Secciones
Servicios
Destacamos
Me hubiera encantado sumarme a la fotografía que abre este suplemento, pero me fue imposible porque resido en Cataluña desde hace años y el día ... en el que se hizo esa reunión de estupendas mujeres deportistas estaba ofreciendo una conferencia en Madrid. Hoy, por fortuna, las cosas han cambiado y granito a granito la incorporación de la mujer al deporte ya se hace con naturalidad. No siempre ha sido así. Lo sé porque lo he vivido en primera persona.
El deporte que he practicado ha sido muy masculino. Desde joven, desde que tenía 24 años, me encontré que en muchos campamentos base era la única mujer. Otros alpinistas se preguntaban a dónde iba esa niña y quién me había llevado. Mi respuesta siempre era la misma: 'No me ha traído nadie, he venido yo'. Esas actitudes no me impidieron tirar hacia adelante porque soy una persona que cree que las cosas se pueden conseguir a base de trabajo y constancia, pero de la misma forma confieso que me hubiera gustado encontrar más mujeres en este camino. No tengo problema en reconocer que considero que abrí camino. Donde no había referentes, mi nombre empezó a sonar cuando ya había ascendido seis o siete ochomiles, pero por desgracia todavía no se nos consideraba deportistas. Éramos 'aquellos que suben a las montañas'. No fue nada fácil. Sí tuve referentes como la polaca Wanda Rutkiewicz, pero en España no había. En Euskadi había algunas mujeres que habían hecho algún ochomil, pero no mucho más.
Por suerte, siempre aparecieron personas que me ayudaron a creer en mí porque en un medio totalmente masculino, en un deporte duro como el nuestro, puede llegar un momento en el que una misma se ve incapaz. Seguro que no soy la primera mujer a la que le ha pasado. Más de una vez somos las propias mujeres las que nos hacemos de menos, nos hacemos pequeñas. Recuerdo que no hace tanto, hace diez o quince años, se me acercaban mujeres que me contaban que habían dejado de escalar después de haber roto con su pareja y yo les animaba a seguir. Eso ocurría también en Gipuzkoa, un territorio que como se recogerá en las siguientes páginas siempre ha sido un adelantado respecto a otros. ¿La razón de este empuje del deporte femenino? Hemos hecho muy buen trabajo en el deporte base, que es lo primordial. Somos un territorio pequeño con el deporte interiorizado desde las escuelas.
Con todo, volvería a recorrer el camino de principio fin. ¿Por qué? Porque he hecho lo que a mí me gustaba. Y hemos conseguido de alguna manera vivir de aquello que parecía tan imposible: un deporte profesional minoritario y siendo mujer. Lo volvería a hacer. Pero no por el hecho de haberlo terminado, sino por lo que viví. De aquella Edurne del año 2010 queda la pasión por la montaña. Me encanta la montaña, vivo en la montaña... En estos momentos, en esta época de mi vida soy muy feliz. Conservo los mismos valores y también la ambición por hacer cosas, antes eran los catorce, ahora son otro tipo de retos. Soy madre de un niño de siete años.
Asumo el papel de referente, una persona a la que los jóvenes y las jóvenes miran. Eso me hace sentirme orgullosa. Hoy centro mis esfuerzos en ayudar a las mujeres en Nepal con mi fundación. Intento sobre todo que las jóvenes tengan una visión diferente porque allí sí hay trabajo para hacer. Intento que se reconozca el valor de la mujer, que tengan simplemente la oportunidad de estudiar. Y centro mis esfuerzos en trabajar en la salud mental de nuestros jóvenes, porque por fin en el siglo XXI empezamos a romper ese tabú. Trato de poner mi granito para hacer una sociedad mejor en la que no haya distinción de género. Hay camino por recorrer.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Pillado en la A-1 drogado, con un arma y con más de 39.000 euros
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.