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Pogacar cruza la meta de La Planche des Belles Filles. EFE
Tour de Francia

El triunfo de un genio

Pogacar arrebata el Tour a Roglic con una contrarreloj impresionante en La Planche des Belles Filles

Sábado, 19 de septiembre 2020, 22:57

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Un genio puro ha ganado el Tour. Tadej Pogacar es Severiano Ballesteros, un joven venido de ninguna parte que gana el trofeo más grande del mundo contra la tradición y el orden establecido, como Seve ganó el Open Británico en 1979 con aquel golpe desde el aparcamiento. ¿De dónde había salido? Pogacar viene de Eslovenia, que en ciclismo es menos que ninguna parte, y ha ganado el Tour arrollando a un contrarrelojista soberbio en la última contrarreloj. Salía con 57 segundos de desventaja sobre Primoz Roglic y ganará hoy en París con 59 de renta, tras ofrecer un recital asombroso. La obra de un genio, de un talento natural.

Pogacar gana un Tour que debía haber sido de transición y se ha convertido, de forma mágica, en histórico. Gana con 21 años, en su primera participación, como los más grandes. Como Merckx, como Anquetil, como Coppi, como Hinault. Es el ganador más joven de la historia (solo le supera Henri Cornet en la prehistoria, tenía 20 en 1904), desbancando a Egan Bernal y al gran Felice Gimondi, que lo hicieron con 22 en la era contemporánea. Gana el Tour y lo ha hecho con un golpe teatral solo al alcance de los elegidos. De los genios nacidos por generación espontánea que descubren un camino a la cima nunca imaginado hasta entonces. Como hizo Seve. Pogacar ha derrotado él solo a un equipo que ha dominado con mano de hierro la carrera. Pogacar buscaba un resquicio y resulta que, contra todo pronóstico, lo había. Solo él lo veía y, desde luego, solo él tenía la capacidad de atravesarlo. Por eso es un genio, por ser capaz de imaginar lo inimaginable y convertirlo en realidad.

La voltereta, además, es revolucionaria porque pone patas arriba todas las certezas demostradas durante veinte días. Porque no había sido un Tour aséptico, sino que se había establecido un nuevo canon. La forma de correr del Jumbo encerraba una línea ideológica clara, con vocación de estilo y de permanencia. Un ciclismo defensivo de clase, sostenible y eficaz. Un modelo a seguir para la próxima década. Pero no ha llegado ni a París. Todo se lo ha llevado por delante Pogacar con su golpe maestro.

Su victoria pone en cuestión los cimientos que sujetan el edificio. Es más importante, por ello, que la de Bernal el año pasado, que fue ortodoxa. Brillante, pero ortodoxa. Pogacar manda al ciclismo a reflexionar, a cuestionarse sus nociones básicas, al descubrir un camino nuevo a la cima. Él solo ha derrumbado a un gigante, sin equipo, dejándose minuto y medio en un abanico, sin complejos.

No podía tenerlos, viene de Eslovenia, un país de esquiadores y jugadores de baloncesto. Derrota a un paisano suyo, lo que ofrece una clasificación final chocante. Una victoria que muestra lo absurdo de las etiquetas, de las fronteras, ya que no hay dos ciclistas mas distintos que Roglic y Pogacar. No existe el ciclismo esloveno.

20ª etapa | Lure-La planche des Belles Filles. 36,2 km. CRI

  • KM. 14,4 Pogacar toma ventaja. En el primer paso cronometrado, el ciclista del UAE es tercero tras Cavagna y Dumoulin y aventaja a Roglic, quinto, en 13 segundos. Por tanto, el líder mantiene 44 segundos de renta en la clasificación general.

  • KM. 30,3 Los dos cambian de bici. Pogacar es segundo, a un segundo de Dumoulin, y aventaja a Roglic, 11º a 37, en 36, lo que reduce la renta del maillot amarillo a 21 segundos al inicio de la subida. Los dos eslovenos cambian la cabra por una bici normal.

  • KM. 33,5 Pogacar revienta el Tour. El ciclista del UAE rompe la carrera en el primer tramo de subida. Aventaja en 48 segundos a Dumoulin -que sube con la cabra- y Roglic ya está a 1:22, con el Tour perdido. Pogacar vuela, pero el maillot amarillo es solo 11º.

  • KM. 36,2 Se confirma la voltereta. Brutal subida de Pogacar, que gana la etapa -la tercera de este Tour- con 1:21 sobre Dumoulin, que también le habría valido con Roglic. Una diferencia sideral, comparable con la de la famosa crono de Indurain en Luxemburgo.

La victoria de Roglic habría sido extraordinaria, por su recorrido vital. Saltador de esquí internacional, se montó en una bici con 22 años y se forjó a sí mismo, aprendiendo paso a paso. Pogacar es esa clase de talento puro que fluye de forma natural. Roglic doblega a las carreras, Pogacar las acaricia.

Como Fignon en 1989

El dramatismo de la derrota remitió a la de Laurent Fignon a manos de Greg Lemond en 1989. El parisino llegó a la contrarreloj del último día con 50 segundos de ventaja sobre el americano y perdió el Tour por ocho, la distancia más corta de la historia. Nunca volvió a coronarse en los Campos Elíseos.

La angustia de aquellos metros finales a la sombra del Arco del Triunfo se reflejaba en el rostro de Roglic en La Planche des Belles Filles. Uno como él que no pierde la compostura ni la figura nunca, desencajado, con el casco torcido y el pelo escapándose por todos los lados, como un escalador lunático descolgado en el Galibier. Roglic subía con el peso de la derrota. Supo que perdería demasiado pronto como para recomponerse. A cuatro kilómetros de meta, Pogacar le igualó en la clasificación. Y esos últimos cuatro mil metros fueron un castigo para el único ciclista que no ha cometido ningún error en este Tour. Ninguno. Pero se topó con un genio y, ante eso, no hay nada que hacer. Sí, solo una cosa. Sentarse en el suelo, respirar, levantarse e ir a felicitar al campeón. Es lo que hizo Roglic.

Pogacar vestirá hoy tres maillots en París, el amarillo, el de la montaña y el de mejor joven. Algo que nadie ha conseguido desde 1969. La comparación impone: fue Eddy Merckx.

El triunfo cambia la vida y la carrera de Pogacar, que nunca más podrá correr como este año y deberá asumir el peso de la púrpura. Eso incluirá una renovación de contrato estratosférica y un equipo nuevo, y caro, a su alrededor. Mañana cumple 22 años. Ha nacido un genio.

Mikel Landa iguala su mejor clasificación y concluye cuarto

Con una buena contrarreloj, Mikel Landa (Bahrain) no solo salvaguardó su quinto puesto en la general sino que adelantó un puesto y acabará cuarto en París, igualando su mejor clasificación en el Tour, en 2017 cuando militaba en el Sky. El alavés fue 14º a 3:27 y aprovechó el descalabro de Miguel Ángel López (Astana), 45º a 6:17, que cayó del tercero al sexto puesto final. Landa resistió el empuje de Enric Mas (Movistar), al que aventaja en nueve segundos.

Landa queda a dos minutos y medio del podio, que pisará por primera vez en su carrera Richie Porte (Trek), a los 35 años y en su décima participación. Es también el primer podio del australiano en una vuelta grande, después de quince participaciones.

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