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Gráfico de las siguientes etapas del Tour de Francia. DV
Tour de Francia

El espectáculo de las montañas más fogosas

Los Pirineos tienen la llave de este Tour, sobre todo con las etapas del miércoles y jueves, donde desembarca a esta hora la afición vasca

Gaizka Lasa

San Sebastián

Domingo, 11 de julio 2021, 10:45

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Neveras listas y portabicis preparados. Hora del asalto a los Pirineos. La afición vasca se frota las manos ante el espectáculo deportivo y natural que se avecina. El Tour de Francia se va a decidir en los próximos días en las montañas vecinas. El Mont Ventoux encendió una llama. Pogacar cedió ante Vingegaard. La fogosidad de las ascensiones prinenáicas, con rampas más cortas pero abruptas y bullicio en las cunetas, amenaza ahora con incendiar la carrera y la afición txirrindulari no se lo quiere perder.

Lo que ocurra hoy camino de Envalira puede ser un presagio, el duro terreno del martes ejercerá su castigo, pero la madre de las batallas espera en las míticas cumbres colonizadas históricamente por la ikurriña el miércoles y el jueves.

Pogacar afronta los Pirineos con ventaja pero después de la primera muestra de flaqueza en el Mont Ventoux

El paso por Bagnères de Luchon el miércoles marcará el banderazo de salida al sálvense quien pueda. A partir de ahí, tres puertos encadenados y en creciente grado de dificultad. El Peyresourde tiene 13 kilómetros al 7% de desnivel, Val Louron-Azet acorta la distancia a 7,5 kilómetros pero con una pendiente de más del 8% y el Col du Portet remata la jornada con sus 16 kilómetros al 8,7%. El tríptico se presta a la locura desde lejos y también a ataques más calculados en el tramo final. El enaltecimiento al sacrificio sobre ruedas está garantizado desde las cunetas. La gesta será ovacionada como en ningún otro lugar y la hecatombe el mayor consuelo posible, todo engrandecido por la belleza de la postal más legendaria del Tour.

Será difícil que lo que no ocurra el miércoles, suceda el jueves. Más probable resultará que se acentúe la jerarquía establecida la víspera, pero los colosos de la segunda jornada de Pirineos infunden un respeto sagrado. Un tal Tourmalet aguarda en el recorrido. Merece una reverencia y el beneficio de la duda sobre lo que pueda acontecer. Un desfallecimiento allí puede cambiar el curso de la historia. El fulgor inspirador puede derivar en aquellas rampas en hazañas legendarias. Todo lo magnifica el Tourmalet. Allí ejerceran de notarios de la carrera miles de seguidores euskaldunes.

Miles de aficionados vascos inundarán las cunetas en cuatro jornadas que apuntan a ser emocionantes

Pero el Tourmalet nunca actúa solo. No le faltan aliados cercanos para completar su obra y esta vez, será Luz Ardiden el que apuntale la jornada. Allá donde arrancó la leyenda de Miguel Induráin en 1990 y una de las sedes del fervor ciclista de la tierra txirrindulari que descansa a los pies de los Pirineos, este puerto solo admite ganadores de primera. No se puede llegar al podio de París sin rendir honores a esta montaña.

Los Alpes encumbraron a Pogacar y el Ventoux se atrevió a poner un interrogante sobre su apabullante dominio, pero el carácter de los Pirineos siempre ha sido más contundente. No hay medias tintas aquí. No hace falta perseverar en la escalada durante más de una hora, pero sí trepar con virulencia a través de curvas y revueltas que llaman constantemente a la acción. No hay mejor escenario, ni público más entregado. Espectáculo garantizado.

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