Resurge el fantasma de una recesión global
Los expertos descartan un parón inminente pero advierten de que frenazos de economías como la alemana impactarán en Euskadi |
ANA BARANDIARAN
SAN SEBASTIÁN.
Domingo, 18 de agosto 2019, 13:59
El fantasma de una nueva recesión global ha sacudido esta semana los mercados de todo el mundo. Los inversores están cada vez más nerviosos ... ante las amenazas que se van acumulando en un panorama ya marcado por la desaceleración y las señales de fin de ciclo. Un día es la crisis política de Italia y al siguiente el derrumbe de Argentina por la posible vuelta del peronismo. Aunque el principal motivo de preocupación es Trump y su guerra comercial. Estos días ha quedado en evidencia que los efectos del conflicto entre EE UU y China están haciendo mella en la economía real de potencias como la alemana.
La locomotora europea se ha parado. Ya renqueó en la segunda parte del año pasado debido a los problemas de su sector de automoción, pero la contracción sufrida en el segundo trimestre deja patente su vulnerabilidad. Su dependencia de la exportación le ha convertido en la primera víctima de la tensión comercial. Y si la primera economía europea se frena, el riesgo de contagio es muy elevado. Sin olvidar que otros países como Italia o Francia también están estancados y con sus propios problemas. A todo ello se suma la espada de Damocles de un Brexit salvaje.
¿Son suficientes motivos para que se desencadene una nueva recesión global? Los analistas no la ven a corto plazo. «Creo que hay base para estar muy preocupados, pero también que los mercados se han pasado de vueltas en su alarmismo. Esto no es 2008», apunta Juan Ignacio Crespo, asesor del fondo Multiciclos Global Renta 4. No se debe obviar el soporte de los bancos centrales, pese a que el BCE esté limitado.
De lo que no hay dudas es de que esta inestabilidad internacional va a pasar factura a la economía vasca que, al igual que la española, había aguantado muy bien hasta ahora, «casi como una isla», según advierte Joseba Madariaga, director del servicio de estudios de Laboral Kutxa. «El contagio se transmite por el sector exterior y la industria», señala. Habrá que ver si el Gobierno vasco se precipitó en junio al revisar al alza su previsión de crecimiento al 2,3%.
Trump y su guerra comercial, la principal preocupación
La semana no se presentaba mal. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio una grata sorpresa el martes al anunciar un aplazamiento en parte de los aranceles que debían entrar en vigor el 1 de septiembre, a la vez que se retomaban los contactos. Pero la alegría duro poco. En los últimos días se han recrudecido las tensiones.
Aunque existe el convencimiento de que los dos gigantes tienen que llegar a un acuerdo por su propio bien, la personalidad de Trump hace desconfiar de un desenlace positivo. Ya dio un buen susto con el veto a Huawei, si bien lo que tiene en vilo a los mercados este agosto es la respuesta a China y su decisión de devaluar el yuan, utilizando su divisa como arma.
La guerra comercial es considerada la principal amenaza para la economía mundial. Sus efectos ya son palpables. La inversión se ha retraído en todo el mundo y «la industria está en recesión global», según Crespo. Lo que está aguantando las economías es el consumo. Un ejemplo es EE UU, que aún crece al 2,1%.
El conflicto ya ha tenido un impacto directo en empresas vascas como Tubos Reunidos, afectada por los aranceles al acero, o Tubacex, que tuvo que cancelar un contrato en Irán. Pero lo peor viene de los efectos indirectos. La incertidumbre daña a las compañías más vinculadas al ciclo económico, como acereras o automovilísticas. «Por eso están sufriendo en Bolsa Cie o Gestamp, pese a sus buenas estrategias», dice Isabel Mera, de Norbolsa. En su caso, además, se suma la crisis del diésel, todavía no superada. Y encima Trump mantiene la amenaza de imponer aranceles a los coches europeos. «Eso sería la hecatombe», advierte Joseba Madariaga.
El frenazo de Alemania y el riesgo de contagio
Al arrancar el año existía la esperanza de que Alemania superase el bache de la segunda mitad de 2018, cuando se vio lastrada por los problemas de su potente sector de automoción debido a la crisis del diésel y la nueva normativa de emisiones. El primer trimestre alentó el optimismo, pero el segundo ha destrozado cualquier esperanza: la locomotora europea se contrajo un 0,1% , con lo que bordea la recesión.
Aunque era esperado, el dato ha causado gran inquietud porque confirma los peores temores. Esto es, que la guerra comercial está teniendo un gran impacto en una economía tan abierta y dependiente de las exportaciones como la germana. Su otrora potente industria manufacturera está sumida en una profunda recesión. En junio la caída fue del 6,2%, mayor que el 5% de mayo o el 4% de abril.
El frenazo de Alemania supone una importante amenaza para el resto de la zona euro, donde predomina el estancamiento con alguna excepción como la de España, que mantiene un crecimiento del 2,3%. Francia no está muy boyante (1,3%), mientras Italia sigue sin levantar cabeza, con el agravante de su crisis política, tras la ruptura del gobierno de coalición por el deseo de Matteo Salvini de convocar elecciones.
Para Euskadi también el parón alemán entraña un alto riesgo. Se trata de su segundo mercado de exportación más importante, por detrás de Francia. Las ventas a Alemania ya se han resentido, son una caída del 2,6% hasta mayo, debido sobre todo a la situación de la planta de Mercedes, muy afectada por la crisis del diésel. Pero también se han visto penalizados otros sectores como el aluminio, el acero o la máquina-herramienta.
La espada de Damocles de un Brexit salvaje
Con todos los acontecimientos que se suceden en los últimos días, la amenaza del Brexit ha quedado relegada a un segundo plano. Pero la espada de Damocles está ahí y el 31 de octubre, la fecha prevista para la salida del Reino Unido haya o no acuerdo, está marcada en rojo en todos los calendarios, incluidos los de las 500 empresas vascas que exportan al país.
La llegada de Boris Johnson a Downing Street ha elevado considerablemente el riesgo de un Brexit salvaje, que tendría unas consecuencias imprevisibles sobre la economía británica y europea. De hecho, el caos reinante desde el referéndum de 2016 ya ha repercutido en el PIB del país. En el segundo trimestre del año se contrajo un 0,2%. La libra esterlina está bajo presión, acercándose a la paridad con el euro, aunque en las últimas sesiones se ha relajado algo.
Debido al enorme caos que supondría una salida abrupta, prevalece la confianza en que al final se impondrá la razón, aunque sea en el último minuto. A alimentar esa esperanza está contribuyendo también el líder laborista británico, Jeremy Corbyn, que en septiembre presentará en el Parlamento de Westminster una moción de censura contra el Gobierno de Johnson. «Seguimos viendo baja probabilidad de un Brexit duro», señalan en la gestora internacional Pimco.
Pero la amenaza sigue ahí y constituye un enorme quebradero de cabeza para Euskadi. Reino Unido es el tercer mercado para la exportación vasca y entre los sectores más vulnerables a una salida sin acuerdo estarían la automoción (Mercedes, Gestamp, Cie), la aeronáutica (con ITP a la cabeza) y las bodegas de la Rioja alavesa.
El limitado margen de maniobra del BCE
El rebote que experimentaron los mercados el viernes tras una semana de fuertes caídas tuvo mucho que ver con la confianza en que los bancos centrales seguirán ejerciendo de salvavidas contra la recesión, tal como lo han hecho en los últimos años. Ya está previsto que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo tomen nuevas medidas de estímulo en septiembre.
Pero su margen de maniobra es diferente, mucho mayor en el caso de Estados Unidos. La Fed ya había subido tipos en los últimos años con lo que solo tiene que limitarse a bajarlos otra vez. Ya lo hizo a finales de julio desde el 2,25% al 2% y ahora prepara un recorte mayor, de 50 puntos básicos, muy presionada por las exigencias de Trump.
El BCE lo tiene mucho más difícil puesto que mantiene los tipos de interés en cero, así que tendrá que ser mucho más imaginativo. Mario Draghi ya dio algunas pistas el 25 de julio y será en la reunión del 12 de septiembre cuando coloque las armas sobre la mesa. El banquero italiano, que en octubre finalizará su mandato, suscita confianza, pero existe el riesgo de que se quede corto. Se da por hecho que rebajará aún más la tasa que cobra por los depósitos de los bancos y que reiniciará la compra de bonos, no descartando si quiera que entre en acciones.
Ante esta perspectiva, el Euríbor ha pulverizado sus mínimos y cotiza en -0,33% en agosto. Positivo para los titulares de las hipotecas pero un drama para la banca, que vive momentos difíciles. «La española se está viendo especialmente castigada en Bolsa por su dependencia de los préstamos variables», apunta Isabel Mera, de Norbolsa. Encima está pendiente la sentencia del tribunal de la UE sobre el IRPH.
Los mercados y el peligro de la profecía autocumplida
Los mercados siempre se anticipan a lo que está por venir, aunque en este caso podrían estar pasándose de frenada, según explica el experto en ciclos económicos Juan Ignacio Crespo. De hecho, ya corrigieron algo en la sesión del viernes. El peligro, señala este experto, es que si se ponen demasiado pesimistas pueden llegar a desencadenar esa recesión que están atisbando en una especie de profecía autocumplida. No hay que olvidar que Wall Street lleva más de una década al alza, con unas ganancias acumuladas del 330%. En julio marcó nuevos máximos históricos y en algún momento tendrá que pinchar.
Los expertos no descartan una recesión a finales de 2020 pero, por ahora, no la ven. «La economía global continúa desacelerándose, pero no estamos al borde de una recesión ni en EE UU ni en el mundo. Los datos apuntan al crecimiento. La industria está débil, pero los servicios resisten. El consumo está fuerte», señala en un informe Natixis, que recuerda cómo EE UU mantiene un crecimiento del 2,1%.
En la misma línea, Pimco mantiene una previsión para EE UU de entre el 2% y el 2,5% para este año, aunque rebaja hasta el 0,75%-1,25% la de la Eurozona. En cuanto a China, cree que se ralentizará hasta el 5,5%-6,5%, pero confía en su estabilización gracias al paquete de estímulos que ha adoptado el Gobierno de Xi Jinping y que podría ampliar.
El soporte de los gobiernos es uno de los factores que alientan la confianza. Se espera que el alemán también sume fuerzas, incluso llegando a renunciar a su férrea austeridad. Un impulso que reforzará el que llegue desde los bancos centrales.
Pero si algo ha quedado claro esta semana es que el temor se ha instalado en los mercados, con los inversores muy nerviosos refugiándose en los bonos y el oro. El fantasma de una recesión global da mucho miedo.
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