Maradona esperaba a la Real Sociedad en aquella final de la UEFA de 1989
El astro argentino alzó con el Nápoles aquel torneo continental en el que la plantilla realista estuvo a punto de acceder a las semifinales
La luz de Diego Armando Maradona, el mejor futbolista de todos los tiempos, se apagó definitivamente este miércoles. Los aficionados del fútbol y el ... deporte en general lloran la pérdida de uno de los más grandes de la historia. Su figura trascendió de los campos de fútbol hasta llegar a ser un icono del siglo XX, codeándose con otros mitos como Muhammad Ali o Michael Jordan. La magia de este jugador irrepetible también se pudo contemplar en directo en nuestro territorio, cuando el argentino militaba en el Barcelona y, más tarde, en el Sevilla.
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La primera aparición del mítico '10' argentino en Donostia tuvo lugar un lejanísimo 2 de abril de 1983. Maradona aterrizaba aquel día en Atocha como una estrella rutilante que había llegado al Barcelona para reverdecer viejos laureles. La dimensión de gran estrella internacional la alcanzaría tres años después al ganar el Mundial de México, pero fue todo un acontecimiento recibirle en el vetusto estadio donostiarra, porque los amantes del fútbol ya sabían que en el cuadro catalán jugaba el mejor jugador joven de Sudamérica y el líder de la selección albiceleste, y eso ya era un aval a tener en cuenta.
Con todo, a pesar de su grandeza, el que iba a Atocha a enfrentarse a aquella legendaria Real Sociedad sufría mucho. Se llamase Maradona, Santillana, Di Stefano o Kempes. Y el bloque del añorado Alberto Ormaetxea se llevó el gato al agua en esa ocasión, ganando 1-0 con un solitario gol de Uralde. Maradona jugó en otras tres ocasiones como azulgrana ante la Real, y ahí sí que estuvo más fino, porque marcó tres goles y ganó los tres encuentros, otro de Liga y dos de Copa. Como sevillista volvió a morder el polvo en Atocha en la campaña 1992/93, aunque en el Sánchez Pizjuán se desquitó y pudo vencer a la Real. De todas formas, aquella versión del genial futbolista criado en un potrero de Villa Fiorito estaba a años luz de lo que enseñó en el Nápoles, en el Boca Juniors y en la selección argentina. Los excesos fuera del verde le pasaron factura.
Destinos cruzados
Los destinos de la Real Sociedad y el astro argentino estuvieron cerca de cruzarse en 1989, una de las campañas en las que más cerca ha estado el club txuri-urdin de disputar una final europea. Fue en la Copa de la UEFA. La plantilla realista, dirigida en esos momentos por John Benjamin Toshack, se plantó en los cuartos de final del torneo continental y se midió al VFB Stuttgart, uno de los equipos más fuertes de Alemania en aquellos tiempos. La eliminatoria, durísima y muy equilibrada, se resolvió a penaltis a favor de los germanos, quienes también superarían la ronda de semifinales eliminando al Dinamo Dresde.
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En el choque que decidió el torneo la suerte sonrió a los italianos, que completaban así un exitoso ciclo comandados por el talento infinito de Maradona entre 1984 y 1991, en el que ganaron dos Scudettos, una Coppa, una Supercoppa y una Copa de la UEFA. Por el camino, en semifinales, 'El Pelusa' y sus compañeros se deshicieron del Bayern de Múnich, desatando un estado de euforia descontrolada en la ciudad napolitana. De haberse encontrado guipuzcoanos y napolitanos, Maradona se tendría que haber enfrentado de nuevo con viejos conocidos como Arconada, Zamora, Gorriz, o Gajate, a los que ya se había medido en su etapa en Barcelona.
Su zurda será siempre inmortal, como rezaba la canción 'La mano de Dios', de Rodrigo.
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