Pogacar se dirige hacia la victoria animado por unos aficionados vascos en la subida a Hautacam. REUTERS
Tour de Francia

Pogacar reparte tarjetas para Barcelona

El esloveno asalta Hautacam, anula a los rivales en la primera jornada de montaña y encarrila su cuarta victoria en el Tour

Joseba Lezeta

San Sebastián

Viernes, 18 de julio 2025, 02:00

En la cima de Hautacam han quedado guardadas en un cajón las tarjetas en las que Tadej Pogacar cita a todos sus rivales en Barcelona ... dentro de casi un año. El próximo Tour de Francia de 2026 saldrá de la Ciudad Condal el último sábado de junio o el primero de julio. Por respeto, el esloveno no reparte las invitaciones. Prefiere pedalear, competir y, de paso, ganar.

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La realidad es tozuda. Nadie en su sano juicio cree que en condiciones normales Pogacar perderá esta edición. Nadie con nombre y apellidos de corredor le pondrá en verdaderos aprietos. Lugares y montañas de otro planeta como Tourmalet, Mont Ventoux, La Madeleine, Glandon o La Loze no inquietan a un extraterrestre. Solo un accidente, una caída o algún contratiempo personal puede apartarle de una victoria cimentada en once etapas y que disfrutará en las diez siguientes, no exentas de alguna que otra demostración con el maillot amarillo en lugar del arcoíris.

A Vingegaard y a Visma les queda el honor de haber respetado a Pogacar cuando se fue al suelo en las afueras de Toulouse. Imaginen qué habría sucedido en el Soulor y en Hautacam de haber encendido los ánimos del triple vencedor camino de su cuarto entorchado. Mejor no molestar al jefe.

Como tantas otras veces, la primera etapa de verdadera de montaña del Tour resultó demoledora. Así actuaba Miguel Indurain. Un estadounidense borrado de las tablas le copió. Como Froome. Tampoco espera Pogacar. Ejecuta.

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Dispone para ello del mejor lanzador posible. Narváez, aquel corredor que le estropeó en Turín la posibilidad de llevar la maglia rosa en el Giro de Italia de 2024 desde el primer día hasta el último, recibió la llamada de los directores de Pogacar. Adiós Ineos, hola UAE. El esloveno quería alguien para acelerar y llevar al límite a los rivales antes de asestar el golpe definitivo. Ya estuvieron a punto de conseguir el objetivo en la Cipressa durante la Milán-San Remo. Lo impidió un Van der Poel estelar. Insistirán.

Como sucede a diario desde que comenzó la ronda gala, Visma endureció una etapa rápida con dos pelotones en persecución, el primero de 47 corredores y el segundo, con todos los demás. El conjunto neerlandés eligió el Soulor. Paró a Benoot para jugar la baza de Vingegaard arropado por Simon Yates, Kuss y Jorgenson. Las posibilidades de éxito pasaban por aislar a Pogacar. Sin embargo, UAE llevaba a Adam Yates y Narváez al lado de su jefe de filas y delante a Wellens para solventar cualquier emergencia. Equilibrio numérico e igualdad de fuerzas.

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Como en el Dauphiné

Y ya sabemos lo que ha sucedido en los últimos tú a tú entre Pogacar y Vingegaard. Como dos veces en junio en el Dauphiné, entonces en el corazón de los Alpes, el esloveno eleva su ritmo de pedaleo con un acelerón imposible de seguir o mete el plato grande con idéntico resultado. La cima de Hautacam le espera despejada. No con la niebla que recibió a Leblanc en 1994 y a Javier Otxoa en 2000.

«Mientras sea capaz de mover ese desarrollo en una distancia tan larga, no hay nada que hacer contra Pogacar», insiste el hernaniarra Agustín, loco de las bicicletas y rendido a la superioridad de este corredor.

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Falta casi tanto Tour como el que se ha visto. Dos etapas pirenaicas –incluida la cronoescalada de hoy–, el Mont Ventoux, todos los Alpes y hasta la subida a Montmartre en París si me apuran. Y Christian Prudhomme ha empezado a elucubrar por las noches con los cambios en el recorrido que podrían ayudar a doblegar a Pogacar en la próxima edición, la de 2026. Confiaba en que Vingegaard, corredor de fondo resistente, crearía verdaderos problemas al gran favorito por la dureza de la tercera semana. La segunda le ha quitado la razón. ¿Cómo remontas tres minutos y medio a un ciclista más fuerte que tú?

Ni siquiera tres etapas de adoquines inquietarían a un corredor capaz de tutear al mismísimo Van der Poel en la París-Roubaix del pasado mes de abril. ¿Quién sabe lo que hubiera sucedido en el velódomo si no se sale en una curva del tramo de Mérignies Avelin? «Si todo el Tour fuera llano, ganaría el mismo», insiste convencido un aficionado donostiarra. Así es este Pogacar. Imbatible.

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