Urgente Largas colas en la AP-8 y la GI-636 en dirección a la muga
Ghulam Murtaza, flanqueado por su compatriota Akhond Ishaq (izda.) y el montañero Alex Txikon (dcha.) durante el acto de este jueves en Azpeitia. FOTOS FÉLIX MORQUECHO

«Me duele que digan que no tengo experiencia»

Cerca de doscientas personas pudieron escuchar este jueves en Azpeitia el testimonio de Ghulam Murtaza, el porteador paquistaní abandonado a 8.000 m. por sus clientes

Eli Aizpuru

Azpeitia

Viernes, 20 de octubre 2023, 02:00

Ghulam Murtaza, el porteador paquistaní que fue abandonado a su suerte a pocos metros de la cima del Broad Peak y que fue rescatado ... y traído a Euskal Herria con la ayuda del montañero Alex Txikon, ha despertado la solidaridad en la otra punta del mundo. En fase de recuperación de la operación en la que le han sido amputados seis dedos, Murtaza y su compatriota, el cocinero Akhond Ishaq hablaron este jueves ante cerca de doscientas personas congregadas en el auditorio Soreasu azpeitiarra.

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La presencia de Murtaza se convirtió en un alegato a la formación y seguridad de los porteadores paquistaníes. Guiado por Ishaq, el protagonista agradeció humildemente la presencia y la colaboración de los presentes así como de Lagun Onak mendi bazkuna, que se ha volcado en ayudar al joven porteador.

Murtaza, «tocado psicológicamente», dedicó pocas palabras. Con la ayuda de un vídeo, su paisano dio cuenta de la precaria situación de los porteadores en Pakistán pero a diferencia de los testimonios reflejados por los expedicionarios mexicanos que le abandonaron y que aseguraban que «estos hombres no están preparados», el porteador se dirigió al público para afirmar: «Me duele que digan que no tengo experiencia. Mi tío tenía experiencia pero se quedó en el K2».

Murtaza, muy «tocado psicológicamente», agradeció la solidaridad de la gente en la otra punta del mundo

Ghulam Murtaza saltó al panorama internacional el pasado julio. Acompañaba a dos clientes mexicanos hacia la cumbre del Broad Peak (8.051 m). Aunque éstos lo hacían con dos bombonas de oxígeno, él subía a pleno pulmón (es habitual que las agencias no proporcionen bombonas a los porteadores debido a la carestía del material). Tras más de diez horas de ascensión, ya en la cresta cimera, un súbito cambio de tiempo les obligó a permanecer parados durante cerca de una hora. Aquejado de mal de altura, fue la sentencia para Murtaza. Sus guantes se habían mojado y calaron hasta las manos. El frío y el agotamiento hicieron el resto. Sus dedos empezaron a congelarse. Sus clientes cogieron las bombonas de oxígeno y continuaron hacia la cima, dejando al porteador a su suerte.

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El destino quiso que el austriaco Lukas Wörle, que también intentaba hacer cima ese día, desistiera de su intento para salvarle. Al rescate se sumó el estadounidense Dan Buonome. Llegaron a las tiendas anocheciendo gracias al guía Stefan Fritsche, que salió en su busca tras la alerta lanzada por el equipo del campo base del austriaco.

Murtaza fue trasladado al hospital de Skardu. Pese a haber salvado la vida su calvario no había hecho más que comenzar. El hospital no contaba con medios para curar las congelaciones y la única solución era amputar. Él se negó. Con los dedos amputados perdía toda opción de continuar con su medio de vida y sacar adelante a su familia. Padre de dos niños de 3 y 5 años, a la desesperada y tras casi dos meses viendo cómo el estado de sus dedos no hacía más que empeorar, su familia decidió contactar con Alex Txikon en busca de ayuda.

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Murtaza es sobrino de Ali Sadpara, el montañero fallecido meses atrás en el K2 y con el que el alpinista vasco hizo la invernal del Nanga Parbat en 2016.

Su presencia se convirtió en un alegato a la formación y seguridad de los porteadores paquistaníes

Txikon se encargó de traer a Murtaza y su compatriota, el cocinero Akhond Ishaq –afincado en Lemoa–, le acogió en su casa a su llegada a España. Tratado primero en el hospital bilbaíno de Cruces y más tarde operado en Madrid, al joven porteador paquistaní han tenido que amputarle las falanges de seis de sus dedos.

El grupo que le está ayudando para sufragar los gastos sanitarios como para asegurarle un futuro digno –porque no podrá volver a su anterior medio de vida– ha puesto en marcha una campaña de crodwfunding y ha abierto una cuenta en su nombre (ES18 2100 4979 8507 0000 0711) para que puedan realizar las donaciones.

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Los gastos son cuantiosos y apremia la solidaridad. El caso ha dejado en el aire la precariedad y la falta de seguridad de los HAP, porteadores de altura paquistaníes, además de poner en entredicho los valores del montañismo.

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