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CL quiere invertir 50 millones para reabrir Corrugados y generaría 700 empleos
El grupo afirma que la operación solo es viable en la ubicación actualy el Ayuntamiento de Azpeitia señala que lo impide el Plan General
La apuesta del Grupo Industrial CL por Corrugados es firme, pero antes deberá superar los escollos que presenta la normativa urbanística de Azpeitia. Que el envite del grupo extremeño es sólido se desprende del plan presentado a las instituciones y al que ha tenido acceso DV. El grupo prevé invertir 50 millones de euros en la reapertura de la planta de Azpeitia y generar 700 puestos de trabajo, 200 directos y 500 indirectos, todo un acicate para una comarca afectada por la crisis provocada por la pandemia, porque generaría carga de trabajo en proveedores locales.
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Parte de la inversión señalada -30 millones- se destinaría a recomprar la maquinaria. Esta fue adquirida en subasta por un consorcio de tres empresas cuando el Grupo Gallardo cerró la factoría en 2013. Los 20 millones restantes se emplearían en la compra de materia prima para iniciar la producción en el menor plazo posible.
La intención del Grupo Industrial C es poner en marcha la factoría dentro de seis meses, de ahí que la propuesta del Ayuntamiento de Azpeitia de trasladar la actividad a un polígono industrial sea considerada inviable por costes y plazos. El grupo, además, ha trasladado a las instituciones que asume un riesgo económico importante con esta operación, porque aunque estima que los hornos y el resto de las instalaciones se encuentran en buen estado, no se descarta que a la hora de la verdad haya que realizar inversiones en nuevos equipos. Por tanto, considera que construir una factoría comenzando desde cero dispararía la inversión al tiempo que retrasaría la entrada de dinero en caja, puesto que la actividad no arrancaría hasta pasados un par de años.
Aerogeneradores
La planta se dedicaría a la fabricación de acero para la construcción, el negocio al que se dedicó Corrugados, y a su vez se abriría a otros sectores, en especial al eólico. En concreto, la factoría de Azpeitia produciría las barras utilizadas en la cimentación de los aerogeneradores. Hay que tener en cuenta que el grupo compró en 2016 la empresa vizcaína Global Energy Services (GES), con sede en Zamudio. Esta compañía está especializada en servicios para la industria hidráulica, solar y eólica.
El plan industrial del Grupo Industrial C cuenta con el respaldo explícito del Gobierno Vasco y de la Diputación de Gipuzkoa. La consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, reiteró ayer que «si hay voluntad», los condicionantes urbanísticos se pueden superar e insistió en que «la pelota está en el tejado» del Ayuntamiento, en referencia a que es la institución competente para modificar el Plan General.
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En la misma línea se manifestó el diputado foral de Promoción Económica y Proyectos, Jabier Larrañaga, quien emplazó al consistorio azpeitiarra a que «pase de las palabras a los hechos y, en lugar de poner trabas, realice las gestiones para permitir que Corrugados vuelva a abrir sus puertas». Larrañaga añadió que la recuperación de la actividad supondría un espaldarazo para Azpeitia y la comarca del Urola por los nuevos puestos de trabajo que generaría y el efecto tractor sobre otras empresas.
Otra ubicación
El Ayuntamiento de Azpeitia también está a favor de la reapertura, pero no en la ubicación actual. La alcaldesa de la localidad -según informa Eli Aizpuru- así lo manifestó este viernes en una rueda de prensa convocada en el consistorio. Nagore Alkorta, quien estuvo acompañada por los concejales Josu Labaka (Urbanismo) y Aitor Bereziartua (Medio Ambiente), explicó que el Ayuntamiento propone trasladar los hornos fuera de la localidad, «tal y como se recoge en el Plan General aprobado por unanimidad por EH Bildu y PNV en 2013». Para ello, añadió la alcaldesa, «se acondicionó el área de Trukutxo y las instalaciones ya están construidas» para albergar esos equipos. Por lo tanto, el consistorio azpeitiarra recoge esta opción como la única «real y factible».
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La primera edil azpeitiarra fue tajante. «Ni la alcaldesa, ni el Gobierno municipal, ni con la unanimidad del pleno, pueden otorgar el permiso para reiniciar la actividad en el centro urbano si ello es incompatible con el Plan General. Estaría fuera de la ley por lo que no es justo pedir al ayuntamiento que no acate la ley».
Así las cosas, en la reunión mantenida el jueves en la Diputación entre todas la partes concernidas el proyecto quedó bloqueado porque, si el Ayuntamiento de Azpeitia no acepta modificar el Plan General para permitir la actividad industrial en el actual emplazamiento, la operación se iría al traste. No obstante, según señalan fuentes conocedoras de la situación, la baraja no se ha roto y las negociaciones seguirán adelante.
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Uno de los principales clientes del Puerto de Pasaia, con casi un millón de toneladas
La reapertura de la fábrica de Corrugados sería una noticia excelente para el Puerto de Pasaia. La planta del Grupo Gallardo fue uno de los principales clientes de la dársena. El director de la instalación, César Salvador, señala que Corrugados llegó a descargar anualmente 500.000 toneladas de chatarra y exportaba 375.000 de producto terminado. «Si se volviera a estas cifras -señala Salvador- estaríamos hablando que sería el equivalente al 30% del tráfico de 2020. En el año récord de importación de Corrugados, su chatarra supuso la quinta parte del total. Estamos hablando de uno de los grandes clientes del puerto».
Salvador no duda en poner a disposición de los nuevos inversores toda la capacidad logística de la dársena. «Sin conocer los detalles del proyecto -señala el director- es muy prematuro hablar de cifras, pero es evidente que el Puerto de Pasaia es un factor importante en la competitividad de una empresa de estas características». En consecuencia, afirma que los espacios del puerto y la capacidad de sus operadores «estarán al servicio del nuevo arranque de la actividad. Son tráficos que conocemos y para los que el puerto está sobradamente preparado».
En 2003, la dársena guipuzcoana llegó a mover 2,3 millones de toneladas de chatarra para consumo de los hornos de Corrugados y de Arcelor. El cierre de la primera en Azpeitia en 2013 y de Arcelor en Zumarraga en 2016 hizo desplomarse estos tráficos hasta las famélicas 150.000 toneladas del año pasado.
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