Financiación de muchos tipos
El 'crowdfunding' constituye una alternativa en auge a la hora de financiarse al margen del tradicional canal bancario. Pese a que en Euskadi no acaba de cuajar, sí existen ejemplos de proyectos empresariales que han podido arrancar gracias a las aportaciones económicas colectivas
Jorge Murcia
Viernes, 1 de julio 2016, 11:30
Cansados de toparse con las puertas de los bancos en las narices, o de verse obligados a asumir condiciones draconianas a la hora de firmar un crédito, cada vez más emprendedores optan por el 'crowdfunding' para dar forma a sus sueños. O por lo menos, para dar ese necesario primer empujón a proyectos que de otra manera nunca saldrían de un cajón. Un método alternativo de financiación que nació como derivada del 'crowdsourcing' o colaboración abierta distribuida, en la que un grupo de personas colabora con el objetivo de generar ideas o soluciones para el desarrollo de proyectos o actividades.
Ambas modalidades comparten la filosofía del 'crowd'. Es decir, la unión de una multitud de personas para generar un bien común. Ahora bien, el 'crowdfunding' tiene como nítido objetivo la recaudación, bien sea para sacar adelante un proyecto cultural, social o empresarial. Con Internet como hilo conductor, el 'crowdfunding' permite captar apoyos financieros desde cualquier parte del mundo, y al mismo tiempo supone una nada desdeñable herramienta de márketing y difusión.
Como todo lo que procede del mundo anglosajón, la financiación colectiva se abre paso poco a poco a través de todo el mundo. Pero en Euskadi está tardando en cuajar. El 'crowdfunding' necesita, claro está, de proyectos que demanden financiación. Pero también de plataformas que sepan filtrar el grano de la paja, y difundir aquellas ideas serias con visos de prosperar. «Falta pedagogía y una estrategia común para extender la cultura del 'crowdfunding'», sostiene Rosa Fernández, una de las responsables de la cooperativa ColaBoraBora.
Fernández fue durante tres años el 'enlace' en Euskadi de Goteo, una de las más veteranas plataformas de financiación colectiva en España. «Pero no era sostenible. Porque una plataforma, para que funcione correctamente, necesita una estructura para organizar charlas, talleres, presentaciones, cumplir una función asesora, etc Así que cerramos y toda la actividad de Goteo está centralizada», añade. No han faltado algunas iniciativas que tratan de impulsar esta modalidad de financiación colectiva. Como 'Crowdsasuna', iniciativa promovida por Innobasque precisamente a través de Goteo y con la colaboración de la Obra Social de La Caixa. 'Crowdsasuna' nació con el objetivo de «explorar nuevas maneras de proponer, promover y financiar colectivamente iniciativas innovadoras en el campo de la salud de la vida saludable».
Fernández admite que estas iniciativas «están bien», pero cree que «aún falta mucha pedagogía en este terreno. Aquí cada uno ha ido por su lado, y ha faltado una estrategia común. Se necesita una estrategia a más largo plazo». Como resultado de ello, Euskadi ha visto desvanecerse plataformas propias como Karena o Flipover. «En este sentido estamos a años luz de Cataluña, el lugar donde, con diferencia, existe una mayor cultura del 'crowdfunding'», reconoce Fernández.
Pese al retraso que sufre Euskadi en la implantación del 'crowdfunding', no son pocos los proyectos que han recurrido a esta alternativa de financiación para dar sus primeros pasos. He aquí algunos ejemplos.
The Open Shoes, zapatos sanos «de código abierto»
Hace unos años, el bilbaíno Javier Bustamante se embarcó, junto a sus hijos Beñat y Paula, en el proyecto The Open Shoes' (https://theopenshoes.org/), que básicamente consiste en la creación de un calzado saludable, modular. Y de «código abierto». Esto es, que el usuario «pueda fabricar por sí mismo utilizando las nuevas tecnologías -concretamente la impresión en 3D- o adquirirlo a un precio razonable». De esta manera el propio usuario o un profesional «puede modificar los diseños estándar y adaptarlos a necesidades específicas». Un proyecto empresarial que, como cualquier otro, necesitaba de financiación para carburar. «En nuestro caso sólo necesitábamos una pequeña cantidad para empezar a rodar y desarrollar la idea. Fundamentalmente queríamos comprar una impresora en 3D», explica Javier Bustamante.
'The Open Shoes' resultó uno de los proyectos seleccionados en la segunda convocatoria de 'Crowdsasuna', y a través de la plataforma Goteo logró recaudar algo más de los 4.525 euros que se habían propuesto. Más de 50 particulares, empresas y asociaciones de 'makers' -una especie de artesanos, reparadores e inventores de la era 2.0- pusieron su granito de arena para impulsar la idea de Javier y su familia. Como suele suceder en las acciones de 'crowdfunding', si las aportaciones no hubieran alcanzado el mínimo autoexigido por sus promotores, el proyecto nunca habría recibido un duro. Ese dinero habría vuelto al bolsillo de los inversores.
La financiación colectiva puede adoptar varias tipologías. Una de ellas es la donación pura y dura, sin un retorno tangible. Normalmente este tipo de donantes se mueve por motivaciones sociales. Otra es la de los préstamos convencionales, sólo que en este caso participado por múltiples personas en lugar de una sola entidad bancaria o financiera. Y a cambio de intereses mucho más bajos que los que exigen los bancos. E incluso a veces, inexistentes. En la modalidad de inversión, los interesados en el proyecto aportan capital a cambio de participaciones.
Por último, el sistema de recompensas: las personas cofinanciadoras reciben una en función de la cantidad aportada. En general, a mayor aportación, mayor recompensa. En el caso concreto de 'The Open Shoes', las contribuciones iban desde los 10 a los 1.000 euros, y daban derecho a desde un simple reconocimiento como colaborador, a un 'pack' completo de mecenas (publicidad en la web del producto, entresuelas de calzado personalizadas, diploma de agradecimiento, etc)
GoazenUp, la fusión paddleboard y yoga
También bajo el paraguas de 'Crowdsasuna' ha salido adelante el proyecto GoazenUp (http://www.goazenup.com/) , que se autodefine como «un método innovador de rehabilitación y mejora físico-emocional a través del SUP (stand up paddleboard) el yoga y la naturaleza». Su objetivo, «recopilar, avalar y difundir los beneficios del SUP con la colaboración de profesionales de diferentes campos como la medicina terapéutica-rehabilitadora, la psicología y el yoga, que respalden y garanticen con informes y metodologías algo que nosotros hemos comprobado en tantas ocasiones».
Y eso cuesta un dinero. Al menos, 7.970 euros, que fue la cantidad que se propusieron recaudar hace año y medio Mikel Rotaetxe y Aketza Sánchez, los promotores del proyecto. «Era una inversión grande y no teníamos liquidez», recuerda Rotaetxe. En cuestión de meses consiguieron bastante más, casi 12.000 euros procedentes de 144 confinanciadores a través de la plataforma Goteo. «Teníamos muchos contactos, y la gente se volcó. Y mucha gente a la que le ha gustado el proyecto se ha sumado a nuestra asociación», se congratula. El método GoazenUp está ya en marcha, disponible para «clubs, escuelas, asociaciones de diferentes índoles y también a nivel personal o individual». La ría y las aguas que bañan la playa de Plentzia son por el momento los escenarios en los que GoazenUp, el sueño de Mikel y Aketza, se ha hecho realidad.
Cycling Party, pasión ciclista hecha juego de mesa
Leandro Pérez y su amigo Diego llevaban muchos años con una idea rondando por sus cabezas: hacer de su pasión ciclista un juego de mesa. «Estuvimos 10 años jugando de manera bastante obsesiva y llegamos a un producto que podía ser bueno», dice Leandro. Para conseguir la financiación confiaron en el 'crowdfunding', «algo que veíamos como una tendencia imparable, sobre todo en el mundo anglosajón, y también en el sector de los juegos de mesa». Y apostaron fuerte, por Kickstarter, la plataforma de financiación colectiva más potente del mundo.
Cycling Party (http://www.cyclingparty.com/Inicio), que así se llama el juego ideado por Leandro y Diego, pasó la exigente criba de Kickstarter. «Evidentemente tienes que tener un proyecto completo a todos los niveles. Tener solidez para ser viable y creíble. Nosotros elaboramos un vídeo de presentación, porque siempre da mucho resultado, es lo que más reclaman. Pero también cuenta el manual de juego, las asistencias a ferias Teníamos prototipos de calidad hechos, un respaldo a nuestro producto» explica este ingeniero informático alavés.
Pedían 5.000 dólares, y recaudaron casi 27.000 euros aportados por 437 patrocinadores. Gran parte de ellos de Estados Unidos. Reino Unido se perfiló como el segundo 'granero' de aportaciones. Adivinar la procedencia de los patrocinios permite enfocar la estrategia de comercialización. «Una de las cosas buenas que tiene el crowdfunding es que supone un estudio de mercado gratuito. Sabes geográficamente dónde te ha ido mejor, y dónde puedes apostar», admite Leandro. El excedente conseguido en el proceso de financiación les ha permitido lanzar una segunda edición del producto en francés y alemán la primera estaba en castellano e inglés- así como desarrollar una 'app' «para aprender a jugar. Y ese dinero de más también nos ha permitido acudir a canales de distribución medianamente serios».
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