Vamos de sorpresa en sorpresa en la Vuelta. Era una etapa de la que esperaba algo más que un simple desenlace al sprint y por ... segundo día consecutivo no vence el favorito. Philipsen no ganó por tres razones. La primera, el fallo técnico de Planckaert, más estorbo que lanzador esta vez. Querían llevar a cabo el sprint pegados a la valla, apareció Turner por el otro lado y les estropeó el plan. La segunda, más motivo que error, es que Philipsen acusó el desgaste de las dos jornadas anteriores. Y la tercera se llama Ben Turner, un buen corredor que les superó con todas las de la ley.
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La emoción por la victoria era evidente en el inglés. A veces parece que solo vale ganar el Tour de Francia o los monumentos. Despreciamos carreras como la Vuelta a España u otras. La reacción de Turner con sus gritos y las lágrimas de alegría demuestra la importancia de un triunfo de etapa, y además al sprint ante un velocista de la talla de Philipsen, todo un vencedor de la Milán-San Remo,
El maillot rojo de Gaudu es bonito y anecdótico a la vez porque la lógica dice que Vingegaard lo recuperará hoy en la contrarreloj por equipos de Figueres. Pero ojo porque las sorpresas se suceden en esta Vuelta. Se trata del primer test importante en un terreno ideal para el conjunto neerlandés y al mismo tiempo una oportunidad para los rivales del danés, superior sobre el papel en el tú a tú. El recorrido brinda esta oportunidad, en la que entra en juego la calidad de los compañeros.
Recuerdo una crono por equipos en el Tour de Francia con Banesto. Queríamos hacerlo lo mejor posible para Zulle. Con Chava Jiménez y Piepoli a rueda, resulta que fue precisamente el suizo quien falló en la subida al puente de Saint-Nazaire, cerca de meta. Es una disciplina que no les gusta a muchos, pero a la que doy valor por la importancia que adquieren los compañeros de equipo, hasta el punto de condicionar la elección de los corredores para una gran vuelta.
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