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En busca del sentido del trabajo

El autor del libro defiende que el dinero no tiene por qué ser la fundamental razón que convierte a un empleo en satisfactorio o no

Julio Arrieta

Viernes, 8 de julio 2016, 12:20

«¿Por qué trabajamos? ¿Por qué nos arrastramos fuera de la cama cada mañana en lugar de llevar unas vidas compuestas de una aventura tras otra, llenas de placeres?». Estas preguntas, que se habrá planteado todo el mundo (que tenga trabajo), abren el último libro del psicólogo estadounidense Barry Schwartz, profesor de Teoría social en el Swarthmore College y articulista de 'The New York Times'. Trabajamos para ganar un sueldo que nos permite vivir. Esta es la respuesta obvia y se supone que el principal motor que nos saca de la cama todos los días cuando suena el despertador. Pero, ¿es así? «Pues claro que no», responde el autor, que dedica las páginas de este libro de engañoso formato pequeño -90 páginas de letra minúscula- a estudiar qué factores convierten un trabajo en realmente satisfactorio y cuales no. Razones entre las que el salario, esto es, el dinero, no tiene por qué ser la fundamental.

El análisis de Schwartz arranca con un «falso razonamiento» que da título al primer capítulo del libro y cuya formulación histórica se debe a Adam Smith, nada menos. «Está en la naturaleza de todos los hombres vivir con la mayor comodidad posible; y si sus emolumentos van a ser exactamente los mismos realicen o no algunas tareas muy penosas, las realizarán tan negligente y descuidadamente como la autoridad se lo permita», escribió Smith en 'La riqueza de las naciones'. Schwartz defiende que esto no es así y lo hace a partir de nutridos estudios de campo en los que sale a la luz la tendencia a trabajar bien, y a menudo, más de lo que se exige, cuando se dan las condiciones adecuadas en la empresas. Y no, no se refiere a esos deslumbrantes y selectos puestos de trabajo que vemos en reportajes sobre grandes compañías de Silicon Valley en las que parece que buena parte de la jornada consiste en jugar al billar, trastear con piezas de Lego o divertirse en piscinas de bolas de colores.

Schwartz se refiere a personal de limpieza de hospitales, operarios de fábricas de alfombras, peluqueras y trabajadores de supermercados. «La lección extraída» de estos casos, explica el autor, «es que prácticamente cualquier actividad posee el potencial para ofrecer satisfacción a las personas». Identificar los elementos que hacen que un mismo puesto laboral sea un entorno frustrante o una ocupación satisfactoria es el auténtico objeto de estudio de este ensayo. El conocimiento de esas causas permite diseñar lugares de trabajo que, además de satisfacer a quienes los ocupan, benefician a la empresa, a los clientes y consumidores. «¿Y por qué no querríamos diseñar un lugar de trabajo que permita que sus moradores obtengan una verdadera satisfacción del tiempo que pasan allí?», se pregunta Schwartz. Hasta el momento, concluye, «hemos perdido esa oportunidad en parte por culpa de la ideología que nos dice que la gente no quiere trabajar. Pero también debido a que hemos asumido una idea de la eficiencia de la producción demasiado restringida».

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