Fantasear con duelos entre figuras de épocas diferentes es un ejercicio habitual en todos los deportes. También en el ciclismo. La comparación de Pogacar con ... Merckx, el mejor de todos los tiempos, cada vez es más frecuente y más inevitable, por las exhibiciones del esloveno. Pero, en el treinta aniversario del último triunfo de Indurain en París, ¿qué haría el navarro en el Tour de 2025? ¿Podría medirse a Pogacar? ¿En un ciclismo con menos contrarreloj tendría opciones? ¿Podría contrarrestar con su potencia la explosividad de los corredores de hoy? ¿Podría ejercer su ascendencia descomunal sobre el resto del pelotón en un siglo XXI irreverente con las jerarquías?
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El deporte ha cambiado en los últimos años hacia una velocidad inimaginable. No hay más que repasar vídeos de la Real campeona, de un partido de tenis de aquella época, o de pelota, o de rugby, de balonmano... Otro mundo. Las palabras de nostalgia ocasionales de algunos veteranos reivindicando las bondades de épocas pasadas carecen de sustento. La pregunta es la contraria. ¿Podrían aquellos destacar ahora?
La respuesta parece indicar que una mayoría se vería desbordada por la velocidad actual, que el nivel medio ha subido mucho. Y, en cambio, hay seguridad en que los campeones se adaptarían a las nuevas exigencias, porque justamente en eso radica ser un campeón.
Indurain disputó 612,2 kilómetros contrarreloj en sus cinco Tours triunfales, y en esa modalidad estableció su hegemonía absoluta. Pogacar, en los seis que ha corrido acumula 281 (sumando el sexto, que no ganó, el navarro se iría a los 705,7). La diferencia es abismal. Es otro ciclismo. Y, sin embargo, nadie duda de que Indurain hoy sería un rival formidable para Pogacar, temible. Se reinventaría. Igual que Zamora sería una máxima figura del fútbol, Ogueta o Retegi II de la pelota y McEnroe del tenis. Pogacar sufriría con Indurain, ¿pero Fausto Coppi qué tendría que decir?
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