Para iniciar el apasionante viaje del entrenamiento mental y la mejora personal, antes de nada uno tiene que tener claros dos principios: Que la valentía ... y la ambición han de ser enfocadas hacia el proceso de entrenamiento y crecimiento que te haga merecedor de un logro (en lugar de 'publicarlas' para generar expectativas que complazcan al público sin que respondan a ningún merecimiento); y que cualquier suceso indeseado es susceptible de ser utilizado como excusa para explicar el por qué no hemos logrado algo, pero que también podemos decidir adquirir un papel proactivo, rebelarnos y actuar con decisión a pesar de todo lo que suceda en el camino.
Publicidad
A partir de ahí, igual que la fuerza muscular es la madre de todas las cualidades físicas y supone el origen de cualquier actividad o movimiento, ya sea este neuromuscular o cardiovascular, la fortaleza mental es la base en la que se cimentan absolutamente todas las capacidades relacionadas con la mentalidad y con el estilo de deportista (y persona) que uno quiera llegar a ser. Según la clasificación que yo hago de los principios relacionados con el entrenamiento mental, luego habrá al menos otros dos campos importantes (el de la conciencia y responsabilización; y el de la ética) pero primero deberá contar con la base de una buena fortaleza mental. La fortaleza mental es el motor de cualquier actividad que requiera esfuerzo, sea esta deportiva, o no.
Y si la fortaleza mental es un motor de tres tiempos, el primero de ellos es la fuerza de voluntad y actúa como un auténtico motor de arranque. Se trata de la determinación para vencer los dos lastres habituales: La pereza y el miedo. Como en cualquier combustión, consiste en que la parte de la determinación supere la carga paralizante que la pereza y los miedos aportan a la mezcla, para que salte la chispa y se produzca 'el encendido'. Cuando tus objetivos son más fuertes que tus excusas, la fuerza de voluntad te activa hacia tus metas.
Tan fácil de decir y tan difícil de hacer... o no. Y es que, como todo, requiere del debido entrenamiento y, sobre todo, del debido análisis para, por un lado, asegurarnos de que la determinación está bien cimentada y responde realmente a objetivos por los que de verdad uno está dispuesto a esforzarse, y por otro lado requiere que seamos conscientes de que tanto la pereza como los miedos que podamos albergar (posiblemente en el subconsciente) son siempre detectables, solubles y superables.
Publicidad
En definitiva, la fuera de voluntad es el primer paso (el encendido) del ciclo trifásico de la fortaleza mental (el motor) y requiere en primer lugar de que establezcamos bien claramente nuestros objetivos, sin que estos respondan a expectativas o sueños ajenos por que estemos dejándonos arrastrar por los objetivos de otras personas o por el qué dirán; y en segundo lugar precisa de un autoanálisis exhaustivo sobre qué es lo que nos frena y está lastrando nuestro despegue. ¿Hasta qué punto lo quiero y estoy dispuesto a sacrificarme por ello? ¿Es realmente algo por lo que quiero luchar emprendiendo un viaje lleno de dificultades e incomodidades? Si es así, ¿qué es lo que me está reteniendo? ¿qué temo de todo ese proceso?
Evidentemente, para iniciar este camino no basta con leer un artículo y es necesario atreverse a emprender un proceso de entrenamiento personal de verdad, con todo lo que eso supone. Pero lo quieres de verdad, ¿no?
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión