Euskadi lanza un duelo para la historia
El desafío de Pogacar a Vingegaard desde hoy en Bilbao puede resucitar la hegemonía del esloveno, iniciar la del danés o dar pie una rivalidad histórica para los próximos años
La 120ª edición del Tour tiene aroma de época. El maillot amarillo se otorga cada año, pero esta vez está en juego la hegemonía, un ... asiento junto a los mejores en los libros de historia. Tadej Pogacar (UAE) es el predestinado, el hombre al que comparan con el incomparable Eddy Merckx, el genio natural dotado del talento y el carisma de los grandes. Jonas Vingegaard (Jumbo), el hombre que se ha atrevido a desafiar la ley y arrebató la corona al campeón con pragmatismo hanseático. Nadie concede opciones de victoria a un tercero. Pase lo que pase. la historia del Tour cambiará dependiendo del nombre del vencedor el día 23 en París.
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Pogacar necesita ganar para establecer su reinado. Anotarse su tercer Tour, igualarse con Louison Bobet y poner rumbo a la mesa de los pentacampeones. Un triunfo de Vingegaard rompería esa narrativa y colocaría al danés en la posición dominante para el futuro. El esloveno tiene 24 años: el danés, 26. Miguel Indurain ganó su primer Tour con 27. El navarro decretó el jueves en Bilbao que «el favorito número uno» es Vingegaard. Sus palabras son ley.
Hay un escenario aún mejor. Que este Tour no sea definitivo, que el perdedor no se precipite al vacío de la historia sino que vuelva clamar revancha y se inaugure una rivalidad nunca vista, un intercambio de triunfos y derrotas que se alargue varios años. Que no haya un Anquetil y un Poulidor, sino dos campeones que marcan una era en paralelo, lo que habría sido el antagonismo entre Coppi y Bartali si no hubiera mediado la II Guerra Mundial.
El Tour es muy consciente de que vive de sus campeones. Del mismo modo que cuidó la figura de Indurain trufando la carrera de kilómetros contrarreloj, ahora recorta los duelos cronometrados y busca las montañas. La edición 120ª presenta mucha dureza, con el paso por todos los macizos de Francia y no de refilón. En la etapa cinco llegan los Pirineos, sin olvidarse de lo clásicos: Marie Blanque, Tourmalet y Aspin. Volverá el Puy de Dôme para cerrar la primera semana. Luego, Jura, Alpes y Vosgos. Ocho etapas de montaña, con cuatro finales en alto (Cauterets, Puy de Dôme, Grand Colombier y Saint Gervais) para un recorrido que apenas ofrece oportunidades para el respiro. La etapa de Dax el cuarto día, luego Burdeos y Limoges y las dos etapas entre los Alpes y el Markstein. El resto, territorio de guerra.
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Se superarán 70 puertos de montaña. El primer hors categorie llegará en la quinta etapa, la cuarta que recorrerá carreteras vascas, al paso por el Soudet. Luego llegará el Marie Blanque, que ya se subió en 1992 el tercer día, camino de Pau, donde los líderes de la general no entablaron batalla y llegó una escapada, con etapa para Javier Murguialday y amarillo para un por entonces desconocido Richard Virenque.
3.399,5 Kilómetros
tiene la 120ª edición del Tour de Francia, repartidas en 21 etapas, desde hoy hasta el domingo 23.
La etapa reina será la decimoséptima, con meta en el aeródromo de Courchevel, previos pasos por el Cormet de Roselend y el col de la Loze. Una etapa capaz por sí sola de justificar que se trata de un Tour montañoso.
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El Tour... y algo más
Cómo se echa de menos a Txomin Perurena. Su firma faltará en este periódico y sus conocimientos ya no iluminarán la carrera. Sobre Pogacar, el oiartzuarra podría haber tirado de una de sus frases de cabecera, cuando le recordaban que ganó la montaña del Tour y él replicaba desde la atalaya de sus 156 victorias que «la montaña del Tour... y alguna cosita más».
Pogacar podría anotarse el Tour, pero ya ha ganado algo más en este 2023. De hecho, si el esloveno no se hubiera presentado en la salida o si mañana mismo se baja de la bici en Donostia su temporada sería impresionante. Suma ya 14 victorias y su primavera figura entre las mejores de todos los tiempos, parangonable a los duelos de los años 70 entre Merckx, De Vlaeminck, Godefroot, Planckaert, Maertens y Moser. Ha ganado el Tour de Flandes, Amstel y Flecha Valona, y arrolló a Vingegaard en la París-Niza, su único duelo directo de la temporada.
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El danés, con once triunfos en 2023, respondió con su obra maestra en la Itzulia y su triunfo en el Dauphiné, que convenció a Indurain y eso no se discute. Para cualquier otra figura del pelotón, estas victorias justifican una temporada.
La lesión de Pogacar condiciona los pronósticos. Se fracturó el escafoides en Lieja -donde ganó Remco Evenepoel (Soudal), la gran ausencia de este Tour- y reapareció en los campeonatos de Eslovenia. Hizo doblete, pero no es una referencia válida. Vingegaard ha continuado con su preparación sin sobresaltos,y llega a Euskadi directo del Dauphiné.
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El esloveno y el danés son los candidatos unánimes al triunfo, sin que se adivinen alternativas
La superioridad de los dos primeros espadas apenas deja resquicios al resto, resignados a la lucha por el podio. El más cualificado para el reto parece David Gaudu (Groupama), un ciclista no muy conocido fuera de Francia pero una estrella en el hexágono. Ciclista de personalidad ruda, ha purgado a todo un Arnaud Démare, que se queda fuera del Tour y deberá cambiar de equipo. Le acompaña Thibaut Pinot en el año de su retirada. Un artista puro.
Richard Carapaz (EF), conoce el podio de París y ha ganado el Giro de Italia. El ecuatoriano no suele fallar. A partir de ahí, Simon Yates (Jayco) sabe lo que es ganar la Vuelta a España. Mikel Landa (Bahrain) -dos veces cuarto en París- sueña y hace soñar. Enric Mas (Movistar) regresa al Tour tras sus problemas del año pasado y también mira a París, aunque no lo tiene fácil. Jack Haig (Bahrain) quiere ser la sorpresa.
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Hoy, una etapa de postal
Las cartas se pondrán sobre la mesa bien pronto. Hoy. El arranque, la jornada inaugural con mayor desnivel acumulado de la historia, según repite Prudhomme, será una etapa de postal por la extraordinaria costa de Bizkaia y un bucle por la reserva de Urdaibai. Las televisiones ofrecerán unas imágenes espectaculares del pelotón por San Juan de Gaztelugatxe, Bermeo, Mundaka y Elantxobe, más el doble paso Gernika, ciudad simbólica de las libertades de los vascos.
Sin embargo, el momento decisivo de la etapa estará más adelante, en los últimos 30 kilómetros, con la subida al Vivero y la final a Pike Bidea (Artxanda desde Sondika), con dos kilómetros al 10% y rampas por encima del 15%, a solo diez kilómetros de meta. La llegada será en subida al parque Etxebarria. Los jefes de la general no pueden descuidarse, lo mismo que les sucederá mañana en Jaizkibel, antes de llegar a Donostia. Indurain se vistió de amarillo en 1992 y hoy tendrá sucesor, 31 años después.
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