El mayor plató: el 'tourismo' amarillo
En Sagüés las teles de media Europa montaron sus 'set' y los aficionados confirmaron que en el Tour, como en la vida, son mejores los prolegómenos que el clímax. Lafay l'a fait
El Tour es como la vida: son mejores los prolegómenos que el clímax. Al menos, más largos. Que se lo pregunten a quienes pasaron tantas ... horas en las rampas de Alkiza o Jaizkibel, o al veterano matrimonio inglés que había cogido sitio junto a la línea de meta de La Zurriola, en sillas de playa, desde las diez de la mañana. Es mucho tiempo de espera para que los corredores pasen en solo un segundo. ¡Pero qué segundo! Ganó un tal Lafay, que según los entendidos es un ciclista de amplia proyección pero «no entraba en los pronósticos», por decirlo de manera amable. Su llegada fue portentosa. En el mundo de la prensa deportiva, tan amiga de los juegos de palabras, L' Equipe titulaba ayer en su web con el mejor resumen: 'Lafay l'a fait'. Y lo hizo en Donostia. Desde San Sebastián al mundo, o así.
El gigantismo de la carrera
Gipuzkoa fue una fiesta, a ratos bajo la lluvia y en otros momentos bajo el sol. Hubo molestias en la vida cotidiana («puto Tour», gritaba a las once en punto de la mañana en pleno Paseo de la Concha un lugareño desconcertado por los cortes) pero ganas de conocer el 'gran circo' de la carrera. Por mucho que nos lo habían avisado no imaginábamos semejante despliegue de sets, camiones y vallas. Algunos montajes recuerdan, en grande, a lo que vivimos cada año con la clásica ciclista, pero con el gigantisimo del Tour.
Por ejemplo, la caravana publicitaria. Y sobre todo, la concentración de camiones en Sagüés con las unidades móviles televisivas. Aparte de los espectaculares medios de la televisión francesa, encargada de la señal oficial de la carrera, cadenas de toda Europa montaron sus 'platós' con la Zurriola y los 'cubos' de fondo. Teles alemana, holandesa o italiana, además de TVE, contaban la etapa desde un San Sebastián convertido en gran plató. El Kursaal de los festivales era ayer el Kursaal delas bicis.
La enormidad del Tour se acompaña de unas medidas de seguridad y protección espectaculares: el exceso de puntos de limitado acceso convierte en algunos momentos en 'figurantes' a los aficionados, relegados a segundo plano. Pero el resultado compensa: fueron espectaculares las imágenes de las dos bahías donostiarras, de Jaizkibel y su entorno y de la Gipuzkoa interior captadas por las cámaras en su retransmisión. Solo faltó la 'épica de alcalde': la víspera Aburto había dicho eso de que «Bilbao es siempre capital del mundo, pero hoy más», y ayer Goia, con la sobriedad donostiarra, lo dejó en un contenido «ambiente de gala».
De oeste a este
No solo se trata de proyección exterior. Quienes curioseábamos ayer por San Sebastián descubríamos un fenómeno menos conocido: la legión de seguidores que va de ciudad en ciudad detrás de la 'grande boucle'. Colombianos, mexicanos, ingleses y, por supuesto, franceses, hacen su propio Camino de Santiago de maillot amarillo. Donostia está saturada estos días de los turistas propios de julio, pero también de ese 'tourismo' especial (en definición de Guille Viglione), además de quienes vinieron desde otras comunidades autónomas para disfrutar de una carrera que salía esta vez de cerca.
Para ver el Tour antes poníamos la tele o viajábamos a los Pirineos. Estos días el Tour viene a nosotros, y tiene algo de irreal ver 'sprintar' en el alto de Jaizkibel a Vingegaard y Pogacar como si estuviesen en el Tourmalet. Tenemos el hábito de la Clásica y de la Itzulia, pero el Tour es el Tour. Hoy la carrera recorre el litoral, atraviesa Donostia de oeste a este (tiene un punto sentimental ver cómo el 'circo' cruza ese Igeldo que es nuestra reserva espiritual) y va hacia Baiona.
Hoy, día de labor, será el más incómodo. El Tour nos ha confirmado que hay que disfrutar de los prolegómenos, saborear el clímax y volver a gozar al recordarlo. Todo esto ha costado un buen dinero a las instituciones, pero aseguran que el 'retorno' multiplicará los beneficios. Lafay l'a fait... y nosotros también.
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