Martija da toda una lección de entrega y juego

Si no llega a ser por Martija, el estelar de la catedral hubiese sido un fiasco. Y eso que comenzó con un Aimar lanzado, haciendo mucho daño con la cortada. Los cinco primeros tantos que subieron a su casillero llevaron su firma (5-3), pero a partir de ahí el goizuetarra se diluyó como un azucarillo en el café con leche en la faceta rematadora. Y la sequía duró hasta el 13-19. No es normal en un pelotari de su categoría. Además, cometió más errores de lo habitual en él. Dos de ellos fueron flagrantes, de falta de comunicación y acoplamiento con su zaguero. Dejó pasar la pelota cuando era suya y el tanto subió al casillero rival. Urrutikoetxea tampoco dio la impresión de estar sobrado de juego. Al contrario. Necesita partidos para recuperar las buenas sensaciones, pero lo malo para sus intereses es que ya queda solo medio campeonato y aquí nadie perdona. Los Reyes Magos les trajeron carbón. Entre ambos perdieron once tantos.

Ezkurdia y Martija nadaron siempre a favor de corriente. Dominó cada uno su parcela, cogieron la ola buena tras un inicio con dudas. Las disiparon de inmediato. Serios, cada uno sabía lo que tenía que hacer. No era necesario salirse del guion. ¿Para qué? Cambiaron el 10-9 por un 10-16 gracias a una tacada de siete tantos consecutivos.

Al llegarse al primer descanso reglamentario se habían cruzado a buena 300 pelotazos. Hubo tantos muy peloteados al principio, 63 en el 2-2 y varios más que rondaron la treintena. Martija levantó al público de sus asientos minutos en el 10-15 al ejecutar una dejadita en el txoko llegando a la carrera como respuesta a otra dejada de Aimar, que antes había ejecutado un gancho dejando fuera de juego a Ezkurdia tras la devolución del de Arbizu. A partir de ahí, ya no hubo color. La diferencia fue aumentando (12-19) y Ezkurdia acabó con una cortada y dos saques seguidos que Urrutikoetxea, indeciso, no pudo poner en el frontis.