Bixente y Aimar escenifican el pacto que mantienen desde hace dos décadas en la consulta que el masajista tiene en Oiartzun. ARIZMENDI
Pelota

Más que masajista, mano derecha de Aimar Olaizola

Bixente Artola acompañará a Olaizola por última vez al Atano III este sábado tras disfrutar de todas sus finales allí en una trayectoria de 18 años en la que no se han separado

GAIZKA LASA

Oiartzun

Jueves, 30 de septiembre 2021, 06:47

Decir de alguien que es la mano derecha de Aimar Olaizola es mucho decir teniendo en cuenta los pelotazos que han salido de esas ... zarpas y la leyenda que han construido, pero es el título que ostenta Bixente Artola, masajista con el que el goizuetarra mantiene una relación inseparable desde hace dieciocho años. Pasado mañana será la última vez que los dos socios vivan juntos un partido en el Atano III, escenario donde han compartido nueve finales.

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La consulta de Oiartzun de Bixente ha sido la segunda casa de Aimar. Cuenta el goizuetarra que desde hace casi dos décadas «vengo mínimo una vez a la semana, a veces dos, y eso si todo va normal y no hay ni lesión ni molestias. Si no, puedo venir tres o cuatro veces. Siempre he dicho que tener a Bixente cerca ha sido importante en mi carrera. Ha sido sentir algo y llamarle a él el primero. Para un deportista, tener una persona de confianza disponible a cualquier hora es un lujo. He llegado a levantarme un domingo, sentir un bloqueo en la espalda, llamarle y venir, tanto cuando vivía en Goizueta como estando ya en Hondarribia».

Bixente recuerda la primera vez que trató al menor de los Olaizola. «Me lo trajo su hermano, a quien ya le daba masaje, como a Unanue y a algún otro, en 2003, estando yo a punto de irme al Tour de Francia. Para entonces ya se había lesionado en el dorsal. Le dije que se podía romper si se descuidaba. Había ganado con la zurda a Beloki en Eibar. Siguió adelante y jugó contra Patxi Ruiz su primera final manomanista y, efectivamente, se rompió». Aimar añade que «no me habría lesionado si hubiera venido a donde Bixente antes. Ya llevaba un tiempo con el piloto encendido, pero era joven y tiraba para delante. Hoy les digo a los pelotaris nuevos que no hagan como hice yo y vayan al masajista para prevenir, no para tratar luego las dolencias».

Aquello fue mano de santo. «Desde que salí de aquella lesión, no he fallado una semana y a partir de entonces me lo empecé a llevar también a los partidos. Si un año jugaba entre los tres campeonatos (Parejas, Manomanista y Cuatro y Medio) 25 partidos, venía 24 conmigo. Muchas veces, incluso juntos en el coche». «Conducía Aimar y yo iba seco dormido», apostilla Bixente. «Nunca le he dicho que no a ir a un partido si estaba libre». Como anécdota, Olaizola cuenta que «solo he tenido un accidente en mi vida y ha sido con Bixente, yendo al frontón a Gasteiz». La presencia del masajista le ha tranquilizado. «En los partidos tampoco es que me diera masaje, igual alguna crema para calentar o así, pero si sentía dolor o molestia, estaba ahí. Pero no solo conmigo, en eso Bixente ha atendido a cualquier pelotari que haya tenido algún problema durante el partido». En definitiva, «ya lo dije en rueda de prensa, gana el deportista pero parte del mérito es de los que le rodean y Bixente siempre lo he tenido ahí».

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Aimar y Bixente han vivido mucho juntos. Olaizola cuenta que «además del trato al cuerpo, he hablado mucho con él. Un deportista tiene muchos momentos de dudas o molestias que no salen a la palestra y se llevan por dentro. Todo eso lo he abordado con él. Hemos tenido mucha confianza».

Rescata, por ejemplo, un pasaje intrigante que vivieron juntos. «Era un campeonato del Cuatro y Medio, tenía que jugar contra Koka en Tolosa un lunes y andaba con una tendinitis muy molesta. De víspera, el domingo, vine a donde Bixente y subí al frontón de Oiartzun a hacer una prueba. Pero vine sin tacos y allí andaban Imaz, que entonces era un chavalín, y sus padres. Me dejaron los tacos y probé. Al día siguiente jugué justo justo pero pasé aquello y salí campeón».

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El Manomanista de 2005

La memoria, selectiva, se queda con los momentos dulces. Bixente reconoce que «hemos disfrutado de muchas jornadas maravillosas, pero aquella final del Manomanista de 2005 ganada a Irujo en el Atano III nos hizo muy felices a los de la cuadrilla que le rodeamos. Lo que se siente en ese momento es especial y deja recuerdos imborrables. Tras estar lesionado entre 2003 y 2004, menuda ilusión nos hizo. Hemos celebrado mucho las victorias. Diría que hasta demasiado. No ha faltado de nada en las celebraciones».

Mientras le da uno de sus últimos masajes como pelotari en activo, Bixente dice de Aimar que «tiene una musculatura fuerte y dura, aunque se suelta bien tras recibir el masaje, pero dese el punto de vista de la elasticidad es duro. Ahora, con el paso de los años empieza a ser algo más flexible». Más allá de eso, el masajista sostiene que su pupilo «ha tenido un don para la pelota y ha sabido explotar ese don muy pero que muy bien durante su trayectoria. También ha tenido la virtud de mimar mucho su cuerpo, dentro y fuera de la cancha, cuidándose en casa, saliendo al monte, haciendo vida sana. Después de los tutes que se ha llevado, con lesiones como la del dorsal o el ligamento cruzado que tuvo luego, ha superado todas las dificultades y solo él sabe las horas que se ha pasado en rehabilitaciones y trabajo personal. Ha sido un profesional en ese sentido. Pero sobre todo ha sido pelotari de los pies a la cabeza».

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Bixente sentirá «pena» pasado mañana en el Atano III, a donde acompañará a Aimar por última vez en su carrera profesional. «Habiendo dado todo lo que ha dado, que lo deje... Se va en un buen momento, estando todavía a un nivel algo, pero creo que todavía tenía un buen año por delante. Durante años ha sido él quien ha dado ventaja a una pareja y si ahora le pusieran un buen zaguero, todavía daría espectáculo un año más».

«Seguiré viniendo a donde Bixente, aunque sea tras jugar a padel»

Bixente devuelve a Aimar sus elogios. «Ha sido un honor estar junto a él. Hay muchos deportistas, pero buenos salen pocos. Por suerte, he tratado con muchos (remeros, ciclistas, aizkolaris, harrijasotzailes, atletas, pelotaris...) y respeto a todos, pero tanta relación como con Aimar no he tenido con nadie. Ha sido semanal durante 18 años. Nadie ha venido tanto. Hasta nos hemos ido de caza juntos en vacaciones».

La camilla de la consulta de Bixente ya tiene la forma del cuerpo de Olaizola II. «Desde 2003 siempre he acudido a él salvo en alguna lesión o rehabilitación que me he tratado con Mikel Sánchez y su hija Itxaso. Si no, siempre Bixente».

El 13 de noviembre se despedirá de la pelota profesional en Goizueta, pero Aimar no piensa romper su sociedad con Bixente. «Ya no voy a jugar a pelota, pero me apetece jugar a padel o así y después vendré a que me de masaje. Tenemos muy buena relación entre las familias y hemos formado una cuadrilla que quedamos para comer tres o cuatro veces al año. Eso no lo vamos a dejar».

Recoge el guante el oiartzuarra para lanzar que «a mí tampoco me quedaba tanto. No sé si podría seguir dándole masaje muchos años más. Igual lo mejor es que vaya a jugar a squash, luego le manoseo un poco y nos vamos a comer juntos». Que así sea

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