Qué verde era mi valle
El irlandés Dunbar gana una etapa que imponesu dureza sobre los favoritos y deja las cosas como estaban para la crono final de Madrid
Iñaki izquierdo
Sábado, 7 de septiembre 2024, 22:38
La belleza magnífica de los parajes por los que transcurrió la etapa y su dureza fueron más fuertes que los ciclistas. Agotados tras veinte días ... de carrera, llegar hasta la cima del Picón Blanco se dibujaba como una condena ante sus ojos hundidos, viva imagen del sufrimiento que ni las gafas de sol último modelo pueden disimular. Primoz Roglic (Bora) solo tenía en mente mantener las cosas en su sitio y lo consiguió. Todo se quedó como estaba a la espera de la contrarreloj final de hoy en Madrid sobre unos interminables 25 kilómetros. Hechas las sumas y las restas, Mas (Movistar) sacó tres segundos a Roglic, cinco a Carapaz (EF) y siete a O'Connor (Decathlon).
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Que el paisaje es más fuerte que el hombre lo saben bien quienes lidian con él a diario. Agricultores, pescadores, peones camineros y ciclistas. En la cima del Picón Blanco ganó un irlandés, Eddie Dunbar (Jayco), que en su día fue gran promesa y ahora empieza a sobresalir, a los 28 años. Ya había ganado en Padrón y este sábado logró una victoria de categoría, atacando a los favoritos y resistiendo su empuje al final.
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Sin gasolina
Con un irlandés en lo alto del podio y esos paisajes, se venía a la cabeza la película 'Qué verde era mi valle' y la analogía habría sido estupenda si no fuera porque la acción transcurría en Gales. Pero da lo mismo. John Ford describe esa relación desigual entre el hombre y la naturaleza que le rodea. En aquel caso, el padecimiento era de los mineros, otros que saben de primera mano de qué material está hecha la realidad. Es una película que habla del miedo. Del miedo a patrón y a enfrentarse a la injusticia.
La victoria de Dunbar, un tipo de Cork, donde saben lo peligroso que es salir a pescar, es la de los renglones torcidos de la vida y del deporte. Gran promesa del ciclismo de las Islas, fue reclutado a bombo y platillo por el Ineos. Tras marchitarse cuatro años en el gran equipo inglés, cogió un barco a Australia para fichar por el Jayco, donde resurge ya como un veterano.
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Mas y Landa
La etapa fue un desfile de ciclistas al límite al ritmo que marcó el Soudal de Mikel Landa. Aún resuenan los ecos de su hundimiento en la etapa alavesa y buscó resarcirse en su última oportunidad de brillar. Sus compañeros le dejaron al pie del Picón Blanco, pero a estas alturas de Vuelta la jerarquía es inexorable.
Con todo, el alavés logró llegar al grupo que perseguía a Dunbar en el último kilómetro y lanzó un ataque de gran belleza estética, pero poca fuerza. No pudo acercarse al irlandés, como habría correspondido a un movimiento tan bien ejecutado. Le faltaron las piernas.
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Lo mismo le sucedió a Enric Mas, viva imagen de la impotencia. Gran ciclista, se le piden objetivos por encima de su límite. Roglic es mejor que él y algo tan prosaico no es fácil de asimilar para una parte de la afición. El mallorquín se ha pasado la Vuelta tratando de empujar ese techo más arriba y su mejora táctica, más dispuesto a moverse que nunca, no le ha reportado resultados tangibles. En el mejor de los casos será segundo, puesto que ya logró en 2018, hace seis años. También lo consiguió en 2021 y 2022.
Goza de predicamento la idea de que querer es poder. No solo es falso, es peligroso. Es un mensaje ideológico excluyente que amenaza la cohesión social. Mas ha querido con todas sus fuerzas y no ha podido. Así pasa también a diario en la vida real. El deporte, expresión social muy conservadora, son las reglas del juego y no pasa nada, pero una sociedad no puede permitirse dejar a nadie atrás, por muy verde que sea el valle.
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Salvo hecatombe, Roglic se anotará hoy su cuarta victoria en la Vuelta y alcanzará el récord. Su biografía habla de dureza y de superación, del triunfo de la voluntad. Pero, por encima de todo, es muy bueno. Por eso gana y los otros, no.
El Bora sufrió una intoxicación alimentaria
Roglic subió al podio con mascarilla, después de una jornada complicada para el Bora, afectado por una posible intoxicación alimentaria que afectó a varios ciclistas y auxiliares, pero no al líder. Denz, Gamper, Daniel Felipe Martínez y después Vlasov cedieron a más de 100 kilómetros de meta. A falta de 75, el colombiano abandonó, lo mismo que Gamper. Denz llegó fuera de control. Patxi Vila explicó que «nos hemos visto afectados por una enfermedad por la noche. Estamos investigando si la causa es una intoxicación alimentaria». El Bora terminará la Vuelta con cuatro ciclistas: Roglic, Lipowitz, Aleotti y Adrià.
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