Las únicas tradiciones que sobreviven son las que cambian. Nada es como era antes, no puede serlo. Pocos eventos habrá con más historia, solera y ... viejos códigos que el Seis Naciones, que hunde sus raíces en los primeros enfrentamientos entre Inglaterra y Escocia en 1872. Al ganador de ese partido anual se le entrega la Calcutta Cup desde 1879. Este año se pondrá en juego el 22 de febrero en Londres y el espectáculo será colosal. El rugby, un deporte en apariencia tan rudimentario, es vanguardia y pionero a incorporar todas las novedades tecnológicas, desde el videoarbitraje, a los protocolos médicos o a la revisión de las reglas. La Premier League inglesa, el Top-14 francés y el United Rugby Championship (con equipos de Irlanda, Gales, Italia, Escocia y Sudáfrica) son campeonatos altamente profesionalizados.
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Hay dos equipos vascos que pertenecen a esa élite. El Aviron de Baiona compite en el Top-14 y el Biarritz lo ha hecho y trabaja para regresar a la primera división. En las últimas semanas se han dado a conocer proyectos para que ese conocimiento de los equipos de Iparralde cruce mejor al sur del Bidasoa. La geografía debería favorecer ese afán. El mejor rugby del mundo ya se practica en casa y es una ventaja competitiva que hasta ahora –por tradición, por el peso del deporte tan dispar a uno y otro lado, por dinero...– no se ha terminado de optimizar, aunque el flujo de jugadores al norte ha existido y existe.
El Baiona dio a conocer hace pocos días el proyecto con su academia y el Biarritz y la Federación Vasca de Rugby presentarán el lunes un convenio de colaboración. La novedad de que los jugadores puedan disponer de doble licencia hasta la categoría sub-18 permitirá más conexiones. Podrán jugar a ambos lados y eso favorecerá su desarrollo. En el mundo del siglo XXI, el siglo de la información, los conocimientos son el nuevo petróleo. Hay que aprovecharlos.
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