Durante esta semana no hemos tenido otro tema de conversación en el panorama deportivo: el dichoso penalti (o no) de Rulli a Vinicius. Varios días ... enteros mirando una repetición una y otra vez para saber si le toca o no le toca. Y mientras tanto, todos hartos y sacando la bandera que les acredita como contrarios a este fútbol que solo se mueve a base de polémicas arbitrales.
Les propongo un plan. Cambien, al menos por unos días, de deporte. Prueben con el balonmano. Desde ayer se está disputando el Mundial en Alemania y Dinamarca y les puedo asegurar que sí se van a tocar. Y se van a tocar de lo lindo. Tipos de dos metros y cien kilos que se reparten mandobles a lo Asterix y Obelix. Les puedo asegurar, también, que no van a ver una sola polémica. Que no van a ver un solo programa televisivo en el que repitan hasta la saciedad la misma jugada para ver si le toca o no le toca.
A uno al que le tocan, le pegan, agarran y empujan mucho, tanto que nadie quisiera estar en su lugar, es un irundarra. El mejor jugador guipuzcoano de balonmano de todos los tiempos. Hablamos del pivote Julen Aginagalde. Lleva diez años acudiendo a los torneos más importantes de selecciones de manera ininterrumpida y hoy debutará con la selección española ante Bahrein.
El jugador del Kielce polaco, considerado el mejor pivote del mundo en los últimos años, tiene entre ceja y ceja la clasificación para los Juegos Olímpicos, que se pondrá en juego en este Mundial, y buscará ese objetivo con la intención de estar también en la pelea por las medallas.
Francia, Alemania, Dinamarca o España aparecen entre las favoritas. Aginagalde, que ya sabe lo que es ser campeón del mundo y de Europa, quiere volver a sacar la bandera de Irun como signo de victoria. Como signo de otro territorio conquistado. No lo tendrá nada fácil porque le van a dar de lo lindo. Sí, le van a tocar, pero sin malas caras. No se lo pierdan.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión