Imaz denuncia la «extorsión» europea al automóvil y Pradera alerta de que la hiperregulación asfixia a la industria
El CEO de Repsol y el presidente de CIE Automotive analizaron en Donostia el futuro de la automoción duranteel Foro Finanza promovido por Elkargi
«Competitividad, competitividad, competitividad». Josu Jon Imaz no necesitó rodeos para subrayar la que considera la cuestión esencial del futuro europeo. El consejero delegado de ... Repsol cargó este jueves en San Sebastián contra las políticas comunitarias que, a su juicio, ponen en riesgo la base industrial en nombre de objetivos climáticos «mal diseñados». En una sala Prisma de Tabakalera repleta de empresarios y responsables institucionales, Imaz habló de «extorsión» regulatoria de Bruselas al sector del automóvil y advirtió de que la prohibición del motor de combustión a partir de 2035 sería «catastrófica» si no se replantea. Pese a todo, el máximo responsable de la energética confió en que «no suceda», es decir, que la Comisión modifique dicha exigencia, pero agregó que «el problema es que la decisión llegue tarde».
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El Foro Finanza, organizado por Elkargi con el apoyo de El Diario Vasco, El Correo y la Diputación Foral de Gipuzkoa, vivió su momento central con el coloquio entre Imaz y Antón Pradera, presidente de CIE Automotive. Antes, cada uno había intervenido por separado, tras el saludo inicial de Zenón Vázquez, director general de la sociedad de garantía recíproca, que recordó el propósito del ciclo: «situar la gestión económico-financiera en el centro de la estrategia empresarial». También intervino el diputado foral de Promoción Económica y Proyectos Estratégicos, Unai Andueza. Pero fue en el cara a cara donde ambos desplegaron un diagnóstico coincidente: Europa pierde competitividad, y lo hace al tiempo que eleva la presión normativa sobre sus propios sectores estratégicos.
«No se trata de prohibir, sino de reducir». Con esa frase, Imaz resumió una crítica de fondo a la política comunitaria de descarbonización. Para el ejecutivo guipuzcoano, el debate no debería centrarse en fijar una fecha de caducidad al motor de combustión, sino en cómo conseguir que el parque de vehículos reduzca de inmediato sus emisiones. «Rebajar de 200 a 100 gramos de CO₂ por kilómetro tendría un impacto mucho mayor y más rápido que una prohibición que puede quedarse en papel mojado», explicó.
Una cuestión pragmática
La cuestión, insistió, no es ideológica, sino pragmática. Europa produce con costes muy superiores a los de sus competidores y, si no se adapta el marco regulatorio, el resultado será que la fabricación se desplace a otras regiones. «Cuando una batería producida en China cuesta un 30% menos que en Europa, hablar de autonomía estratégica es una ficción», lamentó. El riesgo, a su juicio, es evidente: que la Unión Europea «exporte emisiones» -compañías que deslocalizan su producción a terceros países con exigencias medioambientales más laxas- mientras pierde empleo y tejido industrial.
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El directivo de Repsol fue más allá al describir cómo se vive desde dentro esa presión normativa. «Hay un punto de extorsión», señaló, en referencia a la sensación de que las empresas del motor no tienen otra opción que invertir de forma acelerada en tecnologías que aún no cuentan con un mercado consolidado. Una reconversión «forzada» que, de mantenerse el calendario de 2035, podría dejar a buena parte del sector «sin margen de maniobra», apostilló.
A pesar del tono crítico, Imaz no se limitó a denunciar. Propuso medidas concretas: «acelerar la regulación del almacenamiento energético, mejorar las interconexiones eléctricas para abaratar costes y reforzar la seguridad de suministro, y aprovechar recursos locales -como los residuos agroforestales- para desarrollar combustibles de bajas emisiones».
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Si Imaz se detuvo en las consecuencias industriales de las políticas climáticas, Antón Pradera, presidente de CIE Automotive, trazó un diagnóstico más político. «Europa no existe», sentenció, aludiendo a la falta de un liderazgo real en el tablero internacional. Frente a Estados Unidos o China, Bruselas carece, dijo, de poder político y militar y, en muchos ámbitos, también tecnológico. «Nuestro poder tecnológico es anecdótico; parece que lo único que hemos creado en veinte años es Spotify», ironizó, y defendió que Europa «debe intentar avanzar hacia un poder federal para que realmente exista».
La paradoja comunitaria
Pradera lo planteó como una paradoja: un mercado de 450 millones de personas incapaz de alumbrar un gran jugador tecnológico global. «Es increíble», remarcó, para luego enlazarlo con el debate sobre la inteligencia artificial. «Vamos a ser los reyes de cómo regular la IA, de cómo abordar los problemas éticos y morales, y está bien. Pero ¿por qué no hacemos nosotros una IA? ¿Por qué los Estados Unidos invierten cantidades brutales, muchas veces utilizando bases de datos europeas, mientras nosotros solo pensamos en cómo regular para que no nos afecte?», lanzó.
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El primer ejecutivo del gigante vasco de componentes de automoción, que también reconoció que «por ahora, la cuestión arancelaria nos está afectando poco», puso así el foco en la «hiperregulación» como una de las causas principales de la pérdida de competitividad. «La regulación europea no está pensada para facilitar la inversión, sino para multiplicar los trámites y la incertidumbre», denunció. Esa fragmentación normativa, añadió, desincentiva proyectos y ralentiza decisiones estratégicas en un momento en que la rapidez resulta clave para competir.
El contraste de estilos no ocultó las coincidencias de fondo. Imaz aportó la mirada pragmática del gestor energético que reclama políticas industriales realistas; Pradera, la del industrial que exige un marco político coherente y estable. Ambos, en cualquier caso, alertaron de que sin un giro en la estrategia europea, la automoción y la industria vasca corren un riesgo directo. Imaz quiso añadir una dimensión social a su análisis: «Si los padres dejan de creer que sus hijos van a vivir mejor que ellos, el contrato social se rompe». De ahí, dijo, que la vivienda y las oportunidades para los jóvenes deban ser una «prioridad política» si se quiere asegurar la estabilidad necesaria para transformaciones de gran calado.
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El diputado foral de Promoción Económica, Unai Andueza, cerró la jornada subrayando la importancia de la reflexión compartida. «Las ideas que hoy se han puesto sobre la mesa nos ayudan a comprender mejor los desafíos y las oportunidades que enfrentamos». Y destacó a empresas como CIE Automotive y Petronor -filial de Repsol- como referentes que «no solo generan riqueza y empleo, sino que también actúan como motor de oportunidades para muchas pymes locales».
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