Caza mayor
Jakob Fuglsang en el suelo a 18 kilómetros de meta. Jakob Fuglsang se pone en pie y la sangre le cae por la mejilla derecha. ... Jakob Fuglsang pedalea torcido. ¿Se le escapa el Tour de Francia a Jakob Fuglsang después de todo un año de trabajo y de recorrer solo 180 kilómetros?
Por fortuna, no. El ciclista danés se rehizo con la ayuda de su equipo y logró entrar con el grupo principal en la meta de Bruselas. Sin lesiones importantes, pero molido por el golpe y rígido por la tensión. Por el miedo.
Chris Froome y Tom Dumoulin, los dos grandes referentes de las vueltas de tres semanas, ven el Tour por televisión debido a sus graves caídas. Egan Bernal se perdió el Giro por otro accidente. Está siendo el año de las caídas y Fuglsang no estuvo lejos de engrosar esa lista. El mismo Geraint Thomas evitó la última caída, la de Groenewegen ya en las calles de Bruselas, de milagro. Una bici de los caídos llegó a impactar con él. Tuvo que poner pie a tierra. Los dioses ciclistas de la fortuna parece que han salido de caza mayor esta temporada.
La primera semana del Tour mantiene su perfil amenazante habitual. Que no se gana la carrera pero se puede perder es una ley inmutable del ciclismo. Con carreteras buenas (como el tramo donde cayó Fuglsang) o malas, con sol (como ayer) o con lluvia, con equipos de nueve corredores o de ocho (como ahora)... Da lo mismo. El Tour no hace prisioneros.
Hasta el jueves se mantendrá la tónica, con nervios, codazos y esa estrategia de correr todos delante que deja sin carretera bajo las ruedas de sus bicicletas a los ciclistas con más frecuencia de la recomendable. Hoy será una excepción, con la crono por equipos, pero hasta esa etapa con meta en lo alto de La Planche des Belles Filles, la tensión promete ser máxima.
El mejor sprinter y uno de los grandes candidatos al podio final ya han probado la dureza del asfalto belga. Correr con esta tensión también desgasta. Mucho.
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