¿Cuánto cuesta ser sostenible en casa?
Las finanzas verdes aterrizan en el día a día de los hogares: desde la factura de la luz hasta la hipoteca, ser más ecológico tiene un precio… y también un retorno
a sostenibilidad ha dejado de ser un asunto de grandes empresas o políticas globales para colarse en la economía doméstica. En casa tomamos decisiones que ... afectan directamente al bolsillo y al planeta: elegir electrodomésticos eficientes, instalar placas solares, contratar una hipoteca verde o simplemente cambiar hábitos de consumo. Pero, ¿cuánto cuesta realmente ser sostenible en el hogar? Y sobre todo, ¿cuánto podemos ahorrar –o perder– en el intento? A continuación, repasamos este asunto por diferentes conceptos para que, como siempre, tomes la mejor decisión.
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Electrodomésticos
El primer terreno donde se nota. Los de clase energética A suelen ser entre un 10% y un 30% más caros que los convencionales, pero permiten ahorrar hasta 200 euros al año en la factura de la luz. Eso sí, la inversión tarda entre cuatro y seis años en amortizarse, por lo que conviene empezar por los aparatos que más consumen, como el frigorífico o la lavadora.
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Iluminación LED
Sustituir bombillas halógenas por LED cuesta algo más al principio –entre 2 y 5 euros frente al euro de una bombilla convencional–, pero consumen un 80% menos y duran hasta diez veces más. Si se cambia toda la casa de golpe puede suponer un desembolso, de ahí que lo recomendable sea hacerlo de forma progresiva, comenzando por las estancias de mayor uso.
La cifra
200 euros
al año en electricidad se puede ahorrar apostando por electrodomésticos eficientes.
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3
Placas solares
Se trata de la inversión más ambiciosa. Instalar un sistema fotovoltaico en una vivienda unifamiliar ronda entre 5.000 y 7.000 euros, pero permite ahorrar hasta el 60% de la factura eléctrica y vender los excedentes. El gran obstáculo es el coste inicial, aunque existen ayudas públicas y deducciones fiscales que pueden rebajar la factura entre un 30% y un 40%.
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4
Aislamiento térmico
Cambiar ventanas, puertas y paredes puede costar entre 6.000 y 12.000 euros en una vivienda media, pero el ahorro en calefacción y aire acondicionado se acerca a los 500 euros anuales. El inconveniente es que requiere obras, aunque muchas comunidades autónomas ofrecen subvenciones dentro de programas de rehabilitación.
Instalar un sistema fotovoltaico ronda entre 5.000 y 7.000 euros, pero permite ahorrar hasta el 60% de la factura eléctrica
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Hipotecas verdes
Ofrecen intereses hasta dos décimas más bajos a quienes compran o rehabilitan viviendas eficientes. Esto puede suponer un ahorro importante a lo largo de los años, aunque solo es aplicable a inmuebles con alta certificación energética. La clave es comparar si la mejora en las condiciones compensa el coste de alcanzar ese nivel de eficiencia.
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6
Consumo consciente
Es una herramienta de bajo coste y alto impacto. Reducir, reutilizar y reciclar no requiere más que disciplina: planificar la compra, evitar envases de un solo uso y aprovechar plataformas de segunda mano ayuda a reducir gastos superfluos y residuos.
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Movilidad sostenible
Un coche eléctrico cuesta todavía un 30% o 40% más que uno de combustión, pero después resulta más barato por kilómetro recorrido y está exento de algunos impuestos. La red de recarga aún es limitada, por lo que cada vez más familias valoran opciones intermedias como el 'carsharing' o el aprovechamiento de ayudas públicas que superan los 7.000 euros.
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Tienen un precio inicial alto, pero las inversiones se amortizan en pocos años y generan después un ahorro neto
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8
Ahorro de agua
Esta opción ofrece pequeños gestos con retorno inmediato. Instalar reductores de caudal en grifos o cisternas cuesta unos 100 euros y permite ahorrar hasta 50 euros al año en la factura. El desembolso es modesto y se amortiza rápido, aunque el impacto en la economía familiar es menor que el de la energía.
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¿Entonces, a modo de conclusión, merece la pena ser sostenible en casa?
Ser sostenible en casa tiene un precio inicial que no siempre es pequeño, pero muchas de estas inversiones se amortizan en pocos años y generan después un ahorro neto. La clave está en priorizar: comenzar por las medidas de bajo coste y alto impacto, como iluminación LED o consumo consciente, y planificar con calma las de mayor calado -como las placas solares o el aislamiento- aprovechando al máximo las ayudas públicas disponibles.
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