de inflexión. Un movimiento de 'realpolitik' que habrá que ver si es pura escenografía electoral o si responde a un replanteamiento más de fondo, acorde con el giro pactista de este partido en los últimos meses.

Mientras tanto, Elkarrekin Podemos-IU insiste en buscar un espacio nítidamente progresista, más a la izquierda que la socialdemocracia clásica, que no es independentista y que propugna un nuevo pacto plurinacional en España. Los morados sostienen que este discurso abierto es, en el fondo, el mayor enemigo del nacionalismo tradicional, que prefiere, creen, construir un mapa con espacios ideológicos cerrados y etiquetas para toda la vida para perpetuar, así, su hegemonía. Su candidata a lehendakari, Miren Gorrotxategi, contará hoy con el aval directo de Pablo Iglesias y Alberto Garzón en Bilbao. Unidas Podemos da el do de pecho en Euskadi y pretende combatir también los pronósticos, que no son buenos, y que apuntan la vuelta de un pequeño sector de votantes hacia el PSE pero también, sobre todo en Gipuzkoa, hacia EH Bildu. Este último pulso, sobre todo entre las nuevas generaciones y sobre todo en Gipuzkoa, puede avivarse en los próximos días.

'Nouvelle vague'

Pero EH Bildu se muestra, íntimamente, con la certeza de que puede capitalizar un desfondamiento de la participación, que pagarían los partidos grandes. ¿Sería una de las sorpresas agazapadas? Nadie lo sabe a ciencia cierta, ni siquiera quienes apuntan que Vox puede colarse y sacar un escaño en Álava rompiendo pronósticos. O que Equo no está tan lejos. José Ramón Becerra, su candidato, es el llanero solitario. Pretende aprovechar la nueva ola ecologista que la victoria de los candidatos verdes en las municipales galas deja al descubierto, La 'nouvelle vague' francesa. Becerra es ingeniero y sabe bien que la política no es como el cine. Pero tampoco como las matemáticas.

Correos admite más de 82.600 votos por correo para el 12-J

Correos ha admitido hasta el cierre de sus sistemas este pasado sábado 82.601 votos por correo de vascos que han decidido ejercer por correo su derecho al voto en las elecciones del 12-J. Según informó la empresa postal, esta cifra, a una semana de que se celebren los comicios autonómicos, supone que ya se han admitido más votos por correo que el total de votos por correo gestionados en el anterior proceso electoral homologable, las elecciones de 2016, para las que se admitieron 47.826 votos por correspondencia, y va en línea con el récord registrado en el número de solicitudes de voto por correo admitidas, que han ascendido a 125.255 solicitudes, un 140% más que en 2016.

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