Golpes y patadas al ritmo de la música
Fitboxing ·
Al igual que en todo el mundo, en Gipuzkoa los deportes que requieren de sacos y guantes están triunfando, y miles de hombres y mujeres se animan a diario a probarlosLukas Otaegui
San Sebastián
Domingo, 13 de julio 2025
Hacer deporte con regularidad es la primera máxima de una vida feliz. Por eso, llevar una rutina saludable, perder peso o sentirse mejor con uno ... mismo son algunas de las razones por las que la gente entrena habitualmente. Además, se ha demostrado que ejercitar el cuerpo ayuda a liberar el estrés acumulado de la semana. En este sentido, el fitboxing se ha convertido en una de las disciplinas más populares por la capacidad que tiene para alternar movimientos de boxeo y kickboxing, pero sin contacto. «Es un espacio donde entrenamos, trabajamos nuestra fuerza y el cardio y nos desestresamos», explica Adriana, una de las monitoras del centro Brooklyn Fitboxing ubicado en el barrio donostiarra de Gros. «A diferencia de otros gimnasios, en este no tenemos espejos. Lo hacemos para que en todo momento estés mirando al saco y no a los demás», explica. Además es un deporte altamente estimulante, lo que genera atracción a la gente que lo prueba. «Muchas veces viene gente diciendo que no le gusta el deporte, pero muchas acaban totalmente enganchadas», apunta Adriana.
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Las sesiones duran 47 minutos y se dividen en dos bloques: entrenamiento de fuerza y saco. En el primero se combinan ejercicios de fuerza y cardio reunidos en un entrenamiento de alta intensidad (HIIT). «Alternamos series con mancuernas, abdominales, planchas y cardio. Lo hacemos a modo de calentamiento, para llegar al bloque de sacos habiendo sudado antes», comenta Adriana. El primer bloque es el preludio del plato fuerte: pegarle al saco. «Hacemos ocho rounds de dos minutos en los que alternamos diferentes golpes y combinaciones, siempre al ritmo de la música». A su vez, el centro cuenta con sesiones más centradas en la técnica. «En este tipo de clases nos centramos en mejorar los movimientos y depurar la técnica, y acabamos con una especie de torneo entre las participantes. En las clases rutinarias intentamos explicar todos estos conceptos, pero hay veces que no es posible y por eso creemos que es necesario estas explicaciones detalladas», comenta.
El centro está formado por cuatro monitores que se encargan de enseñar la disciplina a 440 socios, que se dividen en «clases de hasta 24» alumnos. «Siempre ha venido mucha gente, pero es verdad que hemos notado una subida de matrículas este último año», confiesa la 'trainer' Luli. Sin embargo, el número tiende a ampliarse en época veraniega debido al Global Pass. «Este pase permite a los socios acceder y entrenar en cualquiera de sus 270 centros. Por lo que en verano suelen venir personas de todo España que sacan un rato en sus vacaciones para entrenar con nosotras», aclara.
«Es un espacio donde nos juntamos, hacemos deporte, sudamos y nos desestresamos. Lo usamos casi como terapia»
A pesar de que el centro abrió sus puertas por primera vez hace casi tres años, ha sido en este último cuando desde dentro han sentido que «viene mucha más gente». Las monitoras del centro lo achacan al «buen ambiente que se genera en cada sesión, que produce una promoción mediante el boca a boca». Y a pesar de que esto sea cierto, cabe la posibilidad de que esté directamente relacionado con la reciente popularidad que están cosechando los deportes de contacto.
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Más allá de ser una sensación general, los datos avalan esta teoría. Sin ir más lejos, en los últimos cinco años se han registrado diez mil nuevas licencias masculinas en este tipo de deportes. Más si cabe en el ámbito femenino, donde se han duplicado las plazas en el último lustro. Un patrón que se repite en el Brooklyn, en el que más del «setenta por ciento de los socios son mujeres».
En los últimos cinco años se han duplicado las licencias de mujeres que practican habitualmente deportes de contacto
Ejercitarse en este gimnasio no solo beneficia la salud de uno mismo, sino que puede ayudar a miles de personas. Esto es gracias a la iniciativa 'Hit4Change', que transforma el entrenamiento de miles de socios en financiación para proyectos solidarios. «Los sacos tienen sensores que calculan la fusión entre la sincronización y la fuerza de los golpes. A la suma final de los puntos le llamamos 'Energy', que acaba convirtiéndose en monedas que se destinan a diferentes ONG», explica Adriana. El dinero proviene de la donación del uno por ciento de la facturación de los diferentes centros de la franquicia, que se acumula en un bote solidario que ronda los 200 mil euros anuales.
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A la hora de realizar la matrícula en el gimnasio, el socio tiene que elegir dónde parará el dinero que genere con sus entrenamientos. Los destinatarios se dividen en cuatro grupos: el océano, la salud, que trabaja en pro de la igualdad en los tratamientos médicos y la investigación de enfermedades; los bosques, que incentiva la reforestación de árboles; e infancia, que busca proteger a los niños brindándoles un hogar seguro y el acceso a una educación de calidad.
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