El grupo Mirai aterriza en Gipuzkoa con la compra de la errenteriarra IDK

IDK es conocida también en Gipuzkoa por el patrocinio del equipo de Baloncesto de la Liga Endesa (la primera división femenina), que se mantiene ya que hay un compromiso firmado para este año y otras dos temporadas más. Es el principal sponsor de este consolidado equipo, aunque ahora comparte la camiseta con la compañía Euskotren. La empresa IDK nació en 1992 y en la actualidad cuenta con 110 trabajadores, que conocieron el viernes a primera hora de la mañana la noticia de la venta. Presenta una facturación anual de 40 millones de euros. Su sede está en el polígono Egiburuberri de Errenteria.

«Es una empresa que va muy bien y en la que queremos invertir», afirma Pineda, quien desvela que fue Mirai quien se acercó a IDK a comienzos de año. «Gipuzkoa tiene muchísimas empresas interesantes, con talento y productos punteros, auténticas joyas, como IDK. Ojalá podamos hacer más cosas en este territorio», afirma.

El objetivo del 'holding', añade el ejecutivo, es levantar en Euskadi un conglomerado de compañías (siempre industriales) mediante inversiones a largo plazo, que permitan adquisiciones completas (de toda la empresa y no de participaciones minoritarias). «Somos industriales y esto es lo que sabemos hacer», sentencia.

Y explica que la estrategia del grupo es poder desarrollar en sus empresas lo que denomina «una gestión activa». Esto es, el manejo de las riendas de la firma comprada en los grandes temas como el crecimiento, la expansión internacional, las inversiones o la pura estrategia. «No buscamos nunca un giro radical en las empresas que incorporamos a Mirai, pero sí una transición junto a nuestro equipo, reforzando en ocasiones algunas posiciones que no están cubiertas», señala.

El concepto de la 'transición' es importante para Mirai, en donde uno de los grandes ejes de actuación es «dar soluciones de continuidad a empresas familiares en las que no hay relevo generacional», señala Pineda, en alusión a uno de los grandes males de la empresa vasca y también guipuzcoana. Es el caso de IDK, propiedad de dos familias guipuzcoanas sin una solución para dar continuidad a la empresa.

Así, cuando el grupo aterriza en alguna firma se suele iniciar un periodo de hasta dos años de convivencia con la propiedad, «para los que la compañía es como un hijo al que han visto crecer y del que siempre cuesta desprenderse», añade Pineda. «El componente emocional es importante, y el empresario quiere siempre la continuidad del proyecto, lo que hace que nuestras operaciones conlleven periodos de maduración que pueden alargarse hasta un año», asegura.

Mirai, que analiza unas 200 empresas al año con un potente equipo de fusiones y adquisiciones conformado por ocho profesionales del País Vasco, ha elegido Euskadi como su principal campo de actuación. «Preferimos trabajar aquí por cercanía, por la mayor presencia de empresas industriales, por el conocimiento que tenemos del terreno y porque al final pensamos en mantener los centros de decisión en casa», asegura el directivo, que matiza a continuación que Madrid, Cataluña y Valencia son otros caladeros también interesantes.

Mirai, que inició su actividad en 2019 y tiene ya una docena de empresas en su seno, cuenta con cerrar el año con 16 empresas en propiedad y una facturación global de 220 millones de euros tras realizar una inversión en esas adquisiciones de 150 millones. Los planes pasan por llegar a invertir unos 200 millones de euros. «Es la ilusión de tomar un folio en blanco y construir de la nada una corporación industrial», explica Pineda, quien detalla que la adquisición 'tipo' de Mirai es la de una pyme con un ebitda de entre dos y cinco millones e, insiste, con un problema de relevo generacional.

La prueba del nueve de esto último es que de las doce empresas que el 'holding' controla a esta hora, únicamente la primera (que se compró estando en concurso) obedece a otro esquema. El objetivo del grupo es llegar a 2026 con una cartera de 30 empresas bajo el ala, una facturación de 500 millones y 2.000 puestos de trabajo.

Marco Pineda desvela que Mirai formará parte del clúster financiero que se está gestando en Euskadi y del que está traccionando el Gobierno Vasco. Y aclara que aunque la comunidad autónoma genera el interés de fondos de inversión nacionales e internacionales en busca de empresas, Mirai no entra en competencia con esos actores al «volar por debajo del radar» y mantener «una relación más bilateral y más sencilla con las empresas».

El directivo explica que el grupo, ya con cierta dimensión, ha generado por ahora dos divisiones de negocio con sus empresas. La primera, denominada Innometal (con cinco firmas, aunque se analizan otras dos, 125 millones de facturación y 670 personas) dedicada a la transformación de acero y aluminio.

Y la segunda, en la que de alguna manera va a ser cabeza visible IDK, la llamada Ohmnia, dedicada a la electrónica industrial y en la que con la errenteriarra suman fuerzas cuatro empresas, con 56 millones de facturación y 250 personas. «Ohmnia, que tiene dentro empresas de placas –con capacidad de hacer series cortas y largas–, otras de cableado y algunas de serigrafía electrónica, puede ahora ofrecer un paquete completo de servicios gracias a esas sinergias y acceder a otros mercados y clientes. Ese es el espíritu», concluye el director general del holding.