Arantxa, la ganadera guipuzcoana al frente de una empresa familiar de yogures: «Mi abuela era quien gestionaba la compañía»
Arantxa Goenaga, gerente de Yogur Goenaga, cree que las mujeres se ven cada vez «más capacitadas» para liderar el sector primario
Diego Fernández Tortosa
San Sebastián
Lunes, 6 de octubre 2025, 12:28
Arantxa Goenaga tiene metido «en vena» el trabajo y el esfuerzo. En 2017, junto a varios hermanos, decidieron comprar Yogur Goenaga, empresa familiar del sector primario referente en Gipuzkoa situada en el caserío Pokopandegi, en el barrio donostiarra de Ibaeta. «Desde pequeños hemos estado involucrados en el negocio. Casi toda la familia participaba en la elaboración del yogur, en alguna parte del proceso de producción», explica la gerente, que se encuentra entre el 18% de las mujeres que querían seguir la tradición de un negocio familiar.
Según el informe consultado el sector primario es de los que más brecha de género tienen. Sin embargo esto no impidió a Arantxa Goenaga hacerse cargo del negocio familiar, teniendo a su abuela como un pilar de su arrojo y educación: «A nosotras nos han educado desde pequeñas con valores de igualdad. Siempre hemos visto que nuestra abuela era la que llevaba la gestión de la empresa. Ella era la que iba al mercado de la brecha a vender la leche o las verduras, y la que manejaba el dinero y la familia. Ha sido una forma natural de sentirlo».
A pesar de ello, la empresaria guipuzcoana reconoce que la presencia masculina en el sector es notable. «Es verdad que cuando vamos a reuniones la mayoría son hombres. Siempre hay sectores que son muy de hombres, y el primario es un ejemplo», admite, aunque también añade que «poco a poco» se van rompiendo esos techos de cristal y que cada vez más mujeres «se ven capacitadas» para emprender. No obstante, la gerente de la empresa de productos lácteos tiene una teoría: «Lo que pasa muchas veces, que también pasaba con nuestros abuelos, es que las mujeres son las que gestionan y las que lideran el negocio, pero después es el hombre quien lleva la voz cantante de cara al exterior».
«El sector agroalimentario tiene un potencial enorme y todavía puede dar un salto, pero se necesita reconocimiento y apoyo»
Cuando se hicieron con el control del negocio, Arantxa y su hermana recibieron ayuda externa de orientación y financiación, una de las situaciones que más brechas de género representan en el informe. «Más que nada fue de orientación para que fuese una compra consciente», explica, aunque también consiguieron apoyo económico a través del proyecto Gaztenek, impulsado por la Diputación Foral de Gipuzkoa, y admite que, cada vez que ha necesitado, siempre ha conseguido conseguir financiación. «La visibilización que se nos da a las mujeres que estamos gestionando es mayor, y eso ayuda a que otras mujeres vean que es posible liderar y gestionar diferentes empresas», explica.
El objetivo que tenía Goenaga al hacerse con la empresa, aparte de mantener a flote el negocio familiar, era «poner en valor» el sector, que en estos momentos se encuentra «en un punto de inflexión». «El primer sector tiene un potencial enorme a la hora de diversificar sus modelos de negocio. Todavía puede dar otro salto, pero se necesita el reconocimiento y el apoyo de la Diputación y de los ayuntamientos», argumenta, aunque reconoce que todavía hay «mucho por hacer», sobre todo de cara al relevo generacional.
Manteniendo la tradición
Bajo su gerencia Yogur Goenaga ha mantenido las bases que lo caracterizan: la calidad del alimento y la cercanía en su comercialización. La tradición también se percibe en su lugar de trabajo, el caserío Pokopandegi, en el que su abuelo comenzó con el proyecto de convertir la leche en yogures en 1983. «Seguimos con el propósito de elaborar un buen yogur natural que sea diferenciado en el mercado por su calidad. Por eso utilizamos una ganadería propia de vacas».
También se ha mantenido la forma de venta tradicional, basada en la venta personalizada. «No queríamos venderlo al por mayor. Nos gustaba la forma directa de venta: mantener lo que tenemos y hacerlo bien», aunque esto no le impide vender el 3% de la producción por métodos menos convencionales como su página web, aunque reconoce que hasta ahora no tiene pensado internacionalizar los productos que comercializa.
«Muchas veces son las mujeres quienes gestionan el negocio, pero es el hombre quien lleva la voz cantante de cara al exterior»
Pero su mando no es todo tradición, también han invertido grandes sumas de dinero para innovar en instalaciones y maquinaria, un ámbito en el que el informe GEM muestra más desigualdades. «Hemos digitalizado todo el proceso de elaboración, como las estufas, las cámaras o las pasteurizadoras. Esa sensorificación nos permite controlar la trazabilidad del producto y mejorar la eficiencia».
Una innovación que también se extiende a la sostenibilidad. «El primer interesado en ser sostenible es el sector primario. El campo es sostenibilidad siempre que se cierre el círculo de la economía, por eso hay que poner en valor el trabajo de las pequeñas empresas», explica. Por eso, con tal de cerrar ese círculo, desde Yogur Goenaga se encuentran en un proceso de constante desarrollo, que pasa tanto por instalar un sistema de aerotermia –logrando reducir en un 60% el consumo de gasóleo–, como por trabajar en materiales compostables, con etiquetas que se degradan en el ambiente y que no dejan microplásticos en la tierra, lo que se convierte en alimento para las vacas.