Ilustración de Maider Calvo
Grand Départ

Un Tour para soñar el futuro

La salida de la carrera francesa desde Euskadi es la oportunidad que necesita el ciclismo de este país de grandes campeones, de Loroño a Perurena, de Galdos a Indurain, para rearmarse y organizar su renacimiento

Sábado, 1 de julio 2023, 06:56

Brillan las piernas de los ciclistas y brillan los ojos de los niños. El ciclismo ha vuelto a obrar su magia y de ese chispazo ... saldrán, ojalá, los campeones del Tour de 2035. Grand Départ Pays Basque, en francés, un idioma en retirada el mundo global contemporáneo pero el idioma de las artes y las letras, el mundo al que pertenece este deporte. Cultura europea. El Tour comienza hoy en un país de ciclismo, como se refugió en Bretaña en lo peor de la pandemia, apuestas seguras que nunca fallan.

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Llovió en el finisterre francés en 2021 y llueve en Euskadi en 2023, como si las nubes quisieran desmentir la versión oficial de inversiones, retornos y rentabilidades. Como si quisieran decir que no importa el brillo de los focos porque, aquí, el ciclismo es hereditario y tiene sentido por sí mismo. Sale el Tour de Bilbao haciendo justicia a su tradición, la de Loroño, Ezquerra, Barrutia, Gabika, Gandarias, Momeñe, Langarika, Santamarina, Uriona, los Lejarreta, Gorospe, Etxabe... No conocía Bizkaia el Tour y le ha recibido con el Guggenheim y el BEC. Un lujo.

Ya había visitado la Álava de Galdos y el KAS, de Juan Fernández, los Galdeano, Eusebio Vélez, Unzaga, Murgialdai, Mauleón y de la victoria del zaldibiarra Joxe Nazabal en 1977. La carrera llega mañana a Gipuzkoa, vieja conocida del Tour desde 1949. La casa del gran Txomin Perurena, de los Lasa, de Otaño, de Olano, de Errandonea... De la Clásica de San Sebastián, la de Ordizia, centenaria como la de San Pedro en Irun. La de los equipos Fagor y Orbea.

Todo ese patrimonio acompaña a un Grand Départ que adquiere su sentido en clave de futuro, en lo que dejará para las nuevas generaciones que hoy observan con los ojos como platos a los ciclistas. Se puede llegar a astronauta, ministro, violinista de la Filarmónica de Viena o arzobispo de Canterbury, pero campeón del Tour, ay, qué puede haber más grande que ser campeón del Tour de Francia.

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Es viejo, tiene 120 años, pero cada día está mejor. Es un Tour para soñar, no para recordar. Es el Tour del renacimiento del ciclismo vasco. Saldrá o no el nuevo Indurain que recorra las calles de Pamplona de amarillo en 2035, pero este Tour debería servir para mirar al frente. La carrera llega con todo y ofrece (a buen precio, eso sí) una oportunidad. No hay que inventar nada. Solo ayudar a ese niño que mira.

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