Pelota - Manomanista

Zabala despierta los fantasmas de Larrazabal

Sucedió lo contrario. Zabala despertó los fantasmas de Larrazabal. Errores de precipitación, poca finura rematadora, dificultades cuando el riojano le obligó a desplazarse, falta de concentración... De repente irrumpieron y se le amontonaron los defectos que parecían por fin solventados. Los consejos de Koldo Iriarte, igual de certeros que otros días, no servían en esta ocasión. El 22-7 que todavía trata de masticar es el resultado más abultado de la presente edición, caracterizada por la igualdad en los tanteadores. Hasta ayer los doce derrotados habían alcanzado las dos cifras.

La sonrisa se tornó semblante de preocupación. Vuelta a empezar. El de Baiko dispone de quince días para recomponerse, corregir fallos y centrarse en lo que tan bien había hecho hasta el momento. También es tiempo para que sus restos de zurda de costado desde atrás sean de nuevo eficaces en la misión de dificultar el remate directo del contrario. O para encontrar la vía por la que su volea y su derecha a bote sometan de nuevo al contrario. No solo en dos o tres ocasiones, sino con persistencia y sin tregua.

Seguro que el 22-7 tampoco reconforta al ganador. Javier Zabala dice adiós al Manomanista después de ir por delante en el electrónico en sus tres encuentros de la liguilla. Dispuso de un 16-17 a favor ante Darío en el Ogueta, dominaba 8-15 a Altuna en el Atano III, arrolla a la sorpresa del campeonato... y termina último del grupo A con un solo punto, el de consolación. También presenta una baldía diferencia positiva de dos tantos.

Nadie pone en duda la justicia de su eliminación, pero tampoco sus virtudes para el mano a mano en toda la cancha. Deberá fortalecerlas para pensar en mayores objetivos. Encontrar por parejas una línea de juego acorde a la calidad que atesora le ayudaría a encontrar sosiego y a esquivar urgencias. Quizá ha acusado jugarse mucho en el Manomanista, su tabla de salvación tras fracasar en el Campeonato del Cuatro y Medio y quedarse sin titularidad en el Parejas.

Sin una exigencia alta a nivel físico en un choque de menos de tres cuartos de hora de duración y que superó por solo dos pelotazos las barrera de los 200, el de Logroño encontró el espacio ideal para soltar su elegante y poderosa zurda. Movió la pelota de un lado a otro de la cancha –ya lo sufrió Jokin Altuna al principio de su enfrentamiento en la segunda jornada– y su confianza creció con el paso de los minutos para alternar las dos paredes con dejadas ejecutadas lo mismo de zurda que derecha. Esta vez no tuvo al costado a un pelotari capaz de poner a prueba la paciencia y de llevarle al límite, como lograron primero Darío y diez días después Altuna III.

La derrota por 22-7 no apea a Larrazabal de la ya selecta lista de aspirantes a campeón. Nadie ha encontrado un camino de rosas hacia la txapela. Él se había ganado el derecho que esta derrota le salga gratis.