Una parodia para sacudir el tablero
Diario de campaña ·
La urgencia económica y el eje derecha-izquierda eclipsan lo identitarioen los primeros compases de una campaña planaUn vídeo de Elkarrekin Podemos, con una polémica parodia de la serie norteamericana 'Powers Rangers', ha animado esta insulsa campaña en la que los ... candidatos luchan a brazo partido para frenar la abstención. Los 'supertrionics' -los tres partidos de izquierda- y Urkutron -Urkullu- se han convertido en los protagonistas. El lehendakari y candidato del PNV a la reelección aseguró ayer en una entrevista a Diariovasco.com que desconocía el contenido del vídeo porque no sigue las redes sociales.
La iniciativa gustará o no, pero no cabe duda que se agradece en una campaña tan bajo mínimos cualquier formato que rompa la rutina, aunque venga de otra 'galaxia'. Otra cosa es que este pulso sigue sin tensionarse y ni siquiera los intentos de polarización surten demasiado efecto, aunque lo que está en juego es serio y afecta, sobre todo, al futuro económico. El debate identitario se ve desplazado por el factor social y, también, por el eje derecha-izquierda, con sus contradicciones. Durante años, el 'mito' construyó una coraza poderosa que era difícil de derribar. La victorias electorales de Podemos en las elecciones generales de 2015 y 2016 en el País Vasco empezaron a diluir aquella frontera entre dos bloques cerrados: los nacionalistas y los no nacionalistas que ETA había galvanizado a sangre y fuego.
🔴🟣🟢 Hace bien poco, en una galaxia no tan lejana, hubo quien quiso hacer las cosas de otra manera.
Podemos/Ahal Dugu (@PodemosEuskadi_) June 29, 2020
🤖Urkutron trató de impedirlo. Conoce la historia... pic.twitter.com/DARXn2zbR4
La crisis económica de 2008 ya había comenzado a provocar sus estragos. Hoy, la emergencia sanitaria por el Covid-19 y sus graves secuelas fuerzan una campaña electoral bien alejada de cualquier esencialismo, la sitúan en 'las cosas del comer' y en el derecho a la salud cercenado por la cruel llegada de una enfermedad que ha trastocado todos los esquemas. Dentro del nacionalismo, Iñigo Urkullu y Maddalen Iriarte juegan en una liga bien alejada de esas coordenadas sentimentales. El mismo Joseba Egibar se ha estrenado con una dura andanada contra EH Bildu y contra la «oposición político-sindical» -en alusión a ELA y LAB- que quieren «destruir al PNV» aprovechando la pandemia.
En este marco de juego los candidatos se lanzan a la arena con mensajes centrados en la fortaleza de un modelo social más necesario que nunca. «Hay que ofrecer certidumbre», insistía ayer Idoia Mendia en Eibar. «Hay que ofrecer confianza y solvencia», recalcaba ayer Urkullu en Hendaia, mientras reiteraba de víspera su pregunta de qué partido es «más de izquierda» que el PNV en la defensa de las políticas sociales. El eje izquierda-derecha siempre ha tenido serias dificultades en Euskadi para romper el imaginario de la 'cuestión nacional' y el PNV ha explotado con éxito esa incapacidad, pero ahora se ha resituado y todos se adaptan a este terreno social.
Cuando Elkarrekin Podemos lanza su propuesta de 'gobierno de izquierdas' con EH Bildu y el PSE se ubica quizá en una Euskadi de pasado mañana. Será el momento en el que la que la izquierda ponga en serio sobre la mesa el debate sobre el futuro modelo fiscal que es la madre del cordero para retratarse, opina Miren Gorrotxategi, la candidata a lehendakari.
El bucle melancólico
Otra cuestión es que Euskadi tiene sus propios ritmos y tiempos y que la dinámica de bloques en la política española no puede aplicarse de forma mimética. Pero estamos en campaña y los morados respiran por esa onda cuando propugnan un cambio en la relación de fuerzas y un nuevo modelo de alianzas que desplace al PNV del poder. Y EH Bildu alienta esa nueva mayoría soberanista de izquierdas, liderada por ellos, frente a un PNV que considera incapaz de romper el actual estatu quo. Maddalen Iriarte intenta colocar este mensaje y cree que empieza a calar.
En este panorama la política vasca se ve atrapada por un bucle melancólico. Por un lado, los pactos del PNV con los partidos no nacionalistas -hoy con el PSE, ayer con el PP- garantizan estabilidad y ahuyentan el riesgo de un proceso rupturista a la catalana. El Gobierno de Madrid, esté el PSOE o esté el PP, necesita de la pieza jeltzale en el tablero negociador para apaciguar las pulsiones. A la vez, sobre todo en el socialismo vasco, esta entente plantea un dilema a medio y largo plazo, ya que limita su campo de juego. En la izquierda vasca aflorará, más tarde que temprano, una reflexión sobre la posibilidad de emprender un vuelo más autónomo. Por eso el PNV mira de reojo la posibilidad de que una suma de izquierdas le complique las cosas en el futuro, aunque a corto plazo sea inviable una mayoría alternativa de gobierno.
Otra cuestión es que, con el paso del tiempo, los prejuicios de la historia se vean desbordados por el empuje de unas nuevas generaciones que viven con más naturalidad su identidad. O sus identidades, que no sienten las fobias y las filias de sus mayores, aunque se enreden en las redes. El factor ideológico pierde peso, las fidelidades ya no son para toda la vida y eso se termina notando, también, en la política.
La campaña sigue su curso bajo esa sombra del temor que ha precipitado la pandemia del Covid-19. Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo incidirá ese estado de ánimo en las urnas. Esta incertidumbre puede incluso hasta dar alguna sorpresa que nadie intuye.
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