Javier Vicioso, con sus compañeros de la peña Omnes-Uni en Illunbe, durante un partido del GBC. LOBO ALTUNA
Kirolean Errespetuz

«Al pabellón hay que ir a divertirse y a disfrutar»

Concienciación. Javier Vicioso, presidente de la peña Omnes-Uni de Gipuzkoa Basket, aboga por erradicar de raíz de las canchas cualquier comportamiento violento

Enrique Echavarren

San Sebastián

Sábado, 11 de noviembre 2023, 01:00

Javier Vicioso tiene 59 años. Natural de Errenteria, trabaja en la empresa Hydrogazte de Hernani, de mantenimiento eléctrico. Hace trece años entró en la peña Omnes-Uni, la encargada de dar ambiente y ánimos a los jugadores de Gipuzkoa Basket en Illunbe. Y desde hace un lustro ocupa la presidencia. «Ahora somos 30, pero en su día llegamos a ser 100. Si el equipo va bien, continúan. Si es al contrario, se da de baja», resalta. En su diccionario particular está borrada de raíz la palabra violencia. «Una de las máximas de la peña es intentar no insultar, ni al contrario ni, sobre todo, a los árbitros». Se alinea por tanto con la campaña Kirolean Errespetuz puesta en marcha por este periódico para tratar de eliminar los comportamientos incívicos en los recintos deportivos. La campaña cuenta con el respaldo del Departamento de Deportes de la Diputación y a la que se han adherido las federaciones y clubes.

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Padre de dos hijos deportistas –ambos juegan a balonmano–, conoce de primera mano lo que se vive en los diferentes pabellones. «Xabier tiene 23 años y juega de extremo en el Ereintza. Nora tiene 19 y es portera del Zarautz de División de Honor Plata. «En sus respectivos clubes les inculcan que deben respetar siempre a los árbitros. Hablando un día con Xabier, le dije a ver qué decisión tomaría él si fuese árbitro al ver a dos jugadores de equipos rivales pegándose en la cancha, o del mismo equipo. Dudó en un principio. Y le dije que yo les sacaría tarjeta roja a ambos. Es la mejor forma de que comprendan que algo han hecho mal y que, por lo tanto, merece una sanción».

Afortunadamente, el baloncesto es un deporte en el que, normalmente, no suele haber incidentes reseñables. Sólo cosas puntuales. «Curiosamente, donde peor nos han tratado fue en Miribilla, en un partido contra Bilbao Basket. Tuvimos una ligera 'movida' con el jefe de seguridad y desde ese día dejamos de ir a Bilbao. No nos dejaban entrar con el bombo. En algunas canchas no lo permiten. Se enteró el GBC e inmediatamente mandó a dos empleados de seguridad a solucionar el asunto. El bombo se quedó fuera. Lo bueno del caso es que a la siguiente temporada vinieron de Bilbao con un bombo y entraron con él a Illunbe. Nos quedamos con cara de primos», recuerda.

«Hay gente que saca lo peor que lleva dentro en el campo. Luego, cuando recapacita, se arrepiente de lo que ha hecho»

«En el Palau Blaugrana nos dejaron entrar con nuestras camisetas, pero nos ubicaron en un lugar distinto al que teníamos para que no hubiese problemas. –añade– Hemos viajado a muchas canchas, también a Madrid, y nunca hemos tenido ningún problema con la afición rival, al contrario, hemos sido unos 'santos'».

Reconoce que «los mejores momentos que he vivido en Illunbe han sido cuando ha habido alguna decisión arbitral en contra del equipo. Ahí si que el público se enciende, en el buen sentido de la palabra. Es un cabreo sano. Recuerdo un partido contra el Real Madrid en el que los árbitros expulsaron a Panko y para compensar su baja el público se puso a pitarles y a animar al equipo. Ganamos. Así es la vida, cuando menos te lo esperas, salta la chispa, aunque la gente sea muy fría. En Illumbe entran casi 11.000 personas. Alguna vez alguien ha llamado sinvergüenzas a los árbitros y la afición rival nos decía que éramos muy blanditos. En una ocasión, una madre nos dijo que éramos muy majos y que su hijo estaba aprendiendo a comportarse en los campos viéndonos cómo lo hacíamos nosotros. Tenemos amistad con peñas de Bizkaia, de Burgos, de Zaragoza».

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Recuerda, para que sirva de ejemplo, el primer desplazamiento a Fuenlabrada. «Nos quedamos con la boca abierta. Había un montón de jubilados animando a pie de pista con panderetas. Hacían un ruido tremendo, pero todo era muy sano».

Aviso a navegantes

Incide en que «a pesar de que el baloncesto tiene una cultura diferente a la de otros deportes, últimamente se está 'fútbolerizando'. Y el balonmano también. Mi hija arbitra a balonmano en categorías inferiores y ha visto a alguna amiga suya llorando tras pitar un partido de infantiles por los insultos que le 'dedicó' un padre. En esas categorías, todos están aprendiendo...».

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«La violencia no lleva a ninguna parte, se dan casos cuando menos te lo esperas, como en Anoeta ante el Benfica»

Vicioso no cree que «la violencia en el deporte sea algo innato en la sociedad. «Hay gente que cuando va a un partido de fútbol o de baloncesto saca lo peor que tiene dentro. Luego, cuando recapacita, se arrepiente de lo que ha hecho. En todos los deportes hay árbitros malos, pero eso hay que tenerlo asumido. Los árbitros tienen mucho valor. Pueden equivocarse para un lado u otro, pero ante todo deben ser honestos consigo mismos. No deben influir en el resultado. Se dice que el mejor árbitro es el que pasa desapercibido y es cierto. Hacerlo desde fuera es muy sencillo, pero ahí abajo tienes que tomar decisiones en décimas de segundos. Y, sobre todo, acertar».

No le duelen prendas a la hora de manifestar que «la violencia no lleva a ninguna parte. Se dan casos cuando menos te lo esperas, como los incidentes previos al partido de Anoeta contra el Benfica y el posterior lanzamiento de bengalas desde las gradas».

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