Concentración de afectados por amianto ante los juzgados de Vitoria.

De la sordera al síndrome del túnel carpiano: las enfermedades laborales en Euskadi

Gran parte de las dolencias profesionales que se detectan en el País Vasco derivan de malas posturas o movimientos repetitivos, aunque hay una alta incidencia de las hipoacusias por la actividad industrial, mientras que las más letales son las producidas por el amianto. Los sindicatos denuncian que muchas de ellas están ocultas como enfermedades comunes, cuando en realidad tienen su origen en el trabajo

Jorge Murcia

Viernes, 24 de febrero 2017, 18:05

Trabajador varón afectado por un trastorno musculo-esquelético derivado de las posturas y movimientos repetitivos en el sector industrial. Este vendría a ser más o menos el parte tipo de enfermedad profesional en Euskadi. La gran mayoría de las dolencias que tienen su origen en el trabajo (un 90%) son producidad por agentes físicos, mientras que un 3,4% provienen de enfermedades agresoras de la piel y un 2,4% por inhalación de sustancias. Son datos del último informe anual sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales elaborado por el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, Osalan. Corresponden a 2015, pero sirven de igual modo para trazar un mapa actualizado sobre las enfermedades que los vascos contraen en el desempeño de su trabajo.

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El mayor número de dolencias profesionales registradas ese año tuvieron un origen musculo-esquelético debido a posturas y movimientos repetitivos, y manifestadas en afecciones vaina tendinosas. Es decir, en la zona de los tendones, sobre todo en manos, pies y hombros. Estas dolencias representaron el 44,78% de los partes presentados en las mutuas. La segunda fue un ya clásico del catálogo vasco de enfermedades profesionales: las hipoacusias por ruido, con un 20,77%. Es decir, las sorderas.

La industria del papel y la fabricación de productos minerales estuvo en el origen de muchas de las hipacusias por ruido declaradas. Una patología que no dejará de representar un alto porcentaje de las enfermedades de trabajo registradas, pese a los avances registrados en los últimos tiempos en prevención y seguridad laborales. Y es que las sorderas constituyen el típico ejemplo de dolencia latente, que sale a la superficie años después de que el trabajador haya estado expuesto a sus agentes causantes.

«No son tan graves como otras, y tampoco suelen requerir bajas, aunque sí que tienen un baremo de lesiones permanentes no invalidantes», explica Alfonso Ríos, responsable de salud laboral de CC.OO. El responsable sindical advierte de la necesidad de reclamar a tiempo las indemnizaciones que pudieran corresponder por esta enfermedad «antes de la jubilación, porque si no pierdes el derecho a reclamar. Lo que pasa es que muchos trabajadores creen que quedarse sordo es como una lotería. Te toca, y ya está, cuando no se dan cuenta de todo el ruido al que han estado expuestos durante su vida laboral».

Esa «lotería» es mucho más grave y macabra en el caso del amianto, otro caso palmario de enfermedad latente, y verdadero campo de batalla en torno a las compensaciones que habrían de cobrar cientos de trabajadores que durante muchos años tuvieron que trabajar expuestos a este agente cancerígeno. La utilización del amianto (o asbesto) en los procesos productivos fue prohibida en 2002, pero el macabro goteo de casos continúa, y lo seguirá haciendo durante muchos años. Sólo el pasado año se registraron 29 muertes por exposición al amianto, según Asviamie, la asociación de víctimas de esta sustancia. El calado del problema es tan que todos los grupos del Parlamento vasco han instado al Gobierno central a que cree un fondo de compensación para las víctimas, un mecanismo implantado en otros países de Europa como Francia o Bélgica.

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La asbestosis y el cáncer de pulmón son enfermedades que pueden ser originadas por la exposición al amianto, aunque existe un tipo de tumor única y exclusivamente producido por este agente: el mesiotelioma, un cáncer que destruye la pleura.

Repunta la silicosis

Las derivadas del amianto son las más comunes entre las enfermedades denominadas neumocomióticas. Pero hay más. Incluso alguna que retrotrae a otras épocas, y a otros trabajos, como la silicosis. Una patología originada por el contacto con polvo de sílice, y asociada fundamentalmente a la minería. Em CC.OO. han detectado un repunte de esta enfermedad, que encuentra campo abonado «en las canteras y en las marmolerías que trabajan con aglomerados de cuarzo, que tienen más sílice que el granito», aunque también está presente en la construcción, fundiciones y siderurgia.

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En los últimos años han cobrado una mayor relevancia las enfermedades causadas por posturas y movimientos repetitivos que se manifiestan en neuropatías y parálisis de los nervios debido a presión. El 18,5% de los partes registrados en 2015 tuvieron este origen. Y es la segunda causa de enfermedad profesional en el caso de las mujeres. Hablamos, por ejemplo, del síndrome del túnel carpiano, una dolencia que afecta a los nervios de la muñeca debido a posturas forzadas, manipulación manual de cargas, etc. Suelen ser más frecuente en la sanidad, en la ayuda domiciliaria, el trabajo en residencias, limpieza, cocina sectores laborales con una destacada presencia de la mujer. «El túnel carpiano es el mayor ejemplo de por qué se ha de mirar estas dolencias con perspectiva de género», considera Alfonso Ríos.

Las enfermedades infecciosas y dermatológicas también tienen un mayor incidencia entre las mujeres, y en sectores como el de las residencias de la tercera edad o en actividades agro-ganaderas. Y en 2015 acapararon, casi en exclusiva, los partes por enfermedad derivada de un esfuerzo sostenido de la voz: 102 casos de un total de 103. Los hombres tuvieron unas mayores tasas de incidencia que las mujeres en patologías tumorales, y en las ya mencionadas hipoacusias.

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Por ocupaciones, las encuadradas en el epígrafe 'artesanos y trabajadores cualificados de industria y construcción' representaron 729 de las 1.887 nuevas enfermedades profesionales. Es decir, de las que no responden a recaídas de dolencias anteriores. Pese a que la fabricación de productos metálicos reúne a un mayor número de casos, el porcentaje de incidencia fue superior al resto de sectores en la silvicultura y la explotación forestal, con casi 20 por cada mil. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en números absolutos sólo representaron 10 en todo 2015.

Enfermedades profesionales ocultas

Más allá de los registros oficiales, los sindicatos alertan de la proliferación de enfermedades profesionales derivadas de «riesgos psicosociales». Es decir, las que tienen que ver con una excesiva carga de trabajo o una mala organización del mismo, la presión, el acoso laboral, etc. «Es una cuestión muy compleja en la que entran en juego muchos factores. Pero normalmente están relacionadas con la precariedad y la deficiente organización del trabajo», asegura Leire Txakartegi, responsable de salud laboral de ELA. «Por ley, las empresas están obligadas a realizar una evaluación de riesgos psicosociales. Pero a la hora de la verdad sólo un 3% lo tienen hecho», denuncia la responsable sindical.

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Las centrales también denuncian el hecho de que aproximadamente un 60% de las enfermedades profesionales están ocultas bajo la apariencia de dolencias comunes. Una circunstancia que, además de dificultar una eficaz detección y prevención de este tipo de patologías, perjudica económicamente al trabajador afectado. «Las cantidades a recibir en concepto de baja son menores si está originada por una enfermedad común que si es laboral. Y en caso de que esa enfermedad profesional oculta derivara en una incapacidad total o absoluta, también la prestación resultante sería menor», advierte el responsable de salud laboral de CC. OO.

«Sabemos que muere más gente por enfermedad profesional que por accidentes de trabajo, aunque no tenemos unos registros fidedignos. Hay una infrarrepresentación de estas enfermedades. Las mutuas muchas veces deniegan su origen laboral, y el trabajador tiene que acudir a los tribunales. Vemos un claro aumento de estos casos, muchas veces asociados a la precariedad», advierte por su parte Leire Txakartegi.

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En Osalan también creen «en la necesidad de recoger mejor la incidencia de las enfermedades profesionales, para poder llevar a cabo una labor de prevención más eficaz». «Pero muchas veces es difícil encontrar el hilo que une la vida laboral de una persona, los peligros a los que ha estado expuesto, y las dolencias que pueda paecer tiempo más tarde», añaden fuentes del Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales.

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