«Sin las personas, nada de esto habría salido adelante»
El grupo vasco consolida su expansión en Marruecos y afronta los retos del relevo generacional, sostenibilidad y economía circular
Campezo vive un momento dulce, pero no por inercia. Tras años complicados y decisiones valientes, hoy la firma vasca es algo más que una constructora: ... es un grupo con vocación de largo plazo, que ha sabido diversificar, crecer y también mirar hacia fuera. «Estamos en temas de medio ambiente, empleo de nuevos materiales, circularidad...», resume Fernando García Prado, su director general, con una naturalidad que delata el trabajo previo. En Campezo no todo es obra civil. El grupo integra compañías como Asfaltia, especializada en firmes, o Teusa, centrada en rehabilitación y patrimonio. También operan contratos de mantenimiento y conservación de infraestructuras, lo que les da «un poco más de visibilidad y tranquilidad».
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Hoy, cada tercio de su negocio corresponde a una de esas líneas: obra, firmes y servicios. Pero si hay un capítulo que ha cambiado el rumbo de la empresa en la última década es Marruecos. El salto al país magrebí llegó en 2013, en plena crisis. «Fue una aventura. Y los tres primeros años fueron un auténtico sufrimiento», admite sin rodeos. Estuvieron a punto de tirar la toalla. Pero en 2016, tras ajustar su estrategia, empezaron a crecer. Y no han parado. «Hoy somos un actor visible. Cualquiera que vaya a Marruecos puede ver una furgoneta con nuestro nombre», afirma el directivo.
Además, el Mundial de Fútbol de 2030, que se celebrará en Marruecos, Portugal y España, ha acelerado aún más la modernización del país, que vive un auténtico 'boom' de infraestructuras. «No solo son estadios, son autopistas, hoteles, residencias... Hay muchísimo por hacer». El proyecto, reconoce, solo fue posible gracias al compromiso personal de un trabajador de Campezo que se trasladó allí con su familia. «El éxito está en la persona. Sin él, no habría salido adelante», concede.
El grupo suma hoy 1.500 personas: unas 500 en España, otras tantas en Marruecos y otras 500 en empresas participadas. La previsión de facturación para 2025 ronda los 200 millones de euros. «En los peores años, tras la crisis, llegamos a caer hasta los 60». A la expansión geográfica se suma un compromiso firme con la sostenibilidad. Han creado la empresa GZS para dar nueva vida a residuos como el árido siderúrgico o los ladrillos refractarios. Pero van más allá del reciclaje. «Queremos que esos materiales vuelvan a nuestras obras, que se reincorporen a la cadena productiva».
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Equipo humano
Otra seña de identidad del grupo es su equipo humano. «Cualquier cliente que haya trabajado con nosotros posiblemente te va a nombrar con nombres y apellidos a personas concretas que quiere que vuelvan a su obra», dice con orgullo. Pero encontrar nuevas incorporaciones no es tarea fácil. «La falta de personal es, quizá, la preocupación número uno ahora mismo. Y en cinco o diez años vamos a tener un relevo generacional importante. La media de edad en Campezo está por encima de los 50 años».
La empresa trabaja con centros de formación profesional en modelos duales y promueve las prácticas universitarias desde los primeros cursos. «Para ellos es una experiencia, y para nosotros una oportunidad de que nos conozcan desde dentro». También se esfuerzan por retener talento. «Prácticamente no tenemos rotación. Cuidamos tanto lo material como lo emocional. La gente se queda». Y no descartan nuevas vías: la inmigración es una de ellas. «Hemos incorporado personas en situación de vulnerabilidad con resultados muy buenos. Hay ganas de trabajar, aunque los trámites sean largos y tediosos. Cuando funciona, es muy gratificante».
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Ese enfoque más humano explica también su acercamiento a Fabrika, el centro de transformación cultural impulsado por Adegi. «Llevábamos tiempo oyendo hablar del tema, pero fue Txema Muñoz -gerente de Campezo y presidente de la Asociación de Empresas de Construcción de Gipuzkoa (Ascongi)- quien nos animó a dar el paso». La experiencia fue reveladora. «Nos hizo reflexionar sobre nuestras relaciones, ponernos en el lugar del otro, compartir más el liderazgo».
Salieron, asegura, con herramientas prácticas para afrontar situaciones reales, y con la convicción de que el cambio no puede ser puntual. «El día a día te hace perder foco, pero sabemos que hay que seguir reforzando lo aprendido». A sus 85 años de historia, Campezo continúa con su sede en Euskadi y actividad internacional. El grupo opera de forma estable en los sectores de obra civil, firmes, servicios y rehabilitación, y mantiene participaciones en empresas auxiliares. Su evolución reciente refleja una apuesta por consolidar su presencia en Marruecos, ampliar líneas de negocio sostenibles y reforzar el vínculo con la formación profesional.
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