Dura derrota del Real Unión ante el Celta B en Gal (1-4)

Los celtiñas no habían estrenado todavía su casillero de victorias pero iniciaron el compromiso mejor colocados que los locales, imprimiendo ritmo al juego, apretando arriba y demostrando que el Real Unión iba a tener que sudar de lo lindo para salir triunfante. Como en todos los encuentros de esta Primera RFEF, en realidad.

Pareció que los de Zulaika se habían sacudido ese empuje inicial de los visitantes, con Rivero y Oyarzun ganando protagonismo en el juego, pero fue un espejismo. En un abrir y cerrar de ojos los de Onésimo golpearon en dos ocasiones, en los minutos 16 y 20. El 0-1 llegó en un saque de esquina que Cedric peinó en el primer palo y que Martín remató libre de marca, y el segundo fue obra de Veiga. El atacante aprovechó a la perfección un pase milimétrico de Losada para batir en el mano a mano a Irazustabarrena.

El Real Unión tenía que hacer frente por primera vez este curso a verdaderas dificultades aunque le pasó lo mejor que le podía suceder, recortar distancias inmediatamente. Lo hizo como su rival, a través de un saque de esquina. Oyarzun se encargó de darle vuelo al esférico y Pérez cabeceó para ajustar el marcador.

El partido bajó algo de revoluciones antes del descanso, lógico por lo que se había presenciado en la primera media hora, aunque siguió dando la sensación de que los vigueses eran más. Zulaika tenía trabajo en la caseta para contrarrestar la verticalidad, la velocidad y el descaro de los gallegos. Algo había que cambiar.

El primer ajuste del míster azpeitiarra llegó en el lateral derecho, dando entrada a Santos en lugar de Elosegi. Los txuribeltz comenzaron jugando en campo contrario y rondaron el empate a través de Kijera, pero recibieron el tercer sopapo tras una pérdida en el centro de campo. Irazustabarrena se mostró heroico para salvar dos lanzamientos a bocajarro, pero no pudo hacer nada en el tercero. Lautaro, en línea de gol, sólo tuvo que empujarla.

Quedaba gran parte de la segunda mitad para intentar salvar al menos un empate pero los fronterizos acusaron el golpe. Zulaika siguió moviendo el banquillo, dando entrada también a Capelete, Pradera, Beobide y Núñez, pero los celestes, ayer de rojo y blanco, continuaron sin mostrar fisuras.

La recta final transcurrió con la esperanza de un pequeño milagro, con la ilusión de que los unionistas se encontrasen con el 2-3 en una jugada aislada. Nada de eso sucedió.

El Real Unión se quedó con uno menos por la expulsión de Sánchez y concedió el cuarto en un error en la salida de balón. Fue quizás un castigo excesivo, un recordatorio de lo que cuestan los puntos en la nueva Primera RFEF. Toca levantarse, que esto acaba de empezar.