Una Primera RFEF de alto voltaje

El aumento de nivel se refleja en la clasificación de una Primera RFEF en la que las distancias son mínimas y una racha de un par de victorias te permiten escalar muchos puestos en la tabla. La máxima que dice que en el fútbol no hay rival pequeño adquiere una nueva dimensión en el grupo II de la categoría.

La primera parte de la temporada en el Real Unión ha sido una montaña rusa de emociones condicionada por la plaga de lesiones, hasta trece en algún momento. El estado de la enfermería ha tenido una incidencia directa en la trayectoria del equipo, como también lo ha tenido el escaso impacto de las incorporaciones realizadas el pasado verano.

Ya sea por lesión -en varios casos- o porque el entrenador ha optado por otras opciones, solo uno de los refuerzos ha gozado de un papel protagonista en los primeros meses del campeonato, Antonio Montoro. El central getafense, por cierto, pasa por ser el único jugador que ha completado todos los minutos de la Primera RFEF, los de la 2021/22 y los que llevamos de la actual.

En ese contexto, el conjunto entonces entrenado por Aitor Zulaika arrancó el campeonato sumando un triunfo en casa ante el Cornellà que fue un espejismo. Los unionistas lograron añadir una única victoria a su casillero en las siguientes diez jornadas, llegando a tocar fondo en la visita al Calahorra del 30 de octubre. Los riojanos, colistas, le endosaron un 3-0 al Real Unión que hizo mucho daño.

Paradójicamente, y a pesar del sopapo recibido, las constantes vitales de los irundarras dejaban entrever cierta mejoría que se concretó con los triunfos ante el Cádiz en Copa del Rey -el momento más feliz de los últimos meses- y en liga contra el Intercity en la visita a Alicante.

No hubo una tercera victoria consecutiva y la derrota en Gal ante el Nástic, el pasado 27 de noviembre, terminó por minar la confianza del consejo de administración en su entrenador. El viernes 2 de diciembre, horas antes del enfrentamiento ante el Numancia, la entidad txuribeltz hacía oficial la finalización de la segunda etapa de Zulaika en Irun. Las dos partes «han acordado poner fin al contrato», rezaba el comunicado.

En ese contexto de agitación, con Iñaki Goikoetxea como míster interino, los unionistas fueron capaces de lograr un triunfo en Soria, al que le sucedieron dos más, estos últimos ya con David Movilla. La junta presidida por Igor Emery decidía entregarle su banquillo al vizcaíno para intentar revertir la situación.

Esos nueve puntos mencionados están permitiendo al Real Unión vivir unas navidades bastante tranquilas, aunque habrá trabajo a la vuelta de las vacaciones. Empezando por la secretaría técnica, que ya tenía tarea pendiente y ahora, además, deberá cubrir la baja de larga duración de Joel Jiménez en portería.

Las trayectorias de Sanse y Real Unión ha dejado durante muchas jornadas sensaciones contrapuestas, pero la realidad determina que los dos equipos guipuzcoanos han llegado al parón separados únicamente por tres puntos.

Al conjunto de Sergio Francisco le costó un mes tomarle las medidas a la categoría. Después llegaron cinco triunfos en seis jornadas que catapultaron a los potrillos hasta la tercera posición de la tabla. Esa racha triunfal se cerró el 11 de noviembre con la victoria en Sabadell, la última conseguida hasta la fecha por los txuri-urdin.

Convertidos en los reyes del empate desde entonces, los realistas han demostrado que tienen mimbres para estar en el pelotón de arriba, que apunta a ser numeroso. Dependerá en gran medida de si 'veteranos' como Jon Ander Olasagasti, Ander Martín y Urko González de Zárate, o las últimas perlas de Zubieta, Pablo Marín y Jon Magunazelaia, acumulan muchos minutos con el segundo equipo.

En cualquier caso, el principal objetivo del Sanse es el de continuar con una cadena de formación que sigue dando sus réditos. Nombres como los de Marrero, Gorrotxategi, Kortajarena o Cantero, por citar algunos, dan fe de ello.