Punto de fe ante un candidato a todo

Una capacidad de reinvención brutal con todo en contra, frente a un rival de campanillas y en su propia casa fue la carta de presentación del Real Unión en la presente temporada lejos del Stadium Gal. El cuadro entrenado por Aitor Zulaika rescató un punto en los compases finales, después de encajar un gol en el tiempo de prolongación de una primera mitad de alta exigencia.

El comienzo de partido fue impropio de una segunda jornada liga regular, en el mejor sentido del concepto: El ambiente en el Estadio Balear, con más de 2.500 espectadores, el oficio de los dos equipos y el ritmo de juego fueron una suerte de prueba de algodón para dos plantillas acostumbradas a competir, y a hacerlo con solvencia, en la tercera categoría del fútbol estatal.

Llamado de forma recurrente a retos mayores, el cuadro local asumió sin ningún tipo de problema o complejo el mando durante los primeros compases. Lo hizo sin agobiar demasiado los dominios de Irazusta pero con un control del balón casi en forma de monopolio que tampoco inquietó demasiado al Real Unión. Curiosamente, el cuadro aurinegro tuvo en sus botas la primera gran acción de un primer tiempo que, si bien dejó un nivel notable, apenas se prodigó en acciones brillantes en las áreas. Chema, algo desaparecido en los primeros cuarenta y cinco minutos, puso un centro sin aparente peligro que René complicó el solo a la hora de resolver. El rechazo a punto estuvo de empujarlo Jon Ander al fondo de la portería.

Apostó el preparador local Jordi Roger por una zaga de tres centrales, con dos laterales acostumbrados a hacer de su banda una autopista. David Forniés, el mejor sobre el campo en la primera parte, acabó por ser decisivo en el tiempo de prolongación de la misma. Su cómplice de la acción decisiva había probado suerte desde lejos, pero no el camino de la portería. Tuvo que marcarlo su lateral izquierdo, dentro de un tiempo extra quizás excesivamente largo (tres minutos).

David Forniés, pegado a la línea de cal, sacó un centro desde la banda izquierda que se fue alejando de los centrales del Real Unión. En plancha y con fe, Pastrana envió el balón al fondo de la portería para cambiar completamente el guion de cara a la reanudación.

Además del tanto, Aitor Zulaika tuvo que repensar el plan en el intermedio debido a la lesión de Azkue. El centrocampista se retiró en la acción del 1-0 y no pudo continuar. Dejó su sitio a Nacho.

Sí consiguió el colectivo irundarra la mejoría que le exigía el duelo tras una reanudación en la que amedrentó a su rival. Dio el bloque visitante varios pasos al frente, pero se quedó siempre a las puertas del golpe clave. Y es que lo hizo todo bien, menos decidir en los últimos metros. La falta de profundidad marcó el sino y el devenir final de un partido en el que el Atlético Baleares no necesitaba más.

Un balón en profundidad para Pastrana, bien resuelto con el pie por Irazusta, fue la única acción que pudo decidir definitivamente el choque. Lo mismo sucedió en el área contraria. La única diferencia fue la fe del Real Unión. Avisó Nacho con un chut lejano atajado en dos tiempos por René. Sin embargo, el portero nada pudo hacer a falta de cinco minutos, tras una jugada rocambolesca en la que Seguín acertó a asistir con el exterior a Bravo. El atacante, decisivo siempre en grandes feudos o ante rivales de postín, tiró de repertorio para resolver.

La resistencia de los últimos minutos fue otra de las virtudes que invitan al optimismo de cara al presente ejercicio.

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