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La donostiarra Amets Aguayo. DV
Kirolean errespetuz

«Protejamos a los menores en el deporte, son el futuro»

Responsabilidad ·

La entrenadora y educadora Amets Aguayo aboga por acelerar la implantación en los clubes guipuzcoanos de los protocolos que exige la Ley Orgánica de la protección del menor

Enrique Echavarren

San Sebastián

Viernes, 5 de enero 2024, 01:00

Normalmente, se asocia violencia a conductas muy evidentes que implican una agresión física, una pelea o un insulto. Sin embargo, hay situaciones que también son ... violencia y que de alguna manera no se perciben como tal y se aceptan como algo 'normal': una forma de comunicarse con el menor inadecuada, un exceso de exigencia, bromas de mal gusto, comentarios subidos de tono… Son múltiples las formas de agredir que, al no ser tan evidentes, parece que no existen». Amets Aguayo es donostiarra, tiene 30 años y trabaja en Orona. Estudió Ingeniería Civil en la Universidad del País Vasco, posee los tres títulos oficiales de entrenadora de fútbol, comenta los partidos de la Real Sociedad en las páginas de este periódico y en los últimos años, después de cursar un máster, se ha especializado en los protocolos de actuación de protección a los menores, lo que a grandes rasgos supone generar espacios seguros en el deporte de conformidad con lo que se establece tanto en la Ley Orgánica 8/2021 de 4 de junio, de protección integral a la infancia y adolescencia frente a la violencia. «Yo como entrenadora he visto que la protección del menor es algo que nos compete a todos. De todos depende que generemos esa cultura de sensibilización, de compromiso y de responsabilidad que nos permita crear espacios más seguros para los menores. Ellos son nuestro futuro», defiende.

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Qué tiene que hacer un club cuando detecta un abuso, cómo debe proceder, a quién debe acudir... Son preguntas que Aguayo se ha hecho y que trata de dar respuesta a través del protocolo que los clubes están llamados a cumplir más pronto que tarde empujados por la Ley Orgánica a la que deben atenerse las comunidades, en nuestro caso también el Gobierno Vasco. «Porque quién te dice que un gesto como tocar el culo a un chaval cuando un entrenador hace un cambio en el transcurso de un partido no molesta al deportista o que en los grupos de wasap del equipo hay alguien que se pase de la raya», reflexiona Aguayo. «Son muchas las situaciones que se pueden dar, algunas sin mala fe, y por ello hay que actuar. ¿Qué pasa en el camino de mi hijo desde que le dejó en la puerta del polideportivo hasta que llega a la cancha?».

En este sentido, el protoloco al que se refiere, por ejemplo, insta a crear en los clubes la figura de un delegado al que los deportistas puedan acudir en caso de sentirse desprotegidos y también a que se firmen contratos con los educadores en los que se recojan las actuaciones no permitidas «porque es más fácil adoptar decisiones si hay algo firmado previamente».

El Gobierno Vasco está en ello, la Diputación de Gipuzkoa también y los ayuntamientos están por la labor. «Y también los clubes. Todos saben que tienen que cumplir la ley orgánica pero en unos sitios se avanza más lento que en otros».

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«Otro ejemplo: llueve y el entrenador le dice a su jugador que le lleva en coche a casa. Lo hará de buena fe, pero igual hay que avisar a los padres o al club previamente», reflexiona Aguayo, quien ha participado activamente en la implantación de medidas en clubes de Bizkaia y también en Gipuzkoa, en el Atlético San Sebastián, entre otros.

«Debemos tener en cuenta que cualquier situación de violencia o desprotección tiene un impacto inmediato en el niño o niña que, además, le puede dejar secuelas en el futuro -insiste-. Uno puede ser entrenador, psicólogo, tutor, utillero o 'team mánager', pero nadie puede olvidar que por ser quienes somos y trabajar con menores, tenemos el deber moral de velar por el bienestar de los niños con los que trabajamos, prevenir circunstancias que puedan generarles desprotección y alertar siempre que detectemos cualquier conducta que consideremos contraria al buen trato y a la protección de la infancia».

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«Disfrutar aprendiendo»

Aguayo comparte la opinión de que la violencia en los terrenos de juego no es una moda, sino «un problema muy serio, aunque últimamente están surgiendo iniciativas para evitar que se sucedan comportamientos incívicos. No nos damos cuenta de la importancia que tiene el deporte a edades tempranas. Una actuación responsable es lo que deberíamos de trasladarles diariamente. Con esos años lo primero es la educación».

«Los niños y niñas tienen que disfrutar, luego ya tendrán tiempo de ir aprendiendo y mejorando -añade-. Su progresión dependerá del equipo en el que jueguen y los objetivos que se hayan marcado. Lo primordial es que se lo pasen bien y que quieran volver a jugar temporada tras temporada. Eso sí, siempre con respeto, sacando lo mejor que llevan dentro. Hay que tener en cuenta que no todos somos iguales. Las necesidades son diferentes y a cada uno hay que tratarle, ante todo, como persona».

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En su opinión «el fútbol ha sido un deporte en el que todo estaba permitido. Vas a cualquier campo y parece que todo el mundo sabe de fútbol, cuando es todo lo contrario. El fútbol lo utilizan algunos como una vía de escape para dar rienda suelta a sus problemas y a sus frustraciones, pero no debemos olvidar que se trata únicamente de un deporte. A los chavales se les mete mucha presión desde edades muy tempranas y no debería ser así. Debería cambiar esa manera de actuar. Lo que la mayoría de entrenadores queremos es que se diviertan, que vean el deporte como algo sano y si lo hacen de esa manera podrán progresar».

Incide en que «en cambio, si cuando llegan a casa solo escuchan 'qué malo eres' el chaval sufre. No nos damos cuenta de que ese tipo de comentarios son muy negativos, no ayudan en nada. A los chavales hay que empezar a educarles en casa, preguntarles cuando llegan si han disfrutado jugando en vez de si han ganado o perdido».

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De momento, no ha vivido una experiencia similar en los banquillos. «Empecé a jugar a fútbol con 12 años, en un equipo mixto. A esas edades ya oías comentarios desagradables desde la grada. En los equipos a los que he entrenado nunca ha habido un problema grave, pero sí he visto intentos de agresión al árbitro. Incluso de personas que desconocían las normas de juego. También he sido testigo de amagos de peleas entre padres en las gradas e insultos mutuos».

«No priorizar el resultado»

Defiende la entrenadora que «hay que ver el deporte como vía de educación. Si se prioriza únicamente el resultado, mal vamos. El deporte es para disfrutar, pero si no se sabe gestionar, sale lo peor. Hoy en día los niños y niñas tienen mucha tensión, el nivel de exigencia es máximo y existe la obligación de ganar. La sociedad te enseña que si pierdes eres malo, pero se pierde muchas veces más que se gana. También es importante saber ganar, respetando al rival, al árbitro y a los entrenadores. Y aunque a nadie le guste, hay saber perder. Saber gestionar las victorias, pero también las derrotas. En edades tempranas, lo importante sobre todo es el juego».

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Aguayo subraya que «los niños y las niñas son como esponjas. Fui a Anoeta a ver un partido de la Real con mi sobrina y me quejé al árbitro por una jugada. Le miré y estaba haciendo el mismo gesto que acababa de hacer yo. Asimilan lo bueno, pero también lo malo. Reproducen la manera de celebrar los goles de sus ídolos. Lo malo es que hay profesionales que no dan un buen ejemplo. Otros, en cambio, como Remiro, dan ejemplo con los talleres educacionales con padres con hijos».

Por último, aboga por «ir trabajando poco a poco, comenzando con la concienciación de la gente. Hay que lograr que el deporte sea algo sano, que invite a practicarlo, que los chavales lo vean como algo positivo, no un lugar donde se sufre».

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Y por eso considera «necesarias» campañas como Kirolean Errespetuz, impulsada por este periódico para erradicar los comportamientos incívicos en el deporte. La campaña cuenta con el respaldo del departamento de Deportes de la Diputación y a ella se han sumado clubes y federaciones del territorio. «La gente se tiene que concienciar de que la violencia no lleva a ningún lado», recalca Aguayo.

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