Un año sin Cruyff
Los aficionados añoran al genio holandés, inventor del fútbol moderno
ALFONSO COBETA
Viernes, 24 de marzo 2017, 06:22
Un traicionero cáncer de pulmón acabó hace ahora un año con la vida de Johan Cruyff (25-4-1947/24-3-2016), pero su figura ... y su obra perdurarán siempre. Reconocido como el inventor del fútbol moderno y uno de los cinco mejores jugadores de la historia, junto a Di Stefano, Pelé, Maradona y en la actualidad Messi, su auténtica grandeza radicó en hacer felices a los aficionados merced a sus genialidades. Quienes aun siendo muy niños, allá por los años setenta, cuando reinó, tuvimos la suerte de poder disfrutarle, primero en el Ajax de Ámsterdam, donde nació y se formó, y luego en el Barcelona, donde maduró, jamás olvidaremos sus fascinantes jugadas y cambios de ritmo, su jerarquía en el campo, elegancia, técnica sublime, velocidad endiablada y el divino don del gol marcó 369 tantos a lo largo de su carrera. Nos hizo amar el fútbol, apasionarnos y soñar con ser futbolistas, y ahora los aficionados le añoran.
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Poco después de su fallecimiento el 24 de marzo del pasado año, Jueves Santo, el que escribe rindió un sentido tributo al fenómeno holandés en un artículo titulado Cruyff, el fútbol-arte. Homenaje a un ídolo. En él ensalzaba su figura y describía cómo viví, con nueve años recién cumplidos, su fichaje por el Barça en octubre de 1973 para rescatarlo iba penúltimo en la clasificación tras siete jornadas- procedente del Ajax, con el que había conquistado tres Copas de Europa, y consagrado ya como el mejor del continente. En casa, junto a mi padre, seguí entusiamado aquella tarde por el transistor el 4-0 en su debut ante el Granada, con dos goles suyos, en el primero de los muchos recitales que impartiría.
Desde entonces me enamoré de su juego y, aunque los genios son inimitables, cuando los amigos organizábamos partidos en las campas del barrio yo osaba copiar sus dotes de mando, sus regates, súbitas arrancadas, taconazos o los fantásticos efectos con el exterior de su bota derecha y, al acabar, volvía a casa feliz creyéndome un futbolista estelar como él. Ya era mi ídolo.
El historial de Cruyff ya es de sobra conocido. Fue un virtuoso del balón como jugador y, tras colgar las botas en 1984, más tarde, de entrenador, de nuevo en el Barcelona, agrandó su obra e inmortalizó una filosofía de fútbol-espectáculo, alegre, ofensivo y combinativo, que ha quedado grabada en letras de oro, de modo especial en sus dos clubes queridos, el Ajax y el Barça, donde ha creado escuela y se han forjado discípulos aventajados como Guardiola, Xavi, Iniesta o Messi, que siempre han reconocido la decisiva influencia de su maestro y elogiado su preciado legado.
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A propósito, a día de hoy muchos se preguntan todavía si Messi habría llegado al estrellato si Cruyff no hubiera dejado su impronta en La Masía, la fábrica de talentos azulgranas. Sea como fuere, sus brillantes carreras presentan una curiosa semejanza. Ambos han atesorado todo tipo de entorchados a título individual y a nivel de clubes pero no han sido capaces de guiar a sus selecciones a la conquista de los principales campeonatos.
El astro holandés siempre destacó al argentino como mejor jugador del mundo del último decenio y, preguntado por la Prensa por sus similitudes con él, negó que sus estilos de juego fueran comparables y equiparaba más el de Messi con el de su compatriota Maradona. Sobre el dilema de quién es mejor futbolista, si Messi o Cristiano Ronaldo, Cruyff elogiaba a ambos pero sentenciaba: Hay mucha diferencia entre ser un gran jugador y un gran goleador. Messi genera juego, crea equipo, da asistencias, mientras que Ronaldo no se ocupa de que el equipo juegue bien, su misión es finalizar las jugadas.
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Como ideólogo del fútbol, El mago o El poeta del gol, así le apodaron, ha dejado frases para meditar. Si tú tienes el balón, el contrario no te crea peligro, Prefiero ganar 5-4 que 1-0, Para marcar hay que chutar, Cuando salgáis al campo, disfrutad, Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, al ataque, debe ser un espectáculo o Hay que guiarse por el instinto, nunca falla. En ellas queda bien reflejada su doctrina balompédica, basada en la creatividad y la intuición, que un año después de su muerte sigue más presente que nunca como fuente de inspiración para los niños que sueñan con ser futbolistas.
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