Detrás de un gran líder, un gran equipo
UAE ha reforzado la guardia pretoriana de Pogacar mientras Vingegaard mantiene su poderoso bloque pero sin Roglic. ¿Serán decisivos los bloques?
El análisis del plano individual se agota con dos nombres. Vingegaard y Pogacar. Pogacar y Vingegaard. El orden en la escala de favoritismo se presta a la opinión. Y ante una presumible igualdad, cobra valor el componente colectivo. ¿Quién presenta mejor equipo? Y, sobre todo, ¿cuánto puede incidir en el resultado final el mayor nivel de uno de los dos bloques?
El debate crece en interés con el precedente de la pasada edición. La historia recogerá que fue una ofensiva en bloque del Jumbo-Visma la que acabó con la hegemongía de Pogacar (UAE). Cerca de la cima del Télégraphe, a 70 kilómetros de meta, las arrancadas de Roglic y Vingegaard reventaron al esloveno en la etapa del Granon. Por delante iba Wout Van Aert.
La circunstancia de ese día motivó la reflexión del UAE y la posterior toma de decisiones. La formación de los petrodólares fichó a Adam Yates a razón de dos millones de euros por temporada -calidad y precio de líder- para que no ocurra lo mismo, o para que ocurra exactamente lo mismo invirtiendo los colores.
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Vingegaard cuenta con un equipo similar al del año pasado, pero con dos ausencias relevantes. No estará Primoz Roglic, de descanso tras imponerse en el Giro, y tampoco el neerlandés Steven Kruijswijk, que sufrió una grave caída en el último Dauphiné. Un rodador de muchos caballos como Dylan van Baarle, ganador de la París-Roubaix en 2022, y un buen escalador como Wilco Kelderman, nuevo campeón neerlandés, sustituirán a los dos ausentes. Completan la formación Nathan Van Hooydonck y Tiesj Benoot como rodadores extraordinarios, un todoterreno llamado Christophe Laporte, un peso pluma para la montaña como Sepp Kuss y, sobre todo, Wout Van Aert, mano derecha de Vingegaard cuando la cosa se poga fea.
Para compensar, Pogaçar tendrá a su lado a Adam Yates, con cilindrada para ser jefe de filas en cualquier otro equipo. En las etapas más duras, cerca de ellos aspiran a rodar Rafal Majka y Felix Grossschartner, con Marc Soler como otro que se puede sumar a la fiesta. Escudarán al esloveno en el llano el danés Mikkel Bjerg y el noruego Vegard Stake Laengen. Matteo Trentin será el alma libre, pero su sabiduría también cuenta.
Difícilmente se puede rodear mejor un líder. Los dos corredores más fuertes del pelotón contarán con los dos mejores equipos alrededor. Sin embargo, cuanto más equilibrado esté el pulso colectivo, más decisivo se vuelve el talento individual, el que, a fin de cuentas, resolverá la clasificación general. De hecho, no sería de extrañar que asistiéramos a alardes de uno u otro bloque al frente del pelotón que favorezcan y perjudiquen por igual a los dos grandes favoritos, agazapados tras la fila de los suyos hasta el momento del duelo final.
La presencia de dos formaciones tan poderosas y predispuestas a llevar la iniciativa -es poco probable que caigan los dos líderes- ha motivado que otros equipos hayan apostado por grupos más heterogéneos y hayan diversificado sus objetivos, sin renunciar a la pelea por el podio. Arroja el mejor ejemplo Ineos, aún hoy por hoy el presupuesto más alto del pelotón. Sus dos líderes para la general presentan alguna duda. Egan Bernal por su larga recuperación tras una caída que casi le cuesta la vida y Daniel Felipe Martínez por la ausencia de buenos precedentes en carreras de tres semanas. Tendrán a sus órdenes -al menos de inicio- grandes gregarios como Jonathan Castroviejo o Ben Turner, pero la alineación se completa con buenos cazadores de etapa como Omar Fraile, Michal Kwiatkowski, Tom Pidcock (vencedor el año pasado en Alpe d'Huez) y Carlos Rodríguez.
El mejor 'treno', en Soudal
La inmensa mayoría de equipos cuenta con un líder, fieles escuderos que le protejan y versos sueltos. Si hay una tercera escuadra que concentra sus recursos en torno a un corredor, además de Jumbo y UAE, esa es la de Soudal-Quick Step, volcada con su esprinter Fabio Jakobsen. Las dos primeras etapas dirigirán la prioridad hacia Julian Alaphilippe, candidato firme a vestirse de amarillo en Euskadi, pero más allá de la muga, desde la misma etapa que termina el lunes en Baiona, el francés pasará a formar parte del mejor 'treno' que puede encontrar el World Tour. Los relevos al frente del gran grupo de Devenyns, De Clerck, Asgreen, Cavagna y Lampaert, más el lanzamiento de Morkov, suponen el más perfecto preludio del sprint final.
La aportación del grupo será clave en los días con llegadas masivas, como bien saben los gestores del Soudal. Queda por ver si también lo es en la lucha por la clasificación general. Por si acaso, UAE y Jumbo se agarran a la teoría de que tras un gran líder debe haber un gran equipo.
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