Euskadi afronta el nuevo órdago de Trump con el «escudo comercial» activado
El recrudecimiento de la guerra comercial mide la solidez de las políticas de defensa industrial del Gobierno Vasco
La economía vasca contiene la respiración ante la última vuelta de tuerca a la guerra comercial emprendida por Donald Trump. El muro arancelario que el líder republicano levantó ayer sobre la Unión Europea ... –con aranceles genéricos del 30% a partir del 1 de agosto– no solo expone los 2.000 millones que Euskadi exportó el año pasado a EE UU, sino que amenaza con generar efectos colaterales en terceros países clave. La interdependencia de las cadenas de suministro implica que cualquier distorsión en el comercio transatlántico arrastre consigo a Francia y Alemania, principal destino de las exportaciones vascas.
El nuevo gravamen añade una dosis extra de incertidumbre a un tejido económico que ya funciona bajo tensión por el encarecimiento de las materias primas y el enfriamiento industrial en Europa. Las empresas vascas, que desde abril operan con un arancel del 10%, han empezado a paralizar decisiones de inversión y a revisar operaciones de compraventa.
El gravamen del 30% ayer anunciado supone un auténtico golpe para sectores como la combustión –ya golpeado por la volatilidad del petróleo–, la máquina-herramienta o la industria aeronáutica, que se verán obligados a replantear sus estrategias comerciales, asumir sobrecostes o, en algunos casos, renunciar temporalmente a determinados contratos, a la espera de que se aclare el desenlace de esta crisis comercial.
La automoción –convertida en motor del tejido industrial vasco– y la siderurgia ya venían acusando desde abril un arancel del 25% sobre sus exportaciones a Estados Unidos. Las patronales de ambos sectores han reclamado en más de una ocasión una respuesta ágil y efectiva a las instituciones.
La cuestión es que este nuevo envite arancelario ha cogido, de alguna manera, a las instituciones vascas con los deberes hechos. Este es, al menos, el mensaje que el Gobierno Vasco se ha esforzado en trasladar durante esta semana. El lehendakari, Imanol Pradales, insistió el lunes en una visita a Ormazabal que Euskadi está «preparada para defender su tejido industrial ante un aumento unilateral y no pactado de las barreras aduaneras».
A lo que se refería el lehendakari –que desde su llegada a Ajuria Enea hace un año ha situado la política industrial en el centro de su acción de Gobierno– es a los 2.150 millones de euros movilizados por el Ejecutivo vasco el pasado abril para blindar el tejido productivo del territorio. Un paquete de medidas que ahora se pone a prueba y fue calificado como un «escudo comercial» frente a la inestabilidad global. Este incluye una línea de avales por valor de 450 millones destinada a apoyar a pequeñas empresas, otros 533 millones para impulsar productos de mayor valor añadido y 100 millones adicionales para fomentar nuevas contrataciones.
1.043 empresas exportadoras
El Ejecutivo autonómico, que ya se vio obligado a rebajar una décima su previsión de crecimiento para el próximo año por la volatilidad arancelaria, trata ahora de minimizar el impacto directo sobre las empresas vascas con intereses en Estados Unidos. En su momento, el propio Gobierno calculó que un arancel del 20% supondría un sobrecoste de hasta 400 millones de euros para el tejido exportador. En paralelo, mantiene activa una línea de ayudas destinada a facilitar la diversificación de destinos comerciales, con especial atención a Asia y América Latina.
La clave está en que el margen de maniobra para esquivar los aranceles es estrecho: apenas 132 de las 1.043 empresas vascas que exportan con regularidad a EE UU cuentan con presencia propia en el país. El resto deberá asumir sobrecostes o buscar alternativas logísticas. El sector de la automoción, especialmente expuesto, ya está canalizando parte de su operativa a través de México, que actúa como plataforma industrial con acceso preferente al mercado estadounidense.
A medio y largo plazo, en cambio, se impone la necesidad de reforzar el arraigo empresarial frente a un entorno cada vez más volátil. En este contexto, el Gobierno Vasco aspira a asumir un papel más activo como dinamizador de inversiones industriales, con el objetivo de consolidar un ecosistema productivo más resiliente y menos expuesto a los vaivenes del comercio internacional.
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