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Una de las barreras derribadas por la revolución del deporte femenino en Gipuzkoa no solo se observa en los campos y pistas profesionales. Sobre todo ... se palpa entre las nuevas generaciones de niñas que ven en las campeonas sus nuevas referentes, sus modelos a seguir. Las protagonistas del reportaje que cierra este suplemento representan el eslabón de una cadena invisible que las une a las pioneras de portada. Caminan por una senda mucho más despejada y, sin saberlo, siguen haciendo historia. Son también protagonistas del cambio. Niñas que juegan a fútbol, baloncesto, tenis, hockey... y que hablan ya de sus ídolos con una naturalidad ganada a pulso. «Nerea y Amaiur son muy buenas, me gustan mucho cómo juegan y ojalá algún día pueda llegar donde están ellas», dice María, que juega a fútbol en Oiartzun. «Están muy bien que podamos probar varios deportes», indica Martina, quien practica el fútbol, baloncesto y hockey hierba. «El baloncesto es el que más me gusta».
Van y vienen para lograr el mejor encuadre, vuelan los aros, corren los balones por el suelo y los sticks se alzan al viento. Es deporte en su génesis. Ni más ni menos. Del puro. Las aptitudes de cada niña, imperturbables, lo que cada una trae de serie por su ADN, por los guisantes de Mendel, que no es otra cosa que la genética en niñas de 9, 10 u 11 años. Entrenan y ya se empiezan a ver las habilidades que cada una irá desarrollando con esfuerzo y constancia. El germen de lo que puede ser en el futuro una deportista de élite. Porque Maddi, Nora, June, Laya, Chloe, Martina, Maialen o Haizea dan sentido a todas las letras que componen este suplemento especial de deporte femenino. Felizmente han cambiado mucho las cosas y el camino de estas niñas está suficientemente alumbrado a diferencia de la oscuridad que había años atrás. Lo pueden aprovechar y llegarán hasta donde ellas puedan y quieran.
Se puede decir que el comienzo es éste. Los primeros toques con el balón de fútbol, los movimientos de la gimnasia, la repetición del golpe en el pádel o en el tenis, la habilidad de patinar sobre el hielo, la fuerza con la que se le da a la pelota en el frontón, los primeros tiros a canasta. Cada una de las deportistas profesionales en todos los ámbitos se acuerdan de que siempre hubo un primer día para todo. En algunos casos con un final exitoso. En otros, un retorno o un punto y final para empezar en otra actividad distinta. A veces hay que perseverar.
«La satisfacción es plena cuando ves los avances que van teniendo las niñas, a medida que van acumulando prácticas y experiencia», cuenta un entrenador con una dilatada experiencia en formar a las más pequeñas. «Cuesta creer para muchos, sobretodo para algunos padres, que el resultado en estas edades no importa, Pero es que realmente es así. Son los primeros pasos que dan las niñas y debemos ser muy rigurosos para que la actividad, cualquiera que sea, cale en ellas y puedan alargar lo más posible su vínculo con el deporte».
En Gipuzkoa, el deporte escolar apuesta por un modelo multideportivo, según las edades, y en colaboración con los colegios y los clubes. Fuera del horario lectivo, entre los 6 y los 16 años, se inician en un deporte diferente cada trimestre. Y es el pan nuestro de todos los fines de semana en casi todas las familias de Gipuzkoa. También en las de Maider, Ilargi, María, June, Aines, Enera, Naroa o Irati. Luego se pueden sumar los entrenamientos con los clubs, y ahí el calendario se vuelve mucho más exigente.
No hay duda de que la actividad deportiva es algo que ayuda al crecimiento y a los valores que la sociedad reclama hoy en día. Ainara, Inés, Andrea, Maddalen, Julia, Leia, Adriana, Mayi o Noa tienen un compromiso. Están aprendiendo lo que significan cosas como disciplina, responsabilidad, rigor o respeto. Ser compañeras, ayudar a la que más le cuesta, aprender y fijarse en quién tiene más habilidades. Y, por supuesto, pasar un buen rato. Hacer amistades que pueden durar toda la vida. Dentro de algunos años el maridaje con los estudios, sacrificar cosas por el deporte o que el resultado vaya importando cada vez más, serán cosas que vayan llegando a medida que el nivel de implicación aumente. Por ahora hay que limitarse a aprender y divertirse.
Estas 25 niñas representan a las miles que realizan deporte en Gipuzkoa. Han sido ellas las que salen en la foto, pero podrían haber sido cualquier otra. Quizá dentro de diez o quince años, sus nombres aparecen asiduamente en las páginas de este periódico. Significará que su formación y evolución ha sido magnífica, primorosa. Y que la niña que es hoy se ha convertido en una mujer con un talento excepcional que le ha hecho ser deportista profesional. Como Maialen Chorraut, Edurne Pasaban, Maria Eraunzetamurgil, Ane Santesteban, Teresa Motos o Nerea Eizagirre. Referentes necesarios para que las niñas tengan un espejo al que imitar
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